Pensar que cada instante es el último que nos toca vivir...

Vivirlo como si fuera para siempre...

Sentirnos vivos aún en la agonía...

Sentir que la vida es ese milagro de cada día, y que es un regalo de Dios (...en la forma en que tu lo concibas).

Saber que somos tan importantes, que el mismísimo Dios nos escucha cuando charlamos con Él y no necesitamos cita previa.

Tener muy presentes que somos sus hijos e hijas del Rey, y cómo tales, príncipes y princesas, pero no somos Dios.

Reconocer la obra de arte como algo en lo que participamos, pero que no somos ni el artista ni la tela con la obra plasmada, sino tan sólo el pincel. Y debemos ser el mejor pincel cuando el Maestro nos usa para pintar la tela.

Reconocernos en el otro, con sus aciertos y sus defectos (porque aunque no sean los mismos, nosotros también los tenemos).

Buscar la felicidad dentro nuestro, a través del logro de nuestros objetivos no cejando en el intento de lograrlos.

Tal vez, estos pocos conceptos nos acerquen un poquito más a Dios y al prójimo y de ese modo logremos un mundo un poquito mejor que el que tenemos, y nuestra felicidad sea un poco más completa.

Ésta es mi forma de decirles...

FELÍZ AÑO NUEVOOOOOOOO