LAURA Y SUS NIÑOS.
Escrito por
@SILSOL
Laura y sus niños.
En el año 79 DC, en la floreciente ciudad de Pompeya, a orillas del rio Sarno, vivía Laura; una joven y hermosa muchacha.
Laura era muy querida, siempre con una sonrisa, la que pronunciaba los hoyuelos que se dibujaban en sus mejillas. Tenía el cabello largo y con un brillo sin igual, el cual adornaba con dos trenzas cruzadas que sostenía con un broche con flores.
La vida era tranquila, era una ciudad que crecía, y el paisaje era muy bello, con la vista del Vesubio, la ciudad situada en una llanura verde y el Río Sarno.
Era un paisaje, que invitaba a apreciar la magnitud de la creación.
Ella vivía con su familia, sus padres y hermano menor. El padre era carpintero y su madre cuidaba de todos.
Laura siempre supo cual era su vocación, desde niña, soñaba ser maestra, adoraba a los chicos, trataba de ver en los ojos de los pequeños cuánta inocencia y alegría contagiaban.
Estudió desde muy pequeña preparándose para poder algún día enseñar, no era muy común en esos tiempos, pero ella sabía que tenía que cumplir su vocación.
Con el tiempo pudo lograrlo, tanto hizo que pudo establecerse en una pequeña escuela que se había montado para algunos chicos que vivían del otro lado de la Vía de los Augustales.
Realmente se sentía muy feliz, estaba agradecida a la vida por poder cumplir su vocación, y también porque hacía unos meses había conocido a Marco.
Marco,, era tan alegre! Siempre tratando de consentirla, siempre con sorpresas y la miraba con tanta dulzura, que ella vibraba tan solo con verlo llegar….
Marco, era hijo de un capitán de barco. El trabajo mercante era muy reconocido, ya que más allá de los cultivos, Pompeya junto a Herculano, habían florecido gracias al mercantilismo.
Después de un tiempo que ellos se conocieron, les bastó para saber que querían formar un hogar y compartir el resto de sus vidas, ahí mismo en Pompeya en la ciudad que los vio crecer.
Cómo todos los días, a primera hora de la mañana, Laura se preparó para ir hasta la escuela. Con una túnica bordada, con el cabello hermoso como siempre, y alegría de cumplir un día más en su trabajo. Salía de su casa y caminaba casi 20 cuadras que conformaba la Vía de los Augustales. Todos los días pasaba por esa vía adornada con glorietas, y la gente que la veía pasar la saludaba, ya que todos la conocían, “La maestrita bonita”, decían ..Adío Bella!
Hacía unos días que el Vesubio daba señales de su presencia, con algunos temblores y sonidos de erupción, pero sus habitantes ya sabían que era parte de la rutina de la ciudad,,, aunque 17 años atrás habían tenido un mal trago con una erupción muy fuerte, que obligó a reconstruir la ciudad.
Ese día 24 de Agosto del año 79, se iniciaron las clases como todos los días. Entraron los chicos, riendo, gritando y besando a Laura, ya que ella les permitía que demostraran su cariño hacia ella con besos y abrazos…. Que felicidad sentía Laura al verlos, la hacían recordar a Marco, por la alegría que le contagiaban. Les pidió que se sentaran para poder dar la clase de ese día, pensaba que para que se entretuvieran, les había traído pedazos de maderitas, para que ellos conformaran figuras, que le había pedido a su padre. Los niños encantados, hicieron caso de inmediato. A media mañana, se escuchó una gran explosión.
Los chicos gritaban asustados, y Laura con mucha calma les decía que se tranquilicen que los iba a preparar para que pudiesen salir.
Pero en ese momento en el monte se abrió un cráter y un chorro de gas caliente arrojó millares de toneladas de piedras, en gran parte al rojo vivo, a miles de metros de altura, fenómeno que se prolongó cierto tiempo. Una nube en forma de paraguas (seguramente parecida a la que desencadenan las explosiones nucleares) ocultó el sol, y a continuación los detritos empezaron a caer al suelo.
En el interior de la escuela, se empezaron a caer paredes, todo se movía Laura atinó a llamar a los niños y ponerlos debajo de una arcada, ellos la abrazaban, tenían miedo, pero empezó a faltar el aire, no se podía respirar…. Todo era humo… todo era gris. Laura caía con los niños abrazándolos como para protegerlos…tratando de cubrirlos… Pobre Laura… su amor no pudo salvarlos…
A media tarde, Pompeya quedó enterrada bajo seis metros de piedra pómez y cenizas.
Las ciudades enterradas se sumieron en un olvido casi absoluto hasta el inicio de excavaciones en el siglo XVIII. Desde entonces las palas han desenterrado miles de metros de ceniza y piedras. Quedando todo como si fuese una ciudad hecha en piedra.
Cuando se llegó a esa escuelita de Vía de los Augustales; encontraron a una persona adulta, cubriendo con su cuerpo a niños que la abrazaban… Parecían estatuas vivientes, como creyó que iba a poder hacerlo??? Que iba a poder salvar a esos niños con su cuerpo?? Se preguntaron los excavadores.
Era la imagen del amor en piedra… y esa era la bella Laura.
Silvana
Comentarios
@SUSANAGRACIELAG
05/07/2011
Tierno y bellísimo, como el amor de Laura!!!!
@GABRIELMAX
05/07/2011
Me gusto eso si el final es de piedra !!!!! muy bonitooooooo
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