Terminamos siempre por amar en los demás lo que más amamos en nosotros.
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Las soledades que logran concordancia en un amor hacen del amor el sepulturero de toda soledad.
Mientras las mujeres prefieren hacer el amor con el hombre a quien aman, los hombres prefieren hacerlo con la mujer que los ama.
Es inevitable que cuando se deja de admirar se comienza a dejar de amar.
Lo que hace más espléndido al amor es su tendencia a subjetivarlo todo.
La estabilidad en una relación amorosa depende más de la voluntad de uno que del deseo de dos.
Uno de los mayores encantos de la mujer es su encantadora lucha contra su propia vulnerabilidad.
En cualquier tipo de ruptura amorosa uno tiene más culpabilidad que el otro.
La mejor amante es la que comienza y termina por ser nuestra mejor amiga.
Píenselo bien, toda infidelidad de mujer es más perdonable.
El amor y la solidaridad tal vez no atajen a la muerte, pero la retrasan.