EL DIOS MEDIATICO ( Gustavo Pérez Ruiz )


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Publicado por
@LATINA

20/11/2012#N42316

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El “Dios Mediático” , la ciencia popular del “chusmerío” como “verdad autorizada”...Y siguen haciéndolo ...Al servicio del show de la noticia, al servicio del espectáculo de la información....sin respeto....

COMPARTO UN EXCELENTE COMENTARIO DE GUSTAVO PÉREZ RUIZ
Gustavo Adolfo Perez Ruiz

Esta semana se cumplen tres años de la muerte de la familia Pomar. El fatal accidente automovilístico, ocurrido en noviembre de 2009, se convirtió en un macabro misterio de angustia y dolor durante veinticuatro días. Hasta que hallaron los cuerpos de Fernando, Gabriela, Candelaria y María del Pilar, el país entero vivió una de las más inescrupulosas demostraciones de impunidad mediática y mala pra
xis periodística. La memoria no perdona. No resisten el archivo. Y todavía no pidieron perdón…

EL “DIOS” MEDIATICO destrozo el buen nombre y honor de la familia Pomar

La trágica muerte en un accidente de la familia Pomar nos sirvió a los pergaminenses para revelar la inmoral construcción del discurso de la “libre e independiente verdad periodística” de las grandes y concentradas corporaciones mediáticas de la Capital Federal .
Nos dimos cuenta, con no poca tristeza, de lo que son capaces de decir, mostrar y hacer en nombre de la “primicia” o la “exclusiva”, sin importarles un bledo el derecho de las víctimas, el derecho de privacidad, el buen nombre y honor de las personas, la dignidad de una familia, el respeto por toda una comunidad.
El sistema “endiosado” de producción industrial de versiones infundadas provistas por fuentes policiales estalló en mil pedazos, cuando la fortuita realidad del hallazgo del auto y la aparición de los cuerpos comprobó que no eran veraces ni creíbles ninguna de las fantásticas y truculentas teorías, hipótesis, pistas y datos publicadas y repetidas con explosiva carga de dramatismo sensacionalista durante veinticuatro días.
El vampirismo irresponsable de ediciones sin investigación y vacías de información confiable, y el amarillismo sin límites del “movilerismo” carnívoro alimentando descaradamente el morbo social, invadió nuestra ciudad e inundó nuestras horas cotidianas de perversión, disparates absurdos, difamaciones, calumnias e injurias sobre Fernando Pomar.
Con la tranquilidad de los inimputables, presentadores de los noticiarios, investigadores privados, analistas policiales, peritos, sicólogos y videntes transformaron a un padre de familia en el monstruo sicópata capaz de matar a su esposa y a sus propios hijos.
Se dijo que “ Fernando estaba deprimido por no tener trabajo”. Se dijo que “le pegaba a la mujer, que le gritaba, que eran parte de una secta, que se había fugado al exterior por deudas con gente peligrosa, que usaba un arma, que eran víctimas de un ajuste de cuenta, que estaba involucrado con el tráfico de efedrina porque sabía de bioquímica , que había abusado de una de sus hijas, que había mucho conflicto intrafamiliar, que no quería a su hijastro, que estaba bajo tratamiento siquiátrico por conductas suicidas y que por eso se había tirado a un río”.
Las pantallas de la “telerealidad” entretenían a las ansiosas masas con dosis permanentes de descargas eléctricas de “emonoticias”, montadas en la desorientación de la investigación judicial y en la negligencia operacional de la policía. Hasta se dijo que “se los tragó la tierra o en su defecto se los llevó un ovni”. Y también que” los mataron, que otro vehículo y quizás un móvil policial provocó el accidente, que plantaron el auto y los cuerpos”. Se dijo que “los gestos de la fotografía captada por las cámaras de un peaje evidenciaban una persona sacada y angustiada según la boca y las arrugas de Fernando”. Lo dijeron. Sueltos de lengua, sin piedad, sin pudor, sin prudencia, sin respeto, sin fundamento. Fueron muchos. Y no se arrepintieron. Y no pidieron disculpas. Y no hicieron autocrítica. Y siguen haciéndolo con otros casos, seguramente. Sí. Todo eso dijeron, sobre el hombre que partió de su casa de José Marmol rumbo a Pergamino con su familia en la noche del catorce de noviembre de 2009. Cosas que “se dicen”, vió. Como las vecinas de barrio, en la vereda, apoyadas en sus escobas y descuartizando personas, con el elegante, permitido y profundo estilete intelectual de la ciencia popular del “chusmerío” como “verdad autorizada”. Lo grave es que “son periodistas o hacen periodismo y hay reglas que ninguna ley de medios será capaz de establecer: la responsabilidad social, la calidad técnica y la ética profesional. Son valores que se asumen desde una base de ética humanista.
Vale recordarlo. Probablemente seamos víctimas todos los días de éstas distorsionadas manipulaciones consumiendo las noticias “para estar bien informados” y “saber lo que hay que saber”. Vale recordarlo para analizar la relación entre lo que “se dice” y lo que verdaderamente “es”. Y cuanto trabajo serio y responsable se genera en los medios para haya sintonía fina entre lo que se “dice” y lo que” es”.
La gigantesca maquinaria empresarial comercial puso en escena, minuto a minuto, la imaginaria y ficcional representación teatral de una historia de mil versiones que se potenció en la tensión propia que ejerce el enigma de una desaparición, en la mente humana. El poder comunicacional construyó el relato de “las sagradas escrituras” religiosamente obedecidas por fieles “funcionales y tolerantes a la falsa lógica de que el mundo “es” lo que los medios “dicen que es”. Hasta que la fé se termina, el “Dios Mediático” muere y la verdad “real” aparece desnuda para interpelar la “supuesta verdad mediatica”.
Para ellos, los medios foráneos, era “El Caso Pomar”. Para nosotros siempre debería haber sido “La Familia Pomar”. Dudamos. Le creímos al “Dios Mediático” que lo sabe todo. Nos enteramos de lo que pasaba en nuestra propia ciudad, pero visto por un “OJO” grande, ajeno, curioso, sin límites. En el libreto, “Los Pomar” eran los actores principales. Nosotros, los extras impagos de un suceso con impactante rating. Todos concientes o inconcientemente, al servicio del show de la noticia, al servicio del espectáculo de la información.
Hasta que “no era lo que ellos decían que era”. Hasta que no “era una situación irreal”. Hasta que la muerte real nos enseñó que desde hace mucho tiempo nuestra libertad ciudadana, nuestra conciencia cívica, nuestro derecho a la crítica había sido esclavizada por “la libertad de expresión del gran periodismo independiente”.
Dudamos de la Familia Pomar. Creímos en el Caso Pomar. Es doloroso sentir el engaño.
Duele la verdad. Lo que no tiene es remedio…. O sí?

Gustavo Pérez Ruíz
( 14 de noviembre de 2012)

Gustavo es un peiodista Pergaminense. El mejor periodista Pergaminense-

 

Comentarios

@MABE

20/11/2012

Muy buena nota, María

"Como las vecinas de barrio, en la vereda, apoyadas en sus escobas y descuartizando personas, con el elegante, permitido y profundo estilete intelectual de la ciencia popular del “chusmerío” como “verdad autorizada”.

De esto, en este barrio paginístico, también tenemos demasiado.

besoootes

 
@HAYLIN

20/11/2012

Hola Lati, excelente artículo!!!!!

Desde un primer momento de la desaparición de la familia Pomar, pensé en que había sido un accidente y la incapacidad humana no los hallaba.

Jamás creí en las historias macabras de quienes alimentan el morbo colectivo y social.

El periodismo tiene mucho poder para manipular si, y lo saben, lo que les falta es vergüenza y arrepentimiento, no les importa el daño que pueden provocar con sus mentiras.

Lamentablemente María, a las personas les cuesta diferenciar lo que son los hechos reales y concretos de las sensaciones alimentadas por la mala divulgación de los medios de comunicación.

El daño psícológico social que ellos provocan puede ser mucho mayor y mucho mas dañino al que provoca un hecho real y concreto.

La realidad puede ser muy cruel y cruda, pero es la realidad y allí deja de ser noticia para ellos, deja de serles útil para alimentar el morbo y el miedo.

Se alimentan de la imaginación infinita de las personas, no tengo dudas de eso, no hay mayor poder que el de la mente humana en psicosis colectiva y realmente es una pena que puedan lograr su objetivo.

Haylin (diferenciando hechos de sensaciones)

 

ARG

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