simplemente lo que se siente

Escrito por
@INFIERNO01

25/02/2002#N712

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Con la tinta de los sentimientos...
Sin dudas existieron y existen amores que llegaron y permanecen sólo en la correspondencia, en
el simple ir y venir de
los esperados sobres, ahora de los esperados emails, y que, como antes al abrir el sobre,
ahora al abrir el correo se
siente la misma ansiedad, la misma tensión y angustia, la misma espera de ver aparecer el
remitente esperado. También
es cierto que este tipo de comunicación no ha evitado ni ha sido nunca obstáculo para
despertar pasiones intensas, que
convulsionan los sentidos que hacen estremecer las fibras más profundas y que hace despertar
la serpiente dormida del
deseo, por ver y tocar, por sentir el contacto y el calor y el sudor de la otra piel, por
aspirar el fragor de su respiración y
el vaho de su aliento, por presentir debajo la piel la combustión de la sangre que quema. NO,
ello nunca ha sido
obstáculo para volar el cometa de los sueños amarrado al hilo de la espera, para vibrar y
añorar la presencia corporal
del amante postal que recibe una Carta ! que es una mar revuelta y en calma hecha de palabras
de rosas y fuego que
advierten el dolor y la sed de amar del otro, su necesidad de sentirse amado, deseado.
"Toda forma de amor es, básicamente, intensidad y, por lo mismo, se compone de placeres y
zozobras: lo intenso exige
el contraste o, más aún, está hecho de un contraste que eriza". Por lo tanto no se puede negar
que el Amor que se siente
a traves de las Cartas es tan auténtico como el que se siente en el contacto directo,
concreto, tangible.
La llegada de un mensaje de una carta de la persona que más deseamos nos escriba nos produce
una de las emociones
más fuerte que podamos experimentar y cuando somos nosotros los que escribimos al otro, parece
que hasta la boca
fría y metálica de los buzones o de los cables de internet se estremecen al rozar nuestra
mano, al pulsar la tecla "Enviar",
como si se estremeciera la propia mano o el corazón del que espera o recibe la carta
-mensaje-, incluso, de quien no la
espera o nunca la contesta.

 

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