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Escrito por
@BJORN

29/03/2020#N72064

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VISIONARIO

 

Ocurrió en Hamburgo en 1998.En aquellos tiempos me desempeñaba como reportero free lance y había sido enviado por la revista Dreamer’s Eyes de Cincinatti, Ohio, a cubrir las instancias del Congreso Mundial de Oftalmología en Alemania.

Acepté a regañadientes el encargo, intuyendo que me esperaban 3 días de mortal aburrimiento, como suele suceder en los distintos simposios de medicina, cuando uno no es especialista del tema a tratar. Pero tenía algunas deudas por pagar, así es que finalmente acepté la asignación.

Los dos primeros días del Congreso transcurrieron de acuerdo a lo previsto, con prolongadas exposiciones cargadas de tecnicismo no apto para legos, donde hice duros esfuerzos para no caer del abúlico sopor al sueño con ronquidos.

El cierre del evento estaba reservado al catedrático alemán Ludgwig Von Fiffen.

Este reconocido científico había saltado a la fama veinte años antes, cuando en un rapto de inspiración en las pasarelas del Niágara ,descubrió la técnica adecuada para la cirugía de cataratas.

La expectativa en esta ocasión era enorme, ya que el paradero del doctor en los últimos años había sido un misterio, al punto tal que muchos de sus colegas lo consideraban retirado de la profesión.

Cuando hizo su aparición en el auditorio acompañado de su lazarillo, un murmullo de sorpresa recorrió el enorme salón. Sin inmutarse Von Fiffen depositó sobre el atril su discurso escrito en Braille.

He aquí su contenido literal:

 

Estimados colegas:

Durante el ultimo lustro estuve recluido en el atolón deshabitado de Rou-Ka comprobando en forma personal la veracidad de mi nueva teoría. Los resultados están a la vista, en mi ceguera temporaria.

Hoy puedo afirmar, sin margen de error razonable, que el celibato masculino afecta seriamente la visión. Cuando el nivel de semen alcanza las pupilas, ya no es posible ver absolutamente nada.

De poco valdría la mera enunciación de este mal, sin una propuesta de cura, después de todo, mis queridos colegas, somos galenos.

Es por ello que les pido que me acompañen a la famosa zona roja de esta ciudad, para ser testigos de mi inmediata recuperación.

 

Lo que siguió fue una de las orgías memorables de Hamburgo. A la mañana siguiente Von Fiffen vendió su lazarillo y yo escribí este reportaje que me valió sin sospecharlo, mi primer Pulitzer.

 

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