El sindrome de Peter Pan o de la eterna adolescencia.


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@GABRIELMAX

20/03/2009



Ante la incapacidad de crecer se camuflan las conductas para no madurar jamas :

Los adultos que padecen este trastorno lo son "sólo de nombre", como indica Concepción Etiens, porque actúan como niños a pesar de ser adultos, que en muchos casos superan los veinte y treinta años. Estas personas crean entre sus familiares, sobre todo, un alto grado de confusión porque a primera vista aparentan estar seguros de sí mismos, incluso, tal y como explica la experta, pueden parecer personas arrogantes. "Son capaces de entrar a una reunión y cautivar de inmediato a su auditorio. Su presencia no suele pasar desapercibida: chispeantes, seductores& hacen que los demás parezcan insignificantes", detalla la psicóloga.

Sin embargo, Etiens subraya que se trata de personas indecisas e inseguras, que temen que no les amen y camuflan sus inseguridades con una máscara de seguridad y alegría ficticias. Quienes padecen el síndrome de Peter Pan se esconden detrás de fachadas y excusas; disimulan su incapacidad de madurar con juegos, pasatiempos, negocios fantásticos, grandes proyectos imposibles y aventuras amorosas. "Por una parte, suelen ser personas divertidas y a su lado todo parece pura alegría de vivir. Pero por la otra, tratan de evadir continuamente sus responsabilidades y se refugian en fantasías imposibles de cumplir y culpan a los demás de todo lo que les ocurre"y, aunque encantadores al principio, después de un tiempo suelen tener graves problemas de adaptación en el trabajo o sus relaciones de pareja.


Suelen tener graves problemas de adaptación en el trabajo o sus relaciones de pareja


Si bien pueden camuflarse bajo un tiempo, es fácil terminar reconociéndolos, ya que según la psicóloga donostiarra, su comportamiento presenta las siguientes características:
  • Le seduce más la juventud, que suele tener idealizada, que su momento real de madurez.
  • Tiene un enorme miedo a la soledad.
  • Es inseguro, aunque no lo demuestre e incluso pueda aparentar lo contrario.
  • Su actitud se centra en recibir, pedir y criticar y no se molesta en dar o hacer.
  • No está hecho para la vida adulta, no se compromete por creer que el compromiso es un obstáculo para su libertad.
  • Tiene al lado a otra persona que cubre estas necesidades básicas.
  • No se responsabiliza de lo que hace, pero cree que los otros sí lo hacen
  • Vive centrado en sí mismo: sus disgustos, su estrés, su excesivo trabajo...
  • Aunque disfrute de éxito profesional, económico... se da cuenta de que su vida no tiene la firmeza ni la estabilidad que le gustaría
  • Está permanentemente insatisfecho con lo que tiene, pero nunca toma iniciativas ni hace nada por solucionar su
  • situación.

Cómo solucionarlo



No es fácil enfrentarse a un problema cuando no se reconoce su existencia, y ésta suele ser la principal característica en quienes padecen este síndrome de inmadurez emocional. Por ello es esencial que, en primer lugar, "el enfermo sea capaz de darse cuenta de que su actitud no es normal ni adecuada y asumir que tiene un problema". Y, aunque para muchas personas pueda parecer obvio, "no es tarea sencilla", según asegura Rodríguez, porque culpar y hacer responsables siempre a los demás de todo cuanto les sucede es parte de este síndrome.


Culpar y hacer responsables siempre a los demás de todo cuanto les sucede es parte de este síndrome


La asunción de su responsabilidad no llega en muchos casos hasta que sienten en carne propia las consecuencias de sus actos, y es únicamente entonces cuando piensan en la necesidad de algún cambio de actitud.

Las conductas ejercidas durante muchos años no se modifican fácilmente, por lo que una terapia psicológica sería la mejor indicación, en opinión de la experta del Centro de Estudio y Terapia del Comportamiento de San Sebastián, quien añade la conveniencia de comenzar con una terapia de pareja o familiar, para evitar el error de considerar que el problema se encuentra sólo en uno de los integrantes de la familia o la pareja, cuando en muchos casos los demás favorecen, sin darse cuenta, conductas de este tipo. Hay que tener en cuenta, además, que si no se supera esta fase, se puede originar en quien padece el trastorno diversas quejas emocionales:
  • Baja autoestima: Lo quiere todo y no está dispuesto a renunciar a nada de lo que tiene ni a poner nada de su parte para conseguir las nuevas metas y objetivos. No conseguirlo le genera una frustración continua e importantes problemas de autoestima.
  • Sentirse incomprendido: Siempre culpa a los demás de todo cuanto sucede en su vida, incluso de situaciones provocadas por su inmadurez. No se siente parte del problema o dificultad, y ni siquiera es capaz de creer que él pueda tener algo que ver con la evolución de los problemas.


A pesar de que, efectivamente, no es fácil tratar el problema, María Rodríguez propone una serie de pistas que pueden ayudar a que un adulto que presenta este trastorno emocional pueda recuperarse del síndrome, soluciones en las que debe intervenir la pareja o familiares del enfermo:
  • Permitir que se enfrente la realidad y asuma las consecuencias de su conducta: Por más duro que parezca al principio, no hay que hacerse cargo de sus responsabilidades. Si no paga las cuentas, la familia no lo debe hacer por él; si se queda dormido sin ir a la universidad o al trabajo, no hay que despertarlo& Es el único modo de ayudarles a ser conscientes de que tienen una responsabilidad que cumplir y que nadie va a asumirla por ellos.
  • Ante sus continuadas quejas, en vez de consolarle, hay que dejar que tome iniciativas para cambiar la situación. Pero no hacer las cosas por ellos no impide darle apoyo y ayudarle a observar los aspectos positivos de su personalidad fomentando que desarrolle su potencial adulto basándose en ellas.


Sin desperdicio me parece muy bueno el articulo.  

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