HOMO VOLATIS Mucho antes del inicio de los tiempos, cuando el universo, aún balbuceante, jugaba a las escondidas con la existencia, hubo un ser inusual, universal y celeste. La dualidad cósmica del Uno conviviendo con el Todo. Un ser irreal que en un sorbo de aquella eternidad decidió experimentar con las esencias divinas del espacio. Tomó un puñado de polvo de estrellas y lo mezcló con el canto de los vientos solares. Susurró, en aquella alquimia prodigiosa, las secretas palabras de lo eterno y emergió así la criatura sagrada y única que llamó “Homo Volatis”: la mixtura perfecta entre lo fugaz y lo eterno, lo apolíneo y lo terreno. Y en ese universo apenas nacido, Homo Volatis descubrió el misterio del tiempo en las noches y en los días,sembró la tierra con sus propias invenciones y, en la oscuridad del crepúsculo, imaginó mundos infinitos e inexistentes. La criatura se convirtió en arquitecto de las realidades, tejedor de los mitos y las leyendas que resonarían en la esencia de la eternidad. Sin embargo, y a pesar del abrazo de las constelaciones, la generosidad del horizonte y el arrullo de la luna, todo le recordaba a Homo Volatis que siempre sería un viajero solitario en la vastedad del universo. Fue entonces cuando el creador, conmovido por la fragilidad de su criatura, resolvió, en su caprichosa benevolencia, crear una compañera para él. Juntó el brillo de las auroras boreales con los ecos de galaxias lejanas y modeló con esa argamasa a Stella Aurora, la primera mujer, la que llevaba en sus ojos el resplandor del alba universal. Homo Volatis y Stella Aurora se entregaron de lleno a explorar la finitud de su existencia en aquel mundo recién creado. Se encaramaron más allá de las cimas míticas desentrañando enigmas allí donde las sombras danzan con la realidad. Navegaron aguas turbulentas dueñas de los secretos olvidados que se entrelazan con el devenir y con el tiempo. Se internaron en pasajes laberínticos llenos de recuerdos que, como hilos de un antiguo tapiz, revelaron la complejidad de su propia historia. Y aún ansiosos por desentrañar los interrogantes más recónditos de la creación, hombre y mujer decidieron desafiar los límites escritos en el firmamento: Homo Volatilis y Stella Aurora atravesaron el umbral de los misterios universales adueñándose de los secretos reservados al creador. Entonces, los astros se estremecieron y el universo oscureció de tristeza. El Uno-Todo furioso por la traición de sus creaciones, los desterró a un rincón olvidado del universo, un lugar en donde la realidad y la ilusión se entrelazan en un baile eterno de espejismos fatuos.