Pinceladas de la infancia

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Escrito por
@LATINA

29/07/2013#N43995

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BAIROLETO

Sentía cierta fascinación por ese hombre no muy alto , gordito de enormes bigotes grises con un rulo en cada extremo y esos ojos celestes transparentes. En realidad creo que me fascinaban sus historias.

No eran demasiadas las ocasiones en que podía escucharlo ya que lo veía poco, casi nunca.

- - Vení Mary, sentate que te voy a contar de la última vez que ví a Bairoleto.

Habíamos ido como siempre al monte a buscar leña. El invierno era crudo y había muchos carreros trabajando por lo que tuvimos que internarnos monte adentro. Por suerte en el monte no se siente tanto el viento. Los mismos árboles te sirven de reparo y hasta te protegen un poco de la helada por la noche.

Viajamos todo el día y ya se acercaba el atardecer. Decidimos armar campamento. Tendimos los colchones y las frazadas en el carro. Encendimos un fuego rodeado de una zanja para evitar que pudiera propagarse y convertirse en una trampa mortal. Calentamos el agua y “ensillamos” el mate.

El silencio era pesado, como un presagio de lo que vendría. Al cabo de un rato, cuando ya estábamos pensando en poner a cocinar la carne, antes de que cayera definitivamente el sol, se escuchó la estampida y tras la estampida los tiros.

Desde donde estábamos no veíamos nada, sólo escuchábamos. Era evidente que se trataba de jabalíes, pero el tiro permitía adivinar la presencia del hombre. Nos preguntamos qué estaría pasando. Por las dudas preparamos las armas que llevábamos sólo como defensa en caso de necesidad.

Al sonido intimidatorio de la revuelta siguió un silencio, interrumpido de vez en cuando por algún bufido . De pronto lo vimos. A menos de doscientos metros se hallaba la bestia de más de trescientos kilos. Por los bufidos , la manera de mover la cabeza y enterrar las patas en el suelo arenoso, era evidente que estaba furioso, tal vez herido.

Al comprender nuestra humana presencia se nos vino encima. En un instante lo teníamos a pocos metros. Quedamos paralizados. En el momento justo en que el jabalí saltó sobre mi, se escuchó un disparo y el animal cayó muerto, sin un quejido. El tirador era un conocedor del tema. Lo mató sin hacerlo sufrir. Giré la cabeza y lo vi. Ahí estaba él, sobre su caballo alazán, el pelo rubio y largo al viento, con una vincha sobre la frente para mantener los ojos libres y atentos.

-¿ Era Bairoleto?

- Si, era Bairoleto m’íjita. Mi amigo Bairoleto. Una vez más me salvó la vida.

Esa noche nos reunimos todos. Su gente y nosotros junto al fuego. El jabalí sirvió como alimento. Dicen que en la refriega que no alcanzamos a ver mató a un cazador. Lo mismo hubiese hecho conmigo si no hubiese aparecido Bairoleto. Al amanecer nos ayudaron a juntar leña y cargar el carro. Luego nos escoltaron hasta salir del monte. Allí nos despedimos. Nunca más lo ví.

- - Si alguna vez vas a cazar jabalíes, tenés que tener mucho cuidado. Nunca hay que herir al animal sino es de muerte. Un solo tiro, sin sufrimiento para nadie. Si no estás segura es mejor no disparar y esperar un mejor momento.

Mientras el abuelo contaba sus historias del monte, la nieta soñaba con conocer a Bairoleto. Ella no pensaba ir por los jabalíes, pero algún día iría a ver si encontraba a ese semi dios, amigo de los pobres, compasivo con los animales, amigo de los gauchos como su abuelo.

La niña inocente no sabía que Bairoleto había muerto hacía muchos años y que su abuelo lo mantenía vivo en sus relatos reales o inventados. Vaya uno a saber.

Comentarios

@SIL_VANA

29/07/2013

Muy lindo cuento !!!!! Es fundamental contar , leer , inventar cuentos que permiten a niños y luego a adultos el imaginar , el comparar , el soñar , etc , etc ...... No olvidarnos cuàntas veces ante los momentos difìciles de la vida entramos en un ensueño que nos permite compensar . Tal vez sea por los cuentos que escuchamos , leìmos o aquella hermosa historia de Papà Noel o Los reyes que nos hicieron creer ???? Todo ayudò . Gracias por subirlo , Silvana