Caminante Lunar

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@BYS23

12/09/2010#N33223

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Era de noche cuando cruzaba a paso ligero la plaza, volviendo a mi casa después de una clase alocada en el gimnasio. No hacía este frío de postal. Y para mí sorpresa, la noche modificaba ese espacio público como no lo había visto. Parejas encerradas en su esfera rosa, perros paseando a sus humanos, alguno que otro improvisando stretching en los bancos, amigas despuntando crónicas de ayer. Fotógrafos nocturnos relampagueando el cielo.

Y en un lateral, cuando mi paso era no más que suspenso, en el banco más apócrifo, una pareja de actores estudiaba algún libreto. Improvisando en ese escenario de luces tenues, y sombras mágicas, desplegaban la fantasía de lo lúdico.

Una vez más me maravillo con estas escenas robadas a la rutina. Portales que escapan y se permiten navegar hacia una isla de dos lunas. Hay una fiesta pagana e irreverente, carnavalesca. Sonrisas, juegos y pasiones que sublevan los sentidos de la estructura. Sin manivelas, ese olimpo de compañías y soledades es ni más ni menos que el espacio para compartir lo más individual que tenemos: nosotros mismos.

Tantas veces exiliados, egoístas, escondidos…perdidos. En el roce más angustioso en un tren, en la calle no hay comprensión de lo que nos hace tan necesariamente civilizados: el otro. Al que le escapo, el que me aliena, al que no puedo soportar acodado en el asiento…a ese, desvestido de sistema, sin traje ni corbata, ni carteras o calzado suntuoso; le doy la sonrisa calma, compinche y serena del anonimato compartido. Ahí mismo, en el teatro de la plaza.

Si esa sorpresa fuera memoria, de los codos que sí chocamos en la Plaza grande, en el Obelisco, entonando con piel de gallina ni más ni menos que la canción patria.

Una sonrisa frente a una lágrima.

Un perdón frente a un enojo.

Un abrazo ante la soledad.

Una plaza sin rejas para encontrarse.