Preocupación excesiva por los demás


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Publicado por
@DANTEX

03/11/2023#N83781

0 Actividad semanal
148 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya
Que nos preocupen otros seres humanos es una consecuencia natural del hecho de ser humanos. Somos sociales, afectivos y emocionales, y tejer lazos con los demás forma parte de nuestra naturaleza. Sin embargo, cuando esa preocupación condiciona nuestro bienestar hasta tal punto que nos angustia o es excesiva, la situación no es tan agradable. La preocupación excesiva hacia los demás puede definirse como un estado de ánimo relacionado con la ansiedad en el que nuestro bienestar depende de en qué situación están los demás o cómo nos afecta. Al ser los demás un factor que no podemos controlar, esta preocupación termina por resultar un problema.



Que nos preocupen los demás, y sobre todo que nos ocupemos de los demás, en la medida de nuestras posibilidades, es una actitud natural del ser humano; lo contrario, es decir, no hacer un esfuerzo por ayudar a los demás, sería aún más problemático y preocupante. Que esa preocupación supere nuestros límites hace que nuestro bienestar dependa de lo que no podemos controlar, lo cual nos lleva a una espiral de ansiedad, angustia y frustración.


Hay personas acostumbradas a cargar pesos que no son suyos, sólo ansían resolver los problemas ajenos, convirtiéndose, en ocasiones, en figuras intrusivas. Hacen lo indecible por resolver los conflictos. Son hombres y mujeres ansiosos por salvar, por rescatar y cargar sobre sí mismos realidades que no les pertenecen, pero que sienten como propias.

Hay una delgada línea entre "apoyar" a alguien y querer "arreglarlo". Sin embargo, son muchos los que no pueden evitar esa conducta, esa necesidad: la de quien alivia sufrimientos y resuelve toda dificultad ajena. Hay padres, madres, hermanos y amigos que en su intento por hacer lo mejor por nosotros terminan cruzando la frontera. No es sencillo decirles que se están sobrepasando. Porque actúan con buena voluntad, aunque no entiendan que a veces no hacer nada es mejor que intentar hacerlo todo por quien se quiere o se aprecia.


Newsletter
Enterate de lo que pasa con el dólar y en los mercados, junto con el mejor análisis económico.


Ingresa tu e-mail

Las personas que se preocupan por los problemas de los demás sienten como propios el sufrimiento ajeno. Y eso es muy complicado de manejar. Porque hablamos de emociones y de esa empatía compasiva que cuesta tanto controlar o regular. Nos preocupamos porque amamos y puesto que amamos a veces no sabemos ver los límites. Queremos "arreglar" sufrimientos ajenos sin saber que la felicidad de otros no siempre es responsabilidad nuestra. Estas son lecciones que nadie nos da y, en ocasiones, también se entremezclan factores de personalidad.


Muchas personas con una necesidad casi obsesiva por ayudar, son personas con baja autoestima que refuerzan su autoconcepto cuando logran prestar ayuda a los demás. Presentan una elevada empatía, tanto que no pueden evitar quedar contagiados por el sufrimiento ajeno. Construyen relaciones basadas en la dependencia emocional. Ayudar a otros es lo que refuerza su identidad y el hecho de no sentirse útiles o de que los demás denieguen su ayuda lo viven de manera trágica.


La persona con un exceso de empatía es como una antena de largo alcance que absorbe y engulle cada emoción que vibra en su entorno. Lejos de gestionar semejante sobrecarga, se acaba diluyendo en las necesidades ajenas, envenenándose por exceso de compasión hasta el punto de sentir culpabilidad por el dolor que otros experimentan. Pocos sufrimientos pueden ser tan desgastantes. A la famosa frase de "empatía es la habilidad de ponerse en los zapatos de quien tenemos enfrente" deberíamos agregar que lo haremos sin dejar nunca de ser nosotros mismos.


"Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder verla cuando saliera. Un día vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas; la mariposa luchaba por abrirlo más grande para poder salir.

La mariposa forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande. Por fin la mariposa pudo salir del capullo. Sin embargo, al salir la mariposa tenía un cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.


El hombre continuó observando. La que debía ser mariposa solamente pudo arrastrarse en círculos: su cuerpo seguía hinchado y sus alas dobladas. Nunca pudo volar.

Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes. La libertad y el volar solamente podían llegar después de luchar. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privada su salud. No fue ni oruga ni mariposa."


 

Comentarios

@JUANI

03/11/2023

Hola Dantex, un gusto. Me pareció brillante tu trabajo. Me sentí profundamente identificado, aun en pequeños detalles. Pocas veces puedo comentar esto, porque siento que estoy autoelogiándome. Pero no es así; supongo que esa conducta encubre otros problemas que, por ahora, no puedo determinar. La hice larga. Te mando un cordial saludo y gracias por la nota.  
@DANTEX

03/11/2023

Saludos gracias