buscando a eleonora


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Escrito por
@CRISTALMUNDO

09/11/2006#N12372

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BUSCANDO A ELEONORA

Esta historia comenzó con otra historia paralela. Tu compañero no quería atenderla. Y un poco para sacársela de encima y otro para distraerte le hablaste. Sabias que la cautivarías con tu voz y tu manera de hablar. No te costó mucho introducirla en tu vida. Tenía un par de años menos que vos y un buen cuerpo.
Era casada y eso no te detuvo, menos compromiso.
- ¿En serio le creíste el famoso – no me llevo bien con...?
Aún no habías cerrado lo que pasó con tu ex y buscaste cerrar lo mío. Aquel jueves cuando me llamaste llovía mucho y sabía que ibas al encuentro de ella.
¿Escapabas?
No, claro que no. Era más fácil dejarte amar que permitirte amarme.
Aún conservo las fotos de mi cumpleaños numero cuarenta y uno que sacara mi amigo Luis y al mirarlas veo reflejada en mis pupilas la tristeza mas infinita que se puede padecer, cuando se conoce la verdad, sólo comparable a la pérdida de una madre.
Y la mujer comenzó a considerarse tu novia.
Se escapaba del hogar dejando sus hijos al cuidado de su compañero.¡Era tan gordo!...
Y te dijo por aquel entonces que trabajaba en la casa de una señora con un muy buen pasar económico allá en la zona sur de Buenos aires.
En el lugar que iba a comenzar la otra historia...
Quizás te faltaban las fantasías reales que vivías a mi lado, aquellas que en un momento te obsesionaron pero que extrañabas. Sea de la forma que sea ella se enteró de mi existencia. Y jugó al papel de víctima con vos.
¡Qué ibas a saber por el infierno de dolor que yo estaba atravesando, si no te lo había dicho!
Y me llamaste...
- Ayúdame, tienes que hacerlo, se va a matar. Sólo vos podes hacerlo.
Me decías del otro lado del tubo sin ver que temblaba al escuchar tu voz por primera vez después de tanto tiempo, casi seis meses...
Ella fingía como la mejor actriz de un protagónico de novela. Tratando de llamar tu atención sabiendo que el período de la pasión contigo había entrado en su etapa final. Y yo sin podértelo decir para que no me acuses de mentirosa o de celosa.
- ¿Porqué no le mueves las estrellas? – dije recordando lo vivido allá en La Cruz.
- No puedo hacerlo, no soy Dios – fue tu respuesta.
Cometí en ese instante, mi primer pecado de soberbia espiritual por el cual aún hoy peno.
- ¡Pero qué queres que haga! – exclamando más que preguntando.
- No lo sé
Y me contaste que ella prefería sufrir y dejarte antes que dejar al marido. Para que seas feliz, argumentaba.
Una vez más sin saber quién hablaba por mí ya que el corazón me sangraba por dentro y dándome cuenta en ese instante lo que era amar dije:
- Esta bien pásame el teléfono y el nombre. Le voy a hablar.
- Bien – cortando luego de darme los datos.
Cuando llamé me atendió el marido, aduje ser una amiga de ella. En la casa todo era una algarabía y él estaba orgulloso con su felicidad, jugando con los niños. Se escuchaba una televisión prendida.
- Soy Elena – al escuchar su voz
- Ah – cambiando al instante su tranquilidad.
- Dan está muy triste con lo que te pasa
- No quiero que sufra por eso mejor es que viva sin mi – con voz lastimera.
- Escúchame, voy a llamarte durante siete días seguidos, ni uno más ni uno menos.
¡ Qué dura misión!
Durante esa semana trabaje la autoestima y la necesidad de que no cortara de esa manera Con Dan. Comprendiendo el porqué de dar felicidad a los que amamos. El último día me preguntó si me gustaba el tango aduciendo que estaba tan bien después de comunicarse conmigo que pretendía regalarme una colección completa.
Sonreía al escucharla ya que nada le creía, pues en el transcurso de nuestros diálogos me había dado cuenta que se tranquilizaba al pensar que mi persona no representaba ningún problema para su relación extramarital. y por más que haya puesto el sumo esfuerzo en averiguar algún dato sobre mi, me las arregle para girar el rumbo de la conversación y no decirle nada.
- Gracias, no se como lo conseguiste, estamos súper bien
- Por nada Dan, por nada – susurrando apenas, mientras que por mi mejilla se deslizaba una lágrima.
En compensación por sus logros la llevaste a Mar Del Plata. Allí te vio el novio de mi hija que también vacacionaba en el lugar. Nunca me lo contaste, tampoco él, pero mis ojos ya te habían visto a través de mi corazón y ninguno de los dos se enteraron, no se los dije. Para qué agregar dolor cuando el casi niño sabía que te amaba y ese amor representaba para él un ejemplo a seguir. Porque para enseñar sobre los sentimientos, fuiste un gran maestro.
No habías desarrollado tu capacidad para amar, sino más bien la habilidad para hacerlo, es por ello que el tedio te inundaba de nuevo al poco tiempo de regresar de esa mini luna de miel.
No podías comunicarte conmigo, me había mudado dejándote sin dirección ni teléfono donde ubicarme, y en ese instante nació la otra historia..
Eleonora...
Quizás para satisfacer los diálogos faltantes o quizás para despejar la cruda realidad que te envolvía comenzaste a escuchar sus relatos.
Haciendo uso de su inteligencia y su vivacidad por haberte observado situó justo el principio en donde tu padre había estado, la ciudad feliz, la costa balnearia más importante de Buenos Aires por aquel entonces.
Eleonora era viuda, era su patrona y contaba con sesenta y ocho años aproximadamente y en su solitaria vida sin hijos, no los había tenido en su matrimonio; confiando en su discreción le había dicho que existía un hijo del cual no se había hecho cargo. Era una anciana muy simpática, de pelo blanco, elegante en su andar. Usaba bastón.
Y el resto corrió por tu cuenta.
Ahora esperabas con ansiedad los encuentros con ella, para tener novedades del vivir de la señora.¿Sería la madre que buscabas?
En la mayoría de las telenovelas siempre hay una que se espera encontrar, porque no hacerlo vos también. Ya tenías una, pero no satisfacía tu alta necesidad de ternura, y caricias que te faltaban.
Te costaba tomar la decisión de conocerla, y le expresaste que para tu cumpleaños irías, y...
Oh casualidad, para esa fecha ella viajó al interior.
Entre sus propiedades tenía una en Tres arroyos, hasta allí la fue a buscar un sobrino por parte del marido y en una discusión por el vil metal de un ataque al corazón, se había ido de este mundo.
¿Y ahora con qué te iba a entretener?
Las cosas en tu trabajo no marchaban bien, los sindicalistas no se ponían de acuerdo con el monto del aumento de los sueldos. Para colmo habías renunciado a tu efectividad y depositando tu confianza en un pariente no invertiste en el lugar adecuado, la cifra cobrada por tal acto.
Eras un contratado ahora, ya no más un encargado de sector con personal a cargo. Y tus manos, tus manos de las cual me enamoré comenzaron en ese entonces a tener lastimaduras por el duro trabajo.
Te sentías pésimo, los chismes corrían por doquier. Todos temían los famosos despidos por reestructuración, vos también. Dos hijas tuyas dependían de tu ayuda económica, del amor que les dabas no, ese siempre sobraba y siempre te admiré por ello. El padre de mi hija era un abandónico, y vos fuiste más referente de ese rol que él.
Entonces cuando ya las cosas no daban para más, pensaste que tu madre, esa que no conocías te podía ayudar, tu amante te dijo que se iba a ocupar de hablar con un alto ejecutivo.
Y entre amenazas de muerte por parte de compañeros y el miedo natural a quedarte sin empleo, volví a aparecer en tu vida. Un trece de enero para ser mas exacta. Dándote un sabio concejo para tranquilizarte y otorgándote la posibilidad de verme de nuevo.
Sabía que no te ibas a quedar sin trabajo, incluso te dije:
- Van a caer espadas de punta, pero a vos nadie te va a dañar, estas protegido.
Todo el amor que te tenía y te tengo lo iba a hacer.
¡Si tan solo comprendieras lo que puedes lograr amando!
No sé si interpretaste lo que te comente, pero seguiste al pie de la letra mis indicaciones, y volvió la paz a tu alma.
Pero en forma implícita ella tenía que competir, y así seguían sus intervenciones, una tras otra...
Que se iba a encontrar con los matones, para tenderles una trampa y que su esposo los iba a poner presos....
Que tal ejecutivo te iba a aumentar el sueldo y te iba a trasladar de puesto...
Que tenía los sobres que le había dejado Eleonora por si algo le pasaba y que ella tenía que repartirlos en una fecha determinada...
Que había recibido una paliza de parte de los hombres que te amenazaban, pero que no le importaba porque lo hacía para ayudarte...
Entonces soñé...
Y bien sabías que mis sueños eran proféticos.
¡Existía tu madre!
Pero como nunca pude establecer tiempos, tal vez fuera en esta vida o en otra anterior tuya. Y la historia comenzó a ser mía.
Cuando te la conté te dije:
- Tené cuidado con la Loba, no puede enterarse de nada.
- ¿Pero quién es? – me respondiste
- Tu madre no quiere que ella se entere, además Eleonora no es su nombre – afirmé.
Tenías los medios económicos necesarios para hacerte el análisis genético con Beatriz. Pero no lo hacías, más bien le reclamabas datos. Fotografías tuyas dentro de su vientre, de tu niñez..
No las poseía y eso te llevaba a afirmar.¡ Eras adoptado!
Mi mente era un torbellino de dudas. Sabía que una persona super celosa podía fabular con ello. Y tu eras celoso.
Un poco porque no tenía la certeza de que era verdad y otro poco porque cuando decía algo corrías a contárselo a ella, aún cuando me decías que no lo hacías, deje de ocuparme del caso.
Y pasó el tiempo... Un día de esos me llamaste para avisarme que te habías separado de ella, te dolía. Igual ya habías conocido a tu actual pareja, con la cual ibas a convivir.
- ¡Qué cosa, No!
Me pareció rarísimo que en tu departamento me atendiera tu hermana, a la cual se lo habías prestado. No te atreviste a darme la noticia.
Mientras tanto en mí se habían modificado mis sentimientos, si bien ya no te amaba como hombre, lo hacía como persona.
Y con casi once años de estar juntos, volví a ocuparme de tu tristeza.
Por eso escribo, a lo mejor este relato llega hasta las manos de María, porque ese es el nombre de tu madre Dan y al leerlo se conmueve y por fin aparece.
Porque la verdad ya no sé más que hacer para localizarla y a veces no me es posible soportar la presión que ejerces sobre mi, has depositado toda tu esperanza sobre mis hombros y esto pesa mucho. Soy una simple mujer que te ama, te acompaña, y que sobre todas las cosas desea que seas feliz.



Cristal
Graciela Anfossi
DNI: 11.356.166





 

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