No eres tus Circunstancias, eres tus Posibilidades


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@DANTEX

19/09/2017#N64306

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Uno de los conceptos más importantes al hablar de desarrollo personal es el Síndrome del Espejo Retrovisor (SER), que consiste en mirar atrás y sacar conclusiones a futuro. Es pensar que lo que fue ayer seguirá siendo igual mañana. El SER es lo que nos lleva a vivir vidas pequeñas. Y todos —en mayor o menor medida— padecemos este síndrome.




Nuestro subconsciente —que gobierna nuestra vida— es una especie de espejo retrovisor que revive y recrea continuamente nuestro pasado. Creemos erróneamente que somos el que éramos, lo cual limita nuestro potencial en el presente, a raíz de las limitaciones de nuestro pasado. En consecuencia, cada decisión que tomamos viene determinada por el filtro de las limitaciones de nuestras experiencias pasadas.



De los 60.000 pensamientos que tenemos a lo largo del día, más del 95% se repiten (y son negativos): ‘no soy bueno’, ‘no soy capaz’, ‘ellos son mejores’, ‘ellos han tenido suerte’, ‘a mí nada me sale bien’, ‘yo suelo tener mala suerte’… Y el problema es que nuestra forma de pensar determina nuestra forma de actuar, y por tanto, lo que conseguimos o no conseguimos.



Al hablar de desarrollo personal, una de las cosas más importantes a tener en cuenta es que nuestro pasado no es futuro; nuestro presente es nuestro futuro. Y nuestro presente es el conjunto de decisiones y acciones que tomamos todos los días cuando nos levantamos de la cama por la mañana. No importa tu pasado si estás dispuesto a construir tu futuro. Lo importante no es dónde una persona estaba ni dónde está, sino dónde quiere llegar a estar, porque lo que conecta dónde está con dónde quiere llegar a estar es su capacidad de aprender.



Siempre existe la posibilidad de cambiar porque siempre existe la posibilidad de aprender. Tú no eres tus circunstancias, eres tus posibilidades. Tus circunstancias actuales determinan dónde comienzas pero no dónde acabas. Si quieres dejar atrás el pasado y superar tus limitaciones tienes que dejar de vivir con tu espejo retrovisor y empezar a vislumbrar una vida de posibilidades.



La pregunta —la única pregunta relevante— que debes hacerte es la siguiente: ¿Estoy dispuesto a comprometerte y hacer lo que haya que hacer sin ningún tipo de excusas para llegar donde quiero llegar?



Y solo tú puedes responderla con sinceridad. Puedes conseguir y llegar donde quieras llegar, pero hay algo que es importante saber: tu vida no mejora por azar, tu vida mejora por cambiar. Si quieres que tu vida mejore, tú tienes que mejorar.



Nuestra vida es el resultado de nuestros hábitos, y los hábitos solo se construyen por repetición, a base de hacer una y otra vez el mismo comportamiento hasta interiorizarlo. Y para ello se exige disciplina constante e inteligente: hacer lo que se tiene que hacer aunque no apetezca; hacer lo que se tiene que hacer aplicando la regla de cero excusas. Y además, la disciplina es siempre un concepto asociado a medio y largo plazo. No se trata de ir a clases de chino las tres primeras semanas, sino que cuando pase un año, uno continúe yendo a clases de chino. Abundan las ‘personas gaseosa’, que inician con mucha fuerza alguna actividad, y al poco tiempo se desinflan. Los esfuerzos irregulares no producen resultados.



Una de las frases más peligrosas para tu desarrollo personal –y que todos nos hemos dicho alguna vez– es: ‘por un día no pasa nada’. Pero sí, sí pasa. El día que dejas de practicar un buen hábito te empiezas a instalar en uno malo. Has empezado a crear una tendencia, pequeña, pero una tendencia, al fin y al cabo, negativa. Nuestro tenista más internacional, Rafa Nadal, lo ilustraba perfectamente durante una entrevista: «La verdadera prueba se produce esas mañanas que despiertas y lo que menos deseas es levantarte y entrenar sabiendo que vas a tener que trabajar muy duro y que vas a sudar a mares. Es posible que por un momento se establezca un debate en tu mente: ‘¿Y si me lo salto hoy, solo por esta vez?’ Pero no escuchas el canto de sirena que suena en tu mente, porque sabes que de ese modo acabas cayendo por una pendiente peligrosa. Si flaqueas una vez, flaquearás más veces».



Las tentaciones siempre existen: quienes las vencen, avanzan en la vida; quienes se dejan vencer por ellas, se estancan. Todo es posible, pero nada es gratuito. Sí, el proceso duele. Sí, la travesía del desierto hay que pasarla. Sí, es más cómodo hacer lo que a uno le apetece en cada momento. Lo cómodo y fácil es siempre la alternativa más seductora para el ser humano, pero ese camino no conduce a ningún paraje interesante. Jim Rohn, uno de los referentes del desarrollo personal, siempre decía: «O pagas el precio de la disciplina, o pagas el dolor del arrepentimiento. El dolor de la disciplina pesa kilos; el dolor del arrepentimiento pesa toneladas».



Cada vez que haces lo cómodo y fácil en lugar de lo correcto y necesario estás dando forma a tu identidad y personalidad para mal. Se siembran actos y se recogen hábitos —buenos (virtudes) o malos (vicios)— que van configurando silenciosamente nuestra vida para mejor (peor). Los hábitos buenos nos convierten en personas poderosas; los hábitos malos nos convierten en personas débiles.



Además, la disciplina no solo es importante a la hora de construir hábitos, sino también a la hora de mantenerlos. Algo que mucha gente olvida es que los hábitos igual que se adquieren, se pierden. Si uno es disciplinado para ir al gimnasio y ponerse en forma, y cuando está en forma deja de ir al gimnasio, el músculo pierde volumen; si uno habla muy bien inglés, y deja de practicarlo, uno se siente poco ágil; si uno habla en público y deja de hacerlo, empieza a sentirse incómodo… Y así pasa con todo.



Tu mayor aliado es la disciplina; y tu mayor enemigo es la pereza. Tú decides a qué quieres jugar: si al juego de la ‘mediocridad’ o al juego del ‘ganador’. Es tu responsabilidad decidir y es tu responsabilidad actuar. El grado de responsabilidad que aceptes de todo lo que te pasa en la vida es indicativo de tu grado de poder personal. No vivas por debajo de tus posibilidades, invierte en tu desarrollo personal y vive la vida que quieres. En resumen: dónde estás es el resultado de quién eras, pero a dónde vayas depende únicamente de quién elijas ser



 

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