La guerra interna


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Escrito por
@EL_MOROTXO

05/10/2006#N11837

0 Actividad semanal
516 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya
El sol comenzaba a levantarse: nunca supo el porque, pero sabia que no era un día mas; ya llevaba un largo tiempo despierto antes que el sol. Y el ver la luz, le recordó lo poco que pudo dormir esa noche, otra noche mas entre tantas otras fruto del desvelo.

Hacía ya un tiempo que se sentía distinto, que su cuerpo ya no era de su exclusiva propiedad. Desconocía ciertas parte de sí mismo, que le demandaban un poco mas de atención: las sensaciones iban variando, y en su mente, tenia en claro que su cuerpo estaba siendo dominado de a poco, que había otro elemento vivo dentro de si. Trató de recordar en vano, cuando se produjo el primer contacto con su enemigo: según se pudo enterar, parece ser que el invasor no vino, sino que él mismo lo fue a buscar a su hábitat. En realidad, no podía determinar cuando se produjo la invasión, su cuerpo era el botín de una guerra que libraba sus primeras batallas en su parte baja: el enemigo, fugaz, desconocido, atacaba en cualquier momento, y generalmente, los menos oportunos: en medio de una reunión, en sus momentos íntimos, pero lo que mas le molestaba, eran esos ataques nocturnos en que despertaba con una furia totalmente desconocida.

Eran peleas frenéticas: no solían durar mucho en “tiempo reloj”, pero para él, duraban una verdadera eternidad. Solía terminar sus batallas con leves victorias, pero no duraban mucho, al poco tiempo, nuevamente sentía un escozor que lo recorría justo allí donde mas le costaba llegar. Era uno de sus pocos puntos débiles y tal vez, el más incomodo de defender.

Poco pudo lograr con algunos aliados, le daba la sensación que el enemigo se hacia mas fuerte, cuando él empleaba algunas nuevas armas para combatirlo. Llego a sentir en algún momento, que sus fuerzas flaqueaban: sus manos ya no daban más. Ya casi no se sentía soberano de todo su cuerpo: no supo que hacer para reducir ese martirio que lo sometía diariamente.

Consultó a gente que se decía especialista en estas lídes: no tuvo la mejor de las suertes, ninguno de estos generales llenos de galardones de escritorio pudieron o supieron dar en la tecla. No quería entregarse al enemigo que lo doblegaba (no en fuerzas, sino en constancia), lo que le hizo recordar algunas secuencias del cine de guerra, -esas que no creia verídicas o reales-, y supo aceptar cierta preferencia por la tortura de la “gota china” o la “jaula húmeda”, pero automáticamente, cada vez que pensaba en ello, recibía un nuevo ataque de su enemigo personal. No podía casi manejar la situación: su enemigo sabia cuando y como asestarle un nuevo ataque.

Solía sentir vergüenza y furia a la vez: poca gente lo llego a ver de buen semblante, y nadie se animaba a preguntarle el motivo de su cara de incomodidad. Todos suponían tácitamente que algo sucedía, pero… quien se animaría a hacer ESA pregunta? O a opinar tan livianamente?

Esta guerra lo llevo al punto de aislarse de todo y de todos: ya no quiso compartir ningún tipo de actividad que lo distraiga de su contienda. Nada de salidas al sol, pileta, fútbol, náutica… Nada de eso: todo se volvía un karma, porque no le permitía disfrutar de aquello que le encantaba, sin poder relajarse un lapso no mayor a los 30 minutos, en esos momentos, su enemigo le recordaba que la guerra estaba lejos de terminarse.

Desesperado, tomo la iniciativa de contarle su problema a una persona que sabía que haría lo imposible por el: su madre. No fueron necesarias las palabras, al verse, en una visita al hogar materno, hizo lo de siempre: se sacó su corbata, desabotonó los primeros tres botones de su camisa, miró con gran placer ese sillón de tres cuerpos, en el cual, alguna vez pudo caber por completo, y sacándose previamente los zapatos de cuero muy bien lustrados, se zambulló en el sofá, a la espera de la charla con su madre. Ella al acercarse, lo miro con el ceño fruncido, corrió con cierta incomodidad los zapatos y le dijo:

- Ayyy Hijo!! Otra vez con olor a patas!! Cuando te vas a curar esos hongos!!!

 

Comentarios

@EL_MOROTXO

05/10/2006

Justamente... aca habla del tratamiento : "Consultó a gente que se decía especialista en estas lídes: no tuvo la mejor de las suertes, ninguno de estos generales llenos de galardones de escritorio pudieron o supieron dar en la tecla." Pero si se curaba ... como escribo el cuento eh !?!?!??!?!?!?!??!?!  
@EL_MOROTXO

06/10/2006

Que es lo que no entendio, Sua? pregunte y le respondo...  
@EL_MOROTXO

06/10/2006

Que es lo que no entendio, Sua? pregunte y le respondo...  
@EL_MOROTXO

30/10/2006

Se agradece, Marisa.... me vua a poner colorau !!!!