IMPERDIBLE ME EMOCIONÓ


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Publicado por
@SECESAR

02/11/2017#N64766

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Brian Winter es periodista. Vive en Nueva York y estaba en la ciudad cuando un ataque terrorista en Manhattan terminó con la vida de cinco amigos argentinos.

Sucedió el martes por la tarde, cuando una camioneta atropelló a varias personas que paseaban por "la Gran Manzana". 

Entre ellos, un grupo de amigos rosarinos que habían hecho un viaje para celebrar los 30 años de graduación. 

Winter ha vivido en la Argentina. Y aprendió acá el valor de la amistad. Por eso, apenas supo lo que había ocurrido, se puso a escribir.

Le salió un texto profundo y emotivo, pero sobre todo certero. Entendió perfectamente la gran diferencia que tiene la palabra "amistad" en Argentina con respecto al resto del mundo.

"Tenía mis amigos en Estados Unidos, pero descubrí rápidamente que el talento de los argentinos para tener un grupo de amigos para toda la vida es único", escribió en Americas Quarterly.

El texto, integramente en inglés, comenzó a circular y fue compartido en redes sociales.

Lo compartimos.

Su nota

"Era prácticamente un niño, de 22 años, cuando me mudé a Argentina en 2000 con la loca idea de hacerlo como periodista. Sorprendentemente, el Buenos Aires Herald no tenía apuro por contratar a un texano sin experiencia, y además la economía parecía estar en problemas.

Solo conocía a dos argentinos, encantadores, pero mayores, con hijos y vidas propias. Así que pasé días sofocantes vagando por las calles y viajando en el colectivo N° 60 (cruzaba toda la ciudad desde Constitución a Tigre por menos de un dólar, y con una brisa agradable) mientras devoraba empanadas, ñoquis y sándwiches de jamón con un presupuesto de 70 pesos, que eran 70 dólares por semana.

Aquellos fines de semana fueron los más desoladores. Leí a Borges, Arlt y Mafalda. Observé el Weather Channel en español y memoricé la letra de una canción de Rodrigo. Finalmente, después de ver la asunción del presidente uruguayo Julio María Sanguinetti en la televisión, de principio a fin, decidí que, o necesitaba una vida o me volvía a casa.

Dos cosas terminaron salvándome. La primera, aunque es un cliché total, fueron las clases de tango, que se convirtieron en un lindo pasatiempo y, años después, en un libro.

La segunda, mucho más importante, fue un grupo de muchachos argentinos de Temperley, un antiguo barrio ferroviario de Buenos Aires, a quienes conocí a través de un amigo en común de mi país.

Ellos se conocían desde la secundaria. Pasaban los fines de semana jugando al tenis, haciendo asados y yendo a clubes nocturnos de los años 80 hasta las 5 am. Y se daban apodos ridículos como 'Wallet', 'Wolfman' y 'Boti'.

Me aceptaron, por razones que todavía no entiendo del todo, y me bautizaron "Caruso", en honor a un actor argentino de esa época, el único otro "Brian" que conocían.

Tenía mis amigos en Estados Unidos, pero descubrí rápidamente que el talento de los argentinos para tener un grupo de amigos para toda la vida es único.

Estos chicos hicieron todo juntos. Tenían viejas bromas de décadas atrás -uno de ellos siempre se "casaba la primavera siguiente" - y una jerga indescifrable.

También eran abiertos sobre sus peleas, a veces sorprendentemente; y los problemas de novias, pérdidas de trabajo y disputas familiares eran disecados con humor y sutil compasión.

Y vacacionaban juntos: en Villa Gesell, Bariloche, los glaciares.

Los seguí varias veces, impresionado por la fuerza de sus vínculos, convencido -correctamente, como resultó- de que este grupo permanecería unido a lo largo de los años, incluso después del matrimonio, de los niños y de las carreras que empezaron a echar raíces.

Pensé en esos tipos anoche, tras el terrible ataque terrorista en la ciudad de Nueva York, donde ahora resido.

Entre las ocho víctimas mortales se encontraban cinco argentinos, amigos de la escuela secundaria en un viaje con todo el grupo para celebrar el 30° aniversario de su graduación. Exactamente el tipo de cosas que mi equipo de Temperley hubiera hecho.

Cuando los vi en una foto reunidos en el aeropuerto de Buenos Aires, con remeras que decían "Libres", comprendí al instante qué significaba este viaje para ellos.

Claro, fueron "libres" durante un fin de semana. Libres de las presiones, de los trabajos, y de la familia, ya en la mediana edad.

Pero todo eso fue secundario. Sobre todo, porque para ellos esta era una oportunidad para mantener esos lazos, para reanudar las bromas de hace tres décadas, y reirse hasta las 5 am.

Según la prensa argentina, Ariel Erlij, de 48 años, tuvo una exitosa carrera como empresario del acero en Rosario, donde el grupo había estudiado. Ayudó a pagar los pasajes de sus amigos, algo que no es poca cosa en un país que acaba de salir de una desagradable recesión.

Aterrizaron en Nueva York, luego viajaron a Boston, donde ahora vive otro miembro del grupo. Al regresar a la Gran Manzana, decidieron ir en bicicleta por el Bajo Manhattan.

Erlij y otros cuatro - Hernán Diego Mendoza, Diego Enrique Angelini, Alejandro Damián Pagnucco y Hernán Ferruchi - murieron.

Una de las esposas de los sobrevivientes le dijo al diario La Nación: 'Llevaban tanto tiempo esperando este viaje. No puedo creer que terminó de esta manera'.

He vivido en otros países de América Latina en los últimos años y los vínculos sociales también son estrechos. Pero, insisto, hay algo especial en Argentina.

En los últimos años, mucho ha salid mal allí: la brutal dictadura de los años setenta, la hiperinflación de los años ochenta y la devastadora crisis económica de 2001-02, que experimenté de primera mano (y que finalmente traté en mi primer trabajo).

¿Por qué todos no han abandonado Argentina? Bueno, muchos lo hicieron. Pero los argentinos que permanecieron dirán, casi universalmente, que fue por esos vínculos. Por la familia, sí, pero también por su grupo de la escuela secundaria o por el de la universidad.

El talento nacional para la amistad de toda la vida es seguramente lo mejor de Argentina.

Por eso, verlos ahora en el epicentro de una tragedia internacional, en la ciudad donde vivo, me hace sentirlo mucho. Simplemente me rompe el corazón".

 

Comentarios

@ARIADNA2017

02/11/2017



de chica me hice amiga de Alicia, teníamos cerca de 11 años, hoy en día ya somos mujeres grandes abuelas, y aún nos juntamos a reir recordando tantas anécdotas, toda una vida ..... a veces nos separabamos por largo tiempo, pero siempre estaba presente el recuerdo de momentos vividos, es imborrable, nunca discutí con ella, nunca tuvimos un si o un no, jajaja parece un romance a largo plazo, y hoy me doy cuenta de qu eella al igual que otras dos amigas que tengo de toda la vida, son irremplazables, porque no podemos cambiar la historia, que movida del destino tan cruel pudo cortar el vuelo de estos muchachos, el odio venció al amor?  
@SECESAR

02/11/2017

CUANTOS NOS SENTIMOS IDENTIFICADOS ARIADNA CON TU COMENTARIO . MI MEJOR AMIGO VIVE EN NEUQUEN ES MI HERMANO DEL ALMA LO CONOCÍ EN LA SECUNDARIA Y 40 AÑOS DESPUES SEGUIMOS A PESAR DE LA DISTANCIA QUERIENDONOS Y RECORDANDO MOMENTOS ÚNICOS VIVIDOS . SOY DE LOS ANTIGUOS QUE A EXPLICACIÓN DE UN HECHO COMO EL DE NUEVA YORK SOLO SE LO PUEDO APLICAR AL DIABLO . UN DIOS TAN PODEROSO QUE DE TANTO EN TANTO LE GANA UNA BATALLA AL BUENO HACIENDO QUE EL ODIO LE GANE AL AMOR  

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