Ejercicio anatómico .( tu nombre.....que repito en voz baja)

Le quito la cáscara al tiempo, como a un fruto, esparzo
sus gajos sobre la mesa, separando las semillas
de los minutos y la pulpa de los segundos, desbarato
la cáscara, hasta quedar con su masa pegada
a las manos, mirándola en esa diferencia entre
lo que es eterno y lo que, sempiterno, se prolonga
en la cualidad efímera de la eternidad. Corto
los conceptos en el plato del azar, viendo al jugo
de la duración mezclarse con la leche
del instante. Lleno el vaso de la vida con
este líquido que me sobró de lo que
acaba en la frontera del presente, y sólo la
memoria se salva entre lo que emerge
del pasado. Sin embargo, son fragmentos
donde encuentro lo que fue plenitud, y pensé
haber alcanzado lo intemporal: una sonrisa
presa en el espejo que los inviernos
empañaron; palabras que el olvido robó
a esos labios que en otros labios se perdieron;
dedos posados en una vacilación de camino,
y luego cerrados en la palma de la mano, hasta que la noche
los borre. Arreglo todo esto en los entrepaños
de una breve nostalgia; intento ordenar lo que
permanece en un rincón donde la melancolía
se esconde; y lo que queda es este polvo de
sentimientos incómodo para el alma,
que me obliga a sacudirlo con el paño
del olvido. ¿Pero qué hacer con ese brillo
que sobró de unos ojos amados? ¿Con ese
momento en que la duda se disipó
en un murmullo inesperado, hasta que la frase
retomó su curso? ¿Con el remordimiento
de todo lo que no se dijo? La mañana, sin embargo,
con su luz de oro, me ha de limpiar
de estos restos de otro tiempo, como si todo
lo que soy no viniera de cada uno de ellos,
y de quien los habita, sombra, fantasma,
sencillo nombre que repito, en voz baja,
para que no se escuche a quién debo el poema.

 

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