Querer que cambien por nosotros, ¿Es Acertado.?
Publicado por
@DANTEX
.
Dentro del marco de la educación es habitual esperar cambios. Al fin y al cabo, educar es reorientar, sugerir, dialogar, ser un buen ejemplo y marcar un camino que, para nosotros, es el mejor para nuestros hijos. Ahora bien, llegada la
Así, es común que en las relaciones de pareja nos encontremos con conductas que no nos agradan. Lo ideal es aceptar tanto lo bueno como lo malo del otro, puesto que los defectos, manías y singulares matices conforman lo que uno es, su esencia y auténtico ser. Por tanto, querer cambiar al otro para que se ajuste a lo que uno quiere no es siempre lo más acertado.
Ahora bien, pueden darse situaciones más serias. Las conductas de abuso, desprecio y de engaño, por ejemplo, no son permisibles ni aceptables en ningún caso. En estos últimos casos generar un cambio no solo es recomendable, sino prioritari
Cuando nos hacen daño y no aparece el cambio ¿qué hacemos?
En el libro del doctor John Gottman Los siete principios para que una relación funcione, nos señala algo importante. El amor es por encima de todo aceptación, es apreciar al otro por lo que es y a la inversa. Ahora bien, si aparecen conductas dañinas, como lo que él denominó como los cuatro jinetes del apocalipsis (desprecio, evasión, críticas y actitud defensiva) la relación está abocada al fracaso.
En estos últimos casos es esencial que se generen cambios. Y no se trata de esperar a que la persona cambie por nosotros, se trata de tomar conciencia de que hay un problema. Porque cuando hay sufrimiento, deben cambiarse actitudes y comportamientos para que el vínculo no solo se mantenga, sino para que exista algo esencial: el bienestar y la felicidad.
Así, en estos casos suelen darse dos situaciones. La primera es que la otra persona nos diga aquello de «así es como soy, o me coges o me dejas». La segunda situación es que caigamos en la trampa mental y emocionalde pensar que efectivamente, van a cambiar por nosotros cuando nos dicen que van a mejorar, que todo irá bien a partir de ahora y que lo sucedido, no se repetirá. Y sin embargo, no solo se repite sino que la situación empeora.
¿Qué hacer si estamos en medio de estas tesituras relacionales? La respuesta es sencilla:si somos infelices y la otra persona no se plantea cambio alguno para mejorar la situación, el cambio lo haremos nosotros. Y no será otro que el de pasar página y reparar lo herido, lo largamente descuidado.
Por último, señalar una vez más que lo ideal en estas circunstancias es solicitar ayuda experta. Los terapeutas, los psicólogos de pareja son siempre una ayuda extraordinaria en estos casos.
Dentro del marco de la educación es habitual esperar cambios. Al fin y al cabo, educar es reorientar, sugerir, dialogar, ser un buen ejemplo y marcar un camino que, para nosotros, es el mejor para nuestros hijos. Ahora bien, llegada la
Así, es común que en las relaciones de pareja nos encontremos con conductas que no nos agradan. Lo ideal es aceptar tanto lo bueno como lo malo del otro, puesto que los defectos, manías y singulares matices conforman lo que uno es, su esencia y auténtico ser. Por tanto, querer cambiar al otro para que se ajuste a lo que uno quiere no es siempre lo más acertado.
Ahora bien, pueden darse situaciones más serias. Las conductas de abuso, desprecio y de engaño, por ejemplo, no son permisibles ni aceptables en ningún caso. En estos últimos casos generar un cambio no solo es recomendable, sino prioritari
Cuando nos hacen daño y no aparece el cambio ¿qué hacemos?
En el libro del doctor John Gottman Los siete principios para que una relación funcione, nos señala algo importante. El amor es por encima de todo aceptación, es apreciar al otro por lo que es y a la inversa. Ahora bien, si aparecen conductas dañinas, como lo que él denominó como los cuatro jinetes del apocalipsis (desprecio, evasión, críticas y actitud defensiva) la relación está abocada al fracaso.
En estos últimos casos es esencial que se generen cambios. Y no se trata de esperar a que la persona cambie por nosotros, se trata de tomar conciencia de que hay un problema. Porque cuando hay sufrimiento, deben cambiarse actitudes y comportamientos para que el vínculo no solo se mantenga, sino para que exista algo esencial: el bienestar y la felicidad.
Así, en estos casos suelen darse dos situaciones. La primera es que la otra persona nos diga aquello de «así es como soy, o me coges o me dejas». La segunda situación es que caigamos en la trampa mental y emocionalde pensar que efectivamente, van a cambiar por nosotros cuando nos dicen que van a mejorar, que todo irá bien a partir de ahora y que lo sucedido, no se repetirá. Y sin embargo, no solo se repite sino que la situación empeora.
¿Qué hacer si estamos en medio de estas tesituras relacionales? La respuesta es sencilla:si somos infelices y la otra persona no se plantea cambio alguno para mejorar la situación, el cambio lo haremos nosotros. Y no será otro que el de pasar página y reparar lo herido, lo largamente descuidado.
Por último, señalar una vez más que lo ideal en estas circunstancias es solicitar ayuda experta. Los terapeutas, los psicólogos de pareja son siempre una ayuda extraordinaria en estos casos.
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