El ojo controlador
Escrito por
@LENINACROWNE
El ojo controlador
Estábamos de vacaciones, mi hijo y yo. A pesar de su compañía, mi ojo avizor todavía funcionaba, en una especie de función tácita, simple, no esperada. Ese ojo avizor, en estado de alegría de vivir, en momentos de ligera ebriedad, avizora hombres posibles de conquistar. Pero no desde lo comehombres que a veces se supone que tenemos las mujeres. Sino una cosa como optimista, esperanzada, aún en mi madurez, la posibilidad de conocer a esa persona, que aún no había llegado a mi vida y que obviamente no había sido el padre de mi hijo.
Bueno, escalamos una montaña, había un refugio en la cima. Lloviznaba. Hacía frío. Chapelco en un día lluvioso. Nos sentamos en el refugio, frente a sendos chocolates calientes, más allá el ventanal, siempre al frente, y luego el vacío y más allá la montaña. Hermosura sin par. Casi todo.
Mi ojo por el rabillo, hacia la derecha, detecta primero un niño (buen presagio) de la edad del mío más o menos, luego al agradabilísimo papá. Más allá, un poquito más allá, el ojo controlador de la ESPOSA.
Mi ojo prudentemente volvió a la montaña, y a todolo que me estaba permitido ¿por los siglos de los siglos amén?
Estábamos de vacaciones, mi hijo y yo. A pesar de su compañía, mi ojo avizor todavía funcionaba, en una especie de función tácita, simple, no esperada. Ese ojo avizor, en estado de alegría de vivir, en momentos de ligera ebriedad, avizora hombres posibles de conquistar. Pero no desde lo comehombres que a veces se supone que tenemos las mujeres. Sino una cosa como optimista, esperanzada, aún en mi madurez, la posibilidad de conocer a esa persona, que aún no había llegado a mi vida y que obviamente no había sido el padre de mi hijo.
Bueno, escalamos una montaña, había un refugio en la cima. Lloviznaba. Hacía frío. Chapelco en un día lluvioso. Nos sentamos en el refugio, frente a sendos chocolates calientes, más allá el ventanal, siempre al frente, y luego el vacío y más allá la montaña. Hermosura sin par. Casi todo.
Mi ojo por el rabillo, hacia la derecha, detecta primero un niño (buen presagio) de la edad del mío más o menos, luego al agradabilísimo papá. Más allá, un poquito más allá, el ojo controlador de la ESPOSA.
Mi ojo prudentemente volvió a la montaña, y a todolo que me estaba permitido ¿por los siglos de los siglos amén?
Comentarios
@LILI07
03/12/2007
Jajajaja, siempre están... los ojos controladores y avizadores (con z), a veces son de la misma persona y otras no.
Muy bueno el relato!! Me mantuvo espectante!
Saludos, Lili
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