Como si, cada uno, viviera en su propio castillo


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Publicado por
@MARINAONLINE

31/10/2016#N61505

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"Comunicar es poner lo propio en común”

Me sorprende constatar cómo podemos llegar a tener un conocimiento tan escaso de algunas personas a las que consideramos “cercanas” y, sin embargo, resultan estar a “años luz” del planeta en el que vivimos. Aunque gozan de una gran proximidad, prescinden de la facilidad de comunicación que tienen al alcance de la mano, la cual les llevaría a lograr una relación más estrecha con nosotros.

Oliveros F. Otero, nos decía que lo propio es todo aquello que sentimos, que pensamos, que queremos, que deseamos, todo lo que nos motiva, lo que nos duele, lo que nos hace reír y llorar; aquellas cosas que nos llegan a lo más íntimo, los recuerdos, las vivencias, nuestros planes…

Tristemente, existen miles de seres que crecen y viven “en solitario”, rodeados de otros tantos, que también viven su vida, como si estuvieran aislados, en las mazmorras de un castillo.

Llegan a creer que lo mejor que pueden hacer es permanecer apartados de los demás, como si vivieran recluidos en una fortaleza inexpugnable. Consideran que guardar para sí mismos la mayoría de sus pensamientos, de sus sentimientos, de sus inquietudes, de sus sueños y de sus deseos, es algo virtuoso.

¿Por qué sucede esto? ¿Lo aprendieron desde pequeños, de quienes recibieron ese tipo de consignas? ¿Les hicieron daño, cuando quisieron expresarse desde lo más íntimo de su ser? ¿Se protegen, aislándose de los demás?

No es de extrañar que, transcurridos los años, puedan llegar a sentir una gran soledad. Ese terrible sentimiento que les hace sentirse aislados, a pesar de que puedan tener gente cerca de ellos. Ese tremendo dolor que produce la soledad, cuando se apodera de nosotros.

Me cuesta pensar que estas personas puedan vivir así, a medias, siempre de cara a la galería. Que se conformen con tener unas relaciones “formales”, educadas, sin compartir la más mínima inquietud, o alegría, con los demás.

No se abren a otros, ni permiten que otros lo hagan con ellos. Siguiendo el ejemplo que han tenido, no invitan a compartir absolutamente nada de lo que les es propio. Guardan en su interior, aquello que consideran que es negativo y que no es bueno expresar: lo que les duele, lo que les preocupa, lo que ellos consideran que son errores. Lo que temen, lo que les molesta, lo que querrían cambiar de sí mismos pero no se han atrevido a hacerlo, porque no saben cómo llevarlo a la práctica.

Tampoco, mostrarán lo positivo suyo ni elogiarán a los demás, pensando que es importante ser modestos, humildes, sencillos. Que, a los demás, no les importa lo que tú quieras compartir con ellos: tus proyectos, tus sueños, tus logros, lo que te gusta, lo que te agrada, lo que deseas conseguir, lo que te gustaría recibir en tu trato con los demás, lo que te emociona y te hace vibrar.

Cabe mencionar que, jamás, permitirán compartir algunos contenidos específicos; al considerar que, si los dieran a conocer, los demás podrían pensar que son personas débiles. Les enseñaron que formaban parte de su más estricta privacidad y que deberían evitar aludir a los mismos.

Cuando no se expresa lo propio y no se está abierto a escuchar al otro -con la finalidad de conocerse y tener una relación en igualdad que sea gratificante para ambas partes-, es como si cada uno viviera en su propio castillo, con el puente levadizo levantado o destruido.

Lo deseable sería salir del castillo y permitir que otros puedan acercarse a ellos. Será preciso quitarse las armaduras y las máscaras que han llevado durante tanto tiempo, creyendo que formaban parte de sí mismos ¡Convendrá mostrarse a cara descubierta!

 

Comentarios

@HECTORGE

21/11/2016



Muy lindo y verdadero. Saludos, Héctor