LA REVOLUCIÓN DE LOS ESPEJOS (2001)


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Escrito por
@GUS4390

12/10/2012#N42027

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 La revolución de los espejos.  (2001)

                                                                    
Sobre una cortada, que como un segmento divide a las avenidas 4ta y 5ta, se erige el monumental laboratorio de perfumes Dexter. Ocupa un edificio de diez pisos que abarca a la mitad de la cuadra. Los primeros tres pisos pertenecen al área administrativa, mientras que en el resto está instalada la planta productora de esencias. Todas las ventanas pertenecientes al sector productivo, están selladas para seguridad del personal y de la población, de manera que ningún transeúnte puede advertir lo que pasa en su interior. El único sitio visible para la gente, es un pequeño depósito que está encastrado entre la entrada principal y la oficina de seguridad.
Todos los días el personal especializado, procede a retirar los desechos químicos en bolsas o en containers especiales para que lo retire el Servicio de Limpieza Sanitario. Hasta ahora no había ninguna posibilidad de que nadie (a excepción del personal de recolección) tomara contacto con el desperdicio tóxico. Además, la circulación de la basura siempre se efectúa a través de un montacargas, y la puerta del depósito permanece cerrada herméticamente hasta que el Personal Sanitario retira a las 23 hs todos los días el desperdicio, previo aviso a las autoridades de la empresa, que llave en mano les entregan el sobrante tóxico.
Hace aproximadamente un mes Dexter viene desarrollando la síntesis de una nueva esencia, que en combinación con otros extractos conocidos, dio lugar a la formación de un compuesto llamado nitrato selar. Esta sustancia química les permite trabajar en la elaboración de un descubrimiento que cambiaría para siempre el destino de la humanidad.  
Venía tambalendo por la vereda, llevaba un pantalón y un saco raídos y cargaba una bolsa de arpillera al hombro con todos los desperdicios que había juntado durante el día. 
En ella había latas de legumbre casi vacías, estuches de cartón, cigarrillos y un montón de vidrios y espejos rotos que provocaron en la bolsa un corte transversal. Con el movimiento incesante de la bolsa, el tajo se agrandó y cayeron varios pedazos de espejos hechos añicos.
El pobre hombre hurgó la basura para ver que podía hallar, pero al abrirla se encontró con un líquido extraño, lechoso y medio tibio. Toda la sustancia empezó a desparramarse por la vereda, y siguiendo el declive de las baldosas avanzó hasta el cordón. El nitrato cubrió una parte de la superficie de los cortes de vidrios y espejos, y se perdió en la inmensidad de la boca de tormenta, justo enfrente del edificio.
El linyera chasqueó la lengua, se rascó la cabeza sucia y se alejó en busca de más despojos.
Mientras tanto una mutación rara se producía en el umbral del laboratorio.
Los trozos de vidrio contaminados permanecieron invariables, en tanto los espejos empezaron a inflamarse, llenándose de burbujas toda la superficie. Toda la película del espejo pugnaba por salir, en movimientos frenéticos de contracción y dilatación.
Los espejos comenzaron a agrietarse y las trizas salieron disparadas por toda la cuadra.
Ahora eran cientos de espejos que ebullían. Pero al despuntar la mañana los trozos quedaron diseminados como si hubiese ocurrido un accidente.
Un nenito que andaba en bicicleta por la calle, recogió por curiosidad un espejito. Trató de mirarse pero no pudo, inclinó el espejito hacia uno y otro lado pero no obtenía su imagen. El chico se crispó de terror pero lo atribuyó a una falta de desconocimiento suyo, tal vez hubieran distintos tipos de espejos. Y aunque no había estudiado física por su corta edad, imaginó que tal vez habría otras clases, tales como las conocen ciertos adultos: cóncavos, convexos, enfrentados.
Pero quedó un largo rato perplejo, tratando de explicar esa incertidumbre que se le presentaba como algo místico.
El niño vio no obstante, que si bien su rostro no se reflejaba, alcanzaba a divisar el edificio contiguo; justo cuando lo ubicaba perpendicularmente a su cara.
Corrió todo lo que pudo para contarle la noticia a sus padres, para hallar un razonamiento convincente.
Federico llegó a su casa y le mostró el espejito a sus padres. Éstos quedaron azorados por el descubrimiento de Federico. No sabían qué decir, ni qué hacer, ni a quién recurrir.
De pronto a la madre se le ocurrió mirarse en el espejo del baño, era para confirmar solamente que podía ver su imagen, para corroborar la idea de que la luz de los espejos se refleja en forma rectilínea.
En lugar de su cara veía el inodoro y parte de la mampara de la bañera. 
La madre empezó a entrar en pánico, a creer que todos habían sido víctimas de un hechizo.
Mientras tanto en la vereda del laboratorio operaba otra transformación, esos cientos de espejos habían invertido sus propiedades.
Todo el barrio se alarmó, y desde los canales de televisión transmitían la noticia como algo inédito e increíble. 
Evidentemente la luz de los espejos buscaba infinitos ángulos, con un corrimiento de sus haces que los investigadores no habían podido aún determinar. Y estos haces no respetaban el límite físico del espacio, así que en pocos minutos toda ciudad tenía sus espejos contaminados.
Lo que pudieron revelar luego era que no todos los espejos contaminaban a otros, sino tan sólo aquellos que no lograban reflejar una imagen antagónica de cierta figura, persona o escena.
Porque los espejos tenían inteligencia propia, no eran un mero fenómeno físico nuevo.
En algunos casos cuando alguien se colocaba frente a un espejo, hallaba una imagen de algo o alguien distante; en otros, se observaba justo lo contrario a lo que se exhibía.
Todos dedujeron que la selección que ejecutaban los espejos, tenía que ver con ideas y no con imágenes.
Obviamente se trataba de seres que podían elegir, filtrar o rechazar lo que observaban.
A pesar de la rapidez de la información y la premura con la que trabajaron los investigadores, la difusión de esta noticia era vaga; y la actividad de la ciudad continuó desenvolviéndose normalmente.
Hacia la tarde el gremio de los tabacaleros, había programado un paro con movilización en reclamo de mejores condiciones de trabajo.
La policía cortó arterias principales que conducían a la plaza central, y se generaron algunos problemas porque hubo otros gremios que se solidarizaron con la medida de fuerza. Al ver desde el gobierno que la huelga era incontrolable, enviaron al lugar infiltrados para que produjeran disturbios.
Algunos de ellos eran identificados con el martillo y la hoz. Luego empezaron las corridas que se originaron en una de las calles con acceso a la Plaza Central. Se sentían todo tipo de insultos y consignas adversas al gobierno, mientras los infiltrados (ya identificados por los manifestantes), coreaban cánticos todavía más extremos.
A pesar de que la noticia acerca del llamado “levantamiento de los espejos”, no había tenido tanta resonancia en la población, todos estaban atentos y espectantes.
De pronto a uno se le ocurrió usar como broma irónica, un espejito que había guardado en su bolsillo.  Lo apuntó hacia la bandera comunista, y vio con estupor como éstas se transformaban en esvásticas.
Por buen rato, gran parte de la multitud quedó desconcertada por ese hecho; pero sin embargo siguieron avanzando en columnas compactas, hasta que la policía desbordada por los hechos empezó a reprimir con balas de goma.
Todos corrían despavoridos hacia todos los sentidos, y la policía se dedicó a perseguir y atacar a los manifestantes. Parecían sufrir una grave derrota, pero entonces, el mismo hombre que había enfocado el espejo hacia la bandera para cambiarla de símbolo, lo hizo hacia los propios manifestantes. Y todos vieron como la persecusión policial era infructuosa; cuando la policía llegaba a un flanco de la manifestación, ésta no existía, era sólo el reflejo de un espejo.
Y cuando apuntaban a las ametralladoras, las balas de goma que debían impactar contra la multitud, se perdían en el vacío absoluto.
El accionar de la policía fue un fracaso, y desde el Ministerio de Interior cundió una voz de alarma por lo que había sucedido.
Desde el Gobierno se trató de ocultar ese hecho, para mitigar la divulgación de este revés; pero la noticia se filtró y todos los canales de radio y televisión transmitieron la novedad.
Mientras tanto, desde el interior del país y desde algunos sitios muy distantes en el mundo, llegaban cables informando de situaciones similares y extravagantes que nadie podía explicar.
Todo el mundo creyó conveniente, como si fuese una moda, portar un espejo en señal de protección.
Los más excéntricos, probaron portar espejos cóncavos y con formas irregulares, para ganar eficacia.
Pero los únicos espejos contaminados eran los planos. Al mismo tiempo se producían todo tipo de hechos insólitos, las mujeres enfocaban el rostro de sus maridos para averiguar porque habían llegado tarde a sus casas; el semblante de los hombres se desdibujaba frente a los espejos de sus esposas y aparecían sus contornos flamígeros declarando la verdad.
Sin embargo, la mentira de los niños, por ejemplo, no podía ser descubierta por sus padres; el espejo hacía un corrimiento de imágenes y aparecía una figura cualquiera. Era evidente la capacidad de elección de los espejos y que éstos decidían la suerte del que reflejaban.
Todo el mundo estaba confundido, sin más guía que la distorsión que operaban los espejos.
Algunos se volvieron sinceros, otros mentirosos; algunos se pervirtieron  y otros se volvieron abnegados.
La verdad no estaba en ningún lugar, la gente se sentía incomunicada, no se animaba a tomar decisiones, hablaban de banalidades para no comprometerse con una mentira o exageración por temor a los espejos.
A veces ya no servía ni la ostentación ni la falsa humildad, ya que realidad era transfigurada por otras realidades aparentes.
Se generalizó el uso cotidiano de espejos como herramienta de comunicación. Hasta en los colegios les hablaban a los alumnos de sus propiedades y ventajas.
Con el tiempo todos empezaron a comunicarse a través de espejos, y este vínculo de comunicación suplantó a todos los anteriores, inclusive el teléfono y las computadoras.
Las principales potencias mundiales se convulsionaron, por el hecho de que toda la población mundial poseyera un poder distinto, que siempre había estado reservado a los gobiernos.
La promulgación de leyes y decretos careció de validez. Nadie podía jurar más que ante los espejos.
Entonces se exacerbaron las disputas entre los países, algunos intentando defenderse de atropellos, otros por la desconfianza que les producía el uso inservible de sus propias armas.
Y todos se vieron envueltos en una crisis cardinal, empantanados en decisiones irresolutas. Se sumaron declaraciones de guerra y se emprendió una carrera armamentista que no tenía solución.
Toda la economía mundial quedó prisionera de estadísticas erróneas, de publicaciones espurias. Las operaciones financieras no podían ser realizadas electrónicamente, porque todos los agentes aprovecharon para colocar en sus computadoras chips especulares que deformaban las cotizaciones.
Finalmente, en medio de una crisis mundial, las naciones centrales se apuntaron con todas las armas disponibles. Pero nadie tenía el poder, y algunas armas letales eran neutralizadas por los espejos de otras, o se transformaban en objetos inservibles. Otras se disparaban destruyéndose mutuamente.
Llegó un punto en el que no existió ninguna verdad que no fuese a través de los espejos. Cayeron los valores y las religiones que no podían sustentarse exhibiendo espejos. Cayó la educación que tenía un sentido relativo, el poder de la palabra era tan sólo un medio de interpretación de los espejos. Nadie creyó en nadie, simplemente porque la confianza no tenía sentido.
Y el sentido común terminó cediendo paso a la transmutación de todos los sentidos y verdades.
Se terminó un capítulo en la historia de la moral, ya que nadie podía juzgar a nadie y el discernimiento entre el bien y el mal había pasado a ser un recuerdo en los libros de historia y filosofía.
Las libros fueron forzosamente falsos, debido a que la humanidad se acostubró a leer con anteojos de espejos especiales.
Ya no había miradas de amor ni de odio, porque todas eran espectrales.
Y el mundo se acostrumbró a vivir en el caos de sentimientos e intereses ambiguos. Y cuando ninguna voz tuvo una claridad de liderazgo sobre otras, el mundo sucumbió fragmentado por millones e infinitas realidades y miradas. Ya nunca una cosa fue igual a otra, aunque se tratara del mismo objeto o cualidad.
Un día, cuando todos se habían acostumbrado a vivir así, alguien descubrió (como Federico), que los espejos no surtían más efecto. Ciertamente el nitrato selar se había disuelto y los espejos volvieron a ser espejos. A reflejar en forma rectilínea lo que todos observaban. Pero la humanidad había cambiado.
Lo que veían ya no tenía el mismo sentido, la misma perspectiva que antes de desatarse la Revolución de los Espejos. Y por todos lados surgieron voces que proclamaron su derrota y su reemplazo por un orden, pero nadie podía imponerlo ya que el pensamiento, la identidad de las personas y los valores se habían vuelto caóticos.
Es que ya nada será igual luego de la revolución de los espejos.

 

Comentarios

@KUKITYTA

12/10/2012



Bien Gus que te animaste!

Me gusta mucho esta "Revolución de los espejos", muy oportuna la publicación.  
@QUIQUERAF

12/10/2012

 ¿hará falta una revolución de los espejos??? mmmmmmmmmm

me gusto el relato Gus (aunque no tengo autoridad literaria para eso pero....si opinión personal)

 
@MARIO

12/10/2012



Que imaginaciòn Gus !!! muy bueno.  
@SUSANAGRACIELAG

12/10/2012



Querido Gus, tu cuento NO TAN CUENTO... me gusta mucho.

Provocás imágenes y emociones, lograste "meterme" en el cuento!!!

El tema me gusta todavía más. La revolución de los espejos se produjo para que vieran lo que no querían ver o la revolución interna de cada uno se reflejó en los espejos, sirviendo solo para reflejar el cambio?

Te felicito!!!!

Besos. Su

 

   
@SUSANAGRACIELAG

12/10/2012



Gus, cuando le preguntaron a un poeta porque escribía, contestó:

Para saber lo que quiero decir!!!

Si te asombra lo que escribiste, andá amigandote con tus palabras.

Un abrazo

Su

   
@MABE

13/10/2012



El tiempo pasa,
nos vamos poniendo viejos,
el amor no lo reflejo, como ayer,
en cada conversación,
cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de razón.
Pasan los años,
y como cambia, lo que yo siento,
lo que ayer era amor,
se va volviendo otro sentimiento.
Porque años atrás,
tomar tu mano,
robarte un beso,
sin forzar un momento,
formaban parte de una verdad.

El tiempo pasa,
nos vamos poniendo viejos,
el amor no lo reflejo, como ayer.
En cada conversación,
cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de temor,
vamos viviendo,
viendo las horas, que van muriendo,
las viejas discusiones, se van perdiendo
entre las razones.
A todo dices que sí,
a nada digo que no,
para poder construir,
la tremenda armonía,
que pone viejos, los corazones.
El tiempo pasa,
nos vamos poniendo viejos,
el amor no lo reflejo, como ayer,
en cada conversación,
cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de razón.


Años - Pablo MIlanés

Hola Gus, tu cuento me recordó esta canción

Besos, Mabel