HUMILDAD....................MONYC RUBI
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@MONYC_RUBI
HUMILDAD
Se acercaba mi cumpleaños y querÃa ese año pedir un deseo especial al apagar las velas de mi pastel.
Caminando por el parque me senté al lado de un mendigo que estaba sentado en uno de los bancos, el más retirado, viendo dos palomas revolotear cerca del estanque y me pareció curioso ver a un hombre de aspecto abandonado, mirar las avecillas con una sonrisa en la cara que parecÃa eterna.
Me acerqué a él con la intención de preguntarle por qué estaba tan feliz.
Quise también sentirme afortunado al conversar con él para sentirme más orgulloso de mis bienes, por que yo era
un hombre al que no le faltaba nada, tenÃa mi trabajo que me producÃa mucho dinero, claro ¿como no iba a producÃrmelo trabajando tanto?, tenÃa mis hijos a los cuales gracias a mi esfuerzo tampoco les faltaba nada y tenÃan los juguetes que quisiesen tener.
En fin gracias a mis interminables horas de trabajo no les faltaba nada a mi familia.
Me acerqué entonces al hombre y le pregunte, ¿Caballero que pedirÃa usted como deseo en su cumpleaños?
Pensando yo que el hombre me contestarÃa que dinero y asà de paso yo darle unos billetes que tenÃa y hacer la obra de caridad del año.
No sabe usted mi asombro cuando el hombre me contesta lo siguiente con la misma sonrisa en su rostro que no se le habÃa borrado y nunca se le borró:
-Amigo, si pidiese algo más de lo que tengo serÃa muy egoÃsta, yo ya he tenido de todo lo que necesita un hombre en la vida y más. VivÃa con mis padres y mi hermano antes de perderlos una tarde de junio, hace mucho, conocà el amor de mi padre y mi madre que se desvivÃan por darme todo el amor que le será
posible dentro de nuestras limitaciones económicas. Al perderlos, sufrà muchÃsimo pero entendà que hay otros que nunca conocieron ese amor, yo sà y me sentà mejor.
Cuando joven conocà una niña de la cual me enamoré perdidamente, un dÃa la besé y estalló en mà el amor hacia aquella joven tan bella que cuando luego se marchó, mi corazón sufrÃa tanto... Recuerdo ese momento y pienso que hay personas que nunca han conocido el amor y me siento mejor.
Un dÃa en este parque un niño correteando cayó al piso y comenzó a llorar, yo fui, lo ayude a levantarse, le sequé las lágrimas con mis manos y jugué con él por unos instantes más y aunque no era mi hijo me sentà padre, y me sentà feliz
porque pensé que muchos no han conocido ese sentimiento.
Cuando siento frÃo y hambre en el invierno, recuerdo la comida de mi madre y el calor de nuestra pequeña casita y me siento mejor porque hay otros que nunca lo han sentido y tal vez no lo sentirán nunca. Cuando consigo dos piezas de pan comparto una con otro mendigo del camino y siento el placer
que da compartir con quien lo necesita, y recuerdo que hay unos que jamás sentirán esto.
Mi querido amigo, que más puedo pedir a Dios o a la vida cuando lo he tenido todo, y lo más importante es que estoy consciente de ello.
Puedo ver la vida en su más simple expresión, como esas dos palomitas jugando, ¿qué necesitan ellas? lo mismo que yo, nada... Estamos agradecidos al Cielo de esto, y sé que usted pronto lo estará también.
Miré hacia el suelo un segundo como perdido en la grandeza de las palabras de aquel sabio que me habÃa abierto los ojos en su sencillez, cuando miré a mi lado ya no estaba, sólo las palomitas y un arrepentimiento enorme de la forma en que habÃa vivido sin haber conocido la vida. Jamás pensé que aquel mendigo, era tal vez un ángel enviado por el Señor,
me darÃa el regalo más precioso que se le puede dar a un ser humano...
La Humildad.
Se acercaba mi cumpleaños y querÃa ese año pedir un deseo especial al apagar las velas de mi pastel.
Caminando por el parque me senté al lado de un mendigo que estaba sentado en uno de los bancos, el más retirado, viendo dos palomas revolotear cerca del estanque y me pareció curioso ver a un hombre de aspecto abandonado, mirar las avecillas con una sonrisa en la cara que parecÃa eterna.
Me acerqué a él con la intención de preguntarle por qué estaba tan feliz.
Quise también sentirme afortunado al conversar con él para sentirme más orgulloso de mis bienes, por que yo era
un hombre al que no le faltaba nada, tenÃa mi trabajo que me producÃa mucho dinero, claro ¿como no iba a producÃrmelo trabajando tanto?, tenÃa mis hijos a los cuales gracias a mi esfuerzo tampoco les faltaba nada y tenÃan los juguetes que quisiesen tener.
En fin gracias a mis interminables horas de trabajo no les faltaba nada a mi familia.
Me acerqué entonces al hombre y le pregunte, ¿Caballero que pedirÃa usted como deseo en su cumpleaños?
Pensando yo que el hombre me contestarÃa que dinero y asà de paso yo darle unos billetes que tenÃa y hacer la obra de caridad del año.
No sabe usted mi asombro cuando el hombre me contesta lo siguiente con la misma sonrisa en su rostro que no se le habÃa borrado y nunca se le borró:
-Amigo, si pidiese algo más de lo que tengo serÃa muy egoÃsta, yo ya he tenido de todo lo que necesita un hombre en la vida y más. VivÃa con mis padres y mi hermano antes de perderlos una tarde de junio, hace mucho, conocà el amor de mi padre y mi madre que se desvivÃan por darme todo el amor que le será
posible dentro de nuestras limitaciones económicas. Al perderlos, sufrà muchÃsimo pero entendà que hay otros que nunca conocieron ese amor, yo sà y me sentà mejor.
Cuando joven conocà una niña de la cual me enamoré perdidamente, un dÃa la besé y estalló en mà el amor hacia aquella joven tan bella que cuando luego se marchó, mi corazón sufrÃa tanto... Recuerdo ese momento y pienso que hay personas que nunca han conocido el amor y me siento mejor.
Un dÃa en este parque un niño correteando cayó al piso y comenzó a llorar, yo fui, lo ayude a levantarse, le sequé las lágrimas con mis manos y jugué con él por unos instantes más y aunque no era mi hijo me sentà padre, y me sentà feliz
porque pensé que muchos no han conocido ese sentimiento.
Cuando siento frÃo y hambre en el invierno, recuerdo la comida de mi madre y el calor de nuestra pequeña casita y me siento mejor porque hay otros que nunca lo han sentido y tal vez no lo sentirán nunca. Cuando consigo dos piezas de pan comparto una con otro mendigo del camino y siento el placer
que da compartir con quien lo necesita, y recuerdo que hay unos que jamás sentirán esto.
Mi querido amigo, que más puedo pedir a Dios o a la vida cuando lo he tenido todo, y lo más importante es que estoy consciente de ello.
Puedo ver la vida en su más simple expresión, como esas dos palomitas jugando, ¿qué necesitan ellas? lo mismo que yo, nada... Estamos agradecidos al Cielo de esto, y sé que usted pronto lo estará también.
Miré hacia el suelo un segundo como perdido en la grandeza de las palabras de aquel sabio que me habÃa abierto los ojos en su sencillez, cuando miré a mi lado ya no estaba, sólo las palomitas y un arrepentimiento enorme de la forma en que habÃa vivido sin haber conocido la vida. Jamás pensé que aquel mendigo, era tal vez un ángel enviado por el Señor,
me darÃa el regalo más precioso que se le puede dar a un ser humano...
La Humildad.
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