PARA LOS CABULEROS


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Publicado por
@QUIQUERAF

20/08/2008#N23165

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Si tiene una reunión a las 13, trata de cambiarla. Si la cita es en un piso 13, primero va al 12 y sube por las escaleras. Así, Jorge Sexer, de 60 años, especialista en sistemas informáticos, evita toparse con el que cree un número fatídico. Pero aclara: "Ojo: no soy supersticioso".

 

Como Jorge, casi la mitad de los argentinos tienen algún hábito o amuleto para atraer la suerte, pero sólo uno de cada diez se considera supersticioso. Arroja estos datos un sondeo de la consultora TNS Gallup entre 1007 personas de todo el país.

 

Entre otras cosas, la encuesta determinó que las mujeres tienen más cábalas que los hombres y que los porteños son más supersticiosos que los habitantes del interior del país.

 

Si bien las conclusiones a las que llega el estudio pueden resultar curiosas en una época de auge de la tecnología, los especialistas afirman que se debe a que las cábalas y los amuletos forman parte del ansia del hombre por intentar manejar el azar.

 

"Así como con la ciencia, la gente necesita domesticar el destino a través de diferentes prácticas. Las cábalas y los hábitos relacionados con tener buena suerte son ritualizadas para asegurar un fin exitoso", dijo a LA NACION Pablo Wright, investigador de antropología simbólica del Conicet.

 

La encuesta de Gallup afirma que el 45 por ciento de los argentinos tienen alguna costumbre para "cuidar" su suerte y que las cábalas más frecuentes son pedir tres deseos antes de soplar las velitas de cumpleaños (30%), tocar madera para que algo no ocurra (19%), y desear tres cosas al ver una estrella fugaz (17 por ciento).

 

"Suelo llevar una cinta roja contra la envidia en la muñeca y doy siete pasos para atrás cuando se me cruza un gato negro. Creo que lo hago porque es una tradición", explicó Ana Rivero, abogada, de 33 años.

 

"Llevo los anillos de mis padres, que no los pueden usar porque no les entran. Se dice que si te probás anillos de casamiento ajenos, no te casás. Me sacrifico por mis padres... o quizá no me interesa casarme", bromeó Ana, con dos alianzas de oro.

Aunque no es científico...

 

Sentado en un banco de plaza, Ezequiel Starobinsky, de 28 años, administrativo, admitió: "Ahora que lo pienso, es extraño, pero no paso por debajo de las escaleras... por las dudas. No tengo una razón científica que explique que el hacerlo implique una desgracia".

 

"La repetición de ciertos comportamientos que se reconocen como ceremoniales son estrategias defensivas que el psiquismo utiliza ante la emergencia de efectos penosos", explicó a LA NACION el licenciado Enrique Novelli, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

 

La encuesta de Gallup afirma que el 15% de los argentinos evitan pasar por debajo de las escaleras porque trae mala suerte, creencia más frecuente entre las personas de nivel socioeconómico más alto (25%, contra el 14% de los más bajos). Por otra parte, uno de cada 10 argentinos no abre el paraguas bajo techo. Son más las mujeres las que creen que este acto trae mala suerte: el 18% dice no hacerlo, a diferencia del 8% entre los hombres.

 

Si bien la mayoría de los consultados por LA NACION hizo su propio ranking de cábalas, ninguno admitió ser supersticioso, al igual que reflejó el sondeo de Gallup.

 

Es que la palabra "superstición" tiene una carga significativa que excede lo pintoresco, a la que no todos le dan el mismo significado. "Es un concepto relacional entre un lugar de poder y un lugar de sujeción; hace referencia a un juicio de valor de ciertas prácticas que no entran en los cánones oficiales", contó Wright.

 

Dijo el licenciado Novelli: "Aun en las personas más ilustradas y de gran desarrollo intelectual, perduran restos de supersticiones. Entre los de elevada cultura, por momentos creen y por momentos descreen de los contenidos de las supersticiones. En cambio, los incultos no vacilan en otorgarles siempre crédito".

 

"Creer o reventar: antes de un examen, digo cinco veces el nombre de mi mejor amigo. Por ahora, siempre me fue muy bien", dijo Laura Vent, que ya tiene en su haber un título universitario y un máster.

 

"En estas prácticas no media la lógica científica, sino la lógica ritual en la que intervienen los relatos, la tradición cristiana y la indígena... Resultan de una combinación de fórmulas y, cuando se comprueba su éxito, se siguen aplicando", dijo Wright.

 

Si las cábalas fueron y siguen siendo un instrumento para vivir sin desgracias, según la inventiva popular, también pueden llegar a ser limitantes. Así lo vieron algunos, como Carmen Menin, de 52 años, encargada de mantenimiento de una empresa: "Tuve una época en la que creía en lo del espejo roto, el mufa, etc. Eso me quitaba libertad; a veces, me sentía paralizada. Con los años, me di cuenta de que el estar bien depende de lo que hacés y de lo que la gente hace, no de las cosas inanimadas".

No creo, pero... Ezequiel Starobinsky
Empleado, 28 años

"Por las dudas, no paso por debajo de las escaleras, aunque no tengo pruebas de que, al hacerlo, se atraiga una desgracia"

Carmen Menin
Empleada, 52 año

"Antes creía en lo del espejo roto, el mufa, etcétera. Pero eso me quitaba libertad y a veces me sentía paralizada."

Ana Rivero
Abogada, 33 años

"Suelo llevar una cinta roja contra la envidia y hago siete pasos para atrás cuando se me cruza un gato negro."

Jorge Sexer
Especialista informático, 60 años

"Evito las reuniones a las 13 a toda costa. Tampoco me subo a los pisos 13, y si veo que son las 13.13, tapo el reloj rápidamente."

Eduardo Santos
Empleado público, 24 años

"No soy supersticioso, pero no abro un paraguas dentro de un lugar porque dicen que trae mala suerte. Así evito que me vaya mal."

Camilo Giovannini
Periodista deportivo, 27 años

"Soy algo supersticioso. Creo en el mundo espiritual, pero no en lo de no pasar la sal de mano en mano cuando estás en la mesa."

 

Comentarios

@QUIQUERAF

20/08/2008

TENDRIAMOS QUE HABER RUZADO LOS DEDOS ANTES QUE JUGARAN LAS LEONAS



5 A 2 PERDIERON....  
@BETODECAP

20/08/2008



quique lo de la sal , nada tiene que ver la supersticion, explicalo vos que sabes.  
@QUIQUERAF

20/08/2008

Bueno Rober, pero creo que todos saben que en la  antigüedad se pagaba el trabajo con SAL, por eso la denominación de SALARIO al hoy sueldo, entonces imaginate que cuando se caía la sal era lo mismo que perder todo el sueldo hoy.MAMITA SI ES MALA SUERTE!!!!!!!!!!!!!!

 
@AGUSTIN

20/08/2008



Como decía mi abuela lo que trae mala suerte es morirse.

Agustín:)  
@BETODECAP

20/08/2008

ah no se yo por las dudas ando siempre con la mano izquierda en el bolsillo.

 
@QUIQUERAF

20/08/2008

y tocando que ROBER?????????????????????



 

AGUSTIN: Buenísimo lo de tu abu. eso si que es tener mala suerte jajaja



 

Un dia leí un cartel que decía: hoy se me cuzó un gato negro, pobre gatito que mala suerte tendrá jajajajaja buenisimoooooooooooooooooooo

 
@SUSYONLINE

21/08/2008



Hola Quique!!, Yo NO cruzo debajo de las escaleras, No paso la sal de mano en mano, si veo un gato negro doy disimuladamente 3 pasos hacia atrás (me lo enseñaron así), no abro paraguas debajo de un techo, uso ropa interior rosa nueva la noche anterior a Navidad y a fin de año  (por las dudas), si se me cae sal tiro un puñado para atrás, si se me rompe un espejo me agarra un ataque . Si se habla  de alguna de las personas consideradas "mufa" me toco el pecho izquierdo disimuladamente , si hablan de un anfibio por su nombre común, aclaro que se dice bicha!!!! Supersticiosa??? NAAAAAAAAAAAAAA jajajaj Su  
@SUSYONLINE

21/08/2008



UFS NO SALIÓ EN ROSA!!! AHORA ESPERO QUE SI JAJA  SU  
@QUIQUERAF

21/08/2008



todo eso?????????????  y aún así no tenés suerte en el amor????????jajajajajajaja hace lo contrario de ahora en más a ver que pasa jajajaja cariños.

Rocco usted no pasa debajo de las escaleras porque al trabajo lo mira de lejos.....

 
@AGUSTIN

21/08/2008



Son cuestiones culturales. En los pueblos del Asia más oriental el número considerado de muy mal augurio es el 4. Un japonés cuenta -Ichi, ni, san... sho (cuando en realidad es shi o cuatro). Alterar su nombre parece que aleja sus influencias negativas. Ignoro la razón de todo esto.

Comparto esto que me parece interesante:

11-12-05 | La Nación | Revista
Sociedad
Las patas de la superstición

¿Por qué cruzarse con un gato negro es mal augurio? ¿Quién decidió que romper un espejo trae siete años de desgracias? Creencias como éstas, dicen, existen desde siempre. Pero tienen un origen, una razón de ser. Esta nota indaga en la historia para explicar cómo han llegado hasta nuestros días



Leer esta nota y repetir tres veces en voz alta su última frase alejará la mala suerte durante 24 horas. Sí, es una nueva superstición que, fugaz, se diluirá apenas usted dé vuelta la página. Sin embargo, existen creencias de toda índole que resistieron el paso del tiempo y siguen vigentes aún en pleno siglo XXI: romper un espejo (siete años de desgracias), pasar por debajo de una escalera (mala suerte), cruzarse a un gato negro o derramar la sal (mala suerte o pelea), cruzar los dedos o tocar madera (para atraer la buena fortuna). Estas, entre muchas otras, son algunas de las más conocidas, y prueban la eficacia de la difusión "de boca en boca".



¿De dónde vienen estas creencias? ¿Cómo se originaron y qué historias hay detrás de cada una de ellas?

"Las supersticiones tienen que ver con las creencias populares, las leyendas, y con todo tipo de cuestiones que aparecen cuando se buscan certezas en el mundo de lo mágico e irracional. Existen desde que el hombre es hombre", explica Mónica Lacarrieu, antropóloga urbana y de la cultura para el Conicet y la UBA.

Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra superstición viene del latín superstitio, y alude a una "creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón". También se define como una "fe desmedida o valoración excesiva respecto de algo".

Desde la Antigüedad, los egipcios, así como los romanos y los griegos, mezclaban las supersticiones con la magia y la adivinación. Tanto es así que muchas de las creencias que aún están arraigadas en nuestra época provienen de aquellas culturas.

Una de las más conocidas es la supuesta mala suerte –o la pelea– que sobrevendrá si se derrama sal. El consejo para neutralizarla es tomar una pizca y arrojarla por encima del hombro izquierdo, "directamente a la cara del diablo". Así, el demonio queda temporalmente cegado y el espíritu puede volver a aquellos territorios donde prevalece la buena suerte.

La sal poseía también un poder simbólico: procedía de la madre tierra y del mar, y derramarla era un sacrilegio. En la Antigüedad se usaba como moneda de cambio y servía para conservar y condimentar los alimentos. Quizás estas supersticiones buscaban también "atemorizar" a aquellos que manipulaban el preciado y blanco mineral.

"Cada vez que derramo sal, yo tiro una pizca para los dos lados. Es algo que en casa se sabe y se practica. Por las dudas", dice Claudia Alvarez, un ama de casa de 35 años, tres hijos.

Otro hecho muy temido, y que suscita una creencia muy extendida, es la rotura de un espejo, que supone siete años de desgracias (¡siete!). Entre las explicaciones más antiguas, está la que dice que en la antigua Grecia se practicaba la craptomancia, el arte de la adivinación por medio de un espejo, y que si éste se rompía significaba la muerte. Pero también tiene una justificación vinculada con el aspecto económico. Como los primeros espejos fabricados en Venecia, Italia, tenían un baño de plata, eran una mercancía muy cara. Para cuidarlos, las damas adineradas les decían a sus criadas que si rompía un espejo les caerían encima siete años de mala suerte. Terror de por medio, el mito, como muchos otros, pasó de generación en generación.

"Hay estructuras psicológicas más rígidas » que tienen que ver con la neurosis. Una cosa es contarlo como un chiste, y otra pensar rompí un espejo, me va a ir mal, me va a ir mal, hasta que termina yéndome mal. Esto tiene que mucho que ver con la inseguridad: hay personas que lo viven con angustia. Cuando este tipo de cosas empiezan a molestar, la consulta es la mejor prevención", explica Gabriela Renault, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad del Salvador.

Otra de las supersticiones más populares es la que indica que pasar por debajo de una escalera es sinónimo de mala suerte. El origen está relacionado con la figura triangular que se forma cuando se la apoya contra la pared, que se ha identificado con la Santísima Trinidad. Irrumpir en medio de ese trío sagrado sería de mal augurio.

Otra creencia popular, de la Europa del siglo XVII, la asociaba a la mala suerte porque los criminales condenados a la horca eran obligados a pasar por debajo de una escalera antes de ser ajusticiados por sus verdugos.

"Yo no creo en esas estupideces, pero respeto las creencias ajenas. En la despedida de soltero de mi mejor amigo, que es muy supersticioso, lo dejamos desnudo y atado debajo de una escalera. ¡Se quería morir!", comenta Sebastián Zurita, de 30 años, analista de sistemas. Y aclara que menos por estar desnudo que por el lugar donde lo dejaron.



Esenciales

Para Goethe, la superstición formaba parte de la naturaleza y la esencia del hombre. De hecho, muchos personajes de la historia fueron tildados de supersticiosos. Por ejemplo, Napoleón les temía a los gatos negros.

Se tejen infinidad de versiones sobre el origen de esta superstición. Adorado hasta el punto de ser considerado una divinidad en el tiempo de los egipcios, la mala suerte para los gatos llegó con la Iglesia del siglo XIII, que los consideró símbolo del diablo y cuerpo metafórico de las brujas, por lo que eran quemados. De allí que comenzaran a ser considerados de muy mal augurio si se cruzaban en el camino de un cristiano.

También existen íconos de la cultura contemporánea apegados a ciertas supersticiones. Borges, es sabido, creía en las propiedades benéficas del número tres y sus múltiplos. Cuando viajaba en avión, temeroso en el momento del despegue o del aterrizaje, para conjurar la mala suerte daba tres golpes con los nudillos en el brazo del asiento.

"En las cábalas se les otorga a objetos o rituales cierto poder de acompañamiento positivo. Es parte del folklore. Pensamos: porque llevo o realicé mi cábala me va a ir mejor; entonces, me quedo tranquilo. Lo ideal sería estar libre de todas estas cosas, pero ¿quién no necesita un objeto o una situación de rito o creencia? ", dice Renault.

En el terreno de las cábalas, a cada cual la suya. "Uso una bombacha roja cuando voy a rendir un examen difícil. Me lo aconsejó una amiga. Sé que es una pavada, pero al menos no me pongo tan nerviosa como cuando no la usaba", cuenta en voz baja Lorena Ramírez, de 22 años, estudiante de tercer año de abogacía. En su muñeca, disimulada detrás de la malla del reloj, luce una cinta roja. "Es para la envidia", aclara.

El diseñador Christian Dior no tomaba un lápiz sin consultar las cartas... ni tocar madera. Supersticioso hasta la médula, no salía de casa sin sus cuatro amuletos: "Llevo colgados dos corazones y una estrella, y siempre guardo un trozo de madera en uno de mis bolsillos, por las dudas". Como bien lo sabía Dior, la costumbre dice que el clásico "toco madera" es signo de buena suerte, ya que ésta atrapa la maldad y la hace caer a tierra.

Muchos siglos antes del cristianismo, los pueblos célticos de Europa rendían culto a los árboles, por considerarlos templos de la santidad y principal manifestación de los dioses en la Tierra. Además, se dice que las supersticiones con respecto a la madera nacen, también, del hecho de que fue el material con el que se hizo la cruz de Jesús.

Otra de las creencias más arraigadas alrededor del mundo es la que rodea al siempre evitado número 13. La elección del número no es caprichosa, y su origen tiene varias explicaciones en la historia. La más conocida de ellas se remonta a la época de Cristo y la Ultima Cena, en la que había, precisamente, trece comensales.

En nuestro país es muy temido el martes 13. Esto se relaciona con la mitología griega, en la que el dios de la guerra era Marte. Además, es el día regido por el planeta rojo, que significa la destrucción. A partir de estas historias se creó el famoso dicho: Martes 13, no te cases ni te embarques. Es más, casi se ha llegado a demonizar este número: hay muchos hoteles internacionales que omiten el piso decimotercero y saltan directamente, desatendiendo toda matemática, del 12 al 14.

Tocarse un testículo –o un pecho en las mujeres– para alejar la mala suerte, quizá sea una costumbre que deriva de una de las supuestas formas de curar el "mal de ojo". En la Antigüedad, para prevenir el mal se acostumbraba llevar consigo figuras que simbolizaran los órganos genitales porque, si el mal de ojo destruía, se suponía que la sexualidad era la fuerza protectora, por ser dadora de la vida. En la actualidad se cree que tocándose esas partes del cuerpo la mala suerte, la "yeta", la "mala onda", se aleja.



Mufas y otras yerbas

A Carlos Di Sarli se lo llamó El señor del tango. Sin embargo, en el ambiente tanguero se lo conoce como El innombrable, ya que cargaba una tan difundida como incomprensible fama de "yeta".

"Cuando ponen Di Sarli, algunos viejos milongueros se tocan el testículo izquierdo; las minas se tocan una teta y no bailan, pero son los menos. Yo bailo igual; es un rumor que no tiene sentido; tal vez se corrió la bolilla por la envidia que le tenían, porque Di Sarli tenía una orquesta que fue incomparable", dice, whisky en mano, Eduardo Aiello, de 54 años, en una milonga céntrica.

En cambio, al maestro Osvaldo Pugliese se lo considera de buena suerte. Se lo llama San Pugliese y hasta circula su estampita con una oración "antimufa".

En el mundo del espectáculo, desear suerte a viva voz, paradójicamente, trae mala suerte. En su lugar, aconsejan recurrir al más elegante y conocido merde!, que también tiene su explicación histórica.

La costumbre se remonta a épocas en las que el caballo era el medio de locomoción por excelencia. En aquellos días, ver acumulado el excremento en la puerta de un teatro era sinónimo de que la sala estaba colmada, justamente, con los propietarios de esos animales.

Hoy, hasta se agradece efusivamente la costumbre, y no se considera a nadie un maleducado si, al desear buena suerte, lo que se escucha es la exclamación: "¡Mucha merde!".



Creer o reventar.

Por Gustavo Barco



Canciones

"Toco madera, no vuelvo junto a ti por más que quiera. Porque el quererte, te juro que me ha dado mala suerte", canta Raphael en el estribillo de la canción Toco madera.

"Nena, no te peines en la cama, que los viajantes se van a atrasar", dice una de las estrofas del hit de Los Enanitos Verdes Lamento boliviano, en alusión a esa creencia del altiplano.

Como se ve, muchas supersticiones están tan enraizadas en la sociedad que terminan incorporándose a distintas manifestaciones de la cultura popular.



Picazones

Cuando a alguien le pican las orejas, afloran las connotaciones supersticiosas de diferente significado, tanto positivo como negativo. Se cree que cuando la picazón es en la oreja derecha es porque están diciendo cosas agradables de la persona en cuestión, pero si el escozor se siente en la izquierda, es señal de que están hablando mal.

Para evitarlo, dicen los supersticiosos, un método consiste en hacer varias cruces con saliva en el borde de la oreja.

De algunas supersticiones se conoce el origen, pero de otras no: por caso, la que dice que la novia, el día de su boda, debe llevar "algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul". Lo prestado representa el presente; lo viejo, el pasado; lo nuevo, el futuro, y lo azul simboliza la pureza.



Cabuleros

No es casual ver a directores técnicos de fútbol con el mismo saco partido tras partido, mientras tengan una racha ganadora. El ambiente futbolístico es de los más "cabuleros". Una muestra es la cara de preocupación del técnico de River, Reinaldo Merlo, con el ya movimiento clásico de los "cuernitos" hacia abajo ante algún peligroso ataque de un equipo contrario. Conocedores del perfil supersticioso de su ex técnico, cuando Estudiantes jugó contra River, en La Plata, el 25 de septiembre pasado, los hinchas "pincharratas" recibieron a Merlo con una lluvia de flores, claveles y rosas amarillas, como conjuro "mufa". Esa tarde, River perdió contra Estudiantes por 1 a 0 ante la alegría de los miles de simpatizantes "pinchas", que agradecían la efectividad del conjuro.



 

 

   
@AGUSTIN

21/08/2008



Son cuestiones culturales. En los pueblos del Asia más oriental el número considerado de muy mal augurio es el 4. Un japonés cuenta -Ichi, ni, san... sho (cuando en realidad es shi o cuatro). Alterar su nombre parece que aleja sus influencias negativas. Ignoro la razón de todo esto.

Comparto esto que me parece interesante:

11-12-05 | La Nación | Revista
Sociedad
Las patas de la superstición

¿Por qué cruzarse con un gato negro es mal augurio? ¿Quién decidió que romper un espejo trae siete años de desgracias? Creencias como éstas, dicen, existen desde siempre. Pero tienen un origen, una razón de ser. Esta nota indaga en la historia para explicar cómo han llegado hasta nuestros días



Leer esta nota y repetir tres veces en voz alta su última frase alejará la mala suerte durante 24 horas. Sí, es una nueva superstición que, fugaz, se diluirá apenas usted dé vuelta la página. Sin embargo, existen creencias de toda índole que resistieron el paso del tiempo y siguen vigentes aún en pleno siglo XXI: romper un espejo (siete años de desgracias), pasar por debajo de una escalera (mala suerte), cruzarse a un gato negro o derramar la sal (mala suerte o pelea), cruzar los dedos o tocar madera (para atraer la buena fortuna). Estas, entre muchas otras, son algunas de las más conocidas, y prueban la eficacia de la difusión "de boca en boca".



¿De dónde vienen estas creencias? ¿Cómo se originaron y qué historias hay detrás de cada una de ellas?

"Las supersticiones tienen que ver con las creencias populares, las leyendas, y con todo tipo de cuestiones que aparecen cuando se buscan certezas en el mundo de lo mágico e irracional. Existen desde que el hombre es hombre", explica Mónica Lacarrieu, antropóloga urbana y de la cultura para el Conicet y la UBA.

Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra superstición viene del latín superstitio, y alude a una "creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón". También se define como una "fe desmedida o valoración excesiva respecto de algo".

Desde la Antigüedad, los egipcios, así como los romanos y los griegos, mezclaban las supersticiones con la magia y la adivinación. Tanto es así que muchas de las creencias que aún están arraigadas en nuestra época provienen de aquellas culturas.

Una de las más conocidas es la supuesta mala suerte –o la pelea– que sobrevendrá si se derrama sal. El consejo para neutralizarla es tomar una pizca y arrojarla por encima del hombro izquierdo, "directamente a la cara del diablo". Así, el demonio queda temporalmente cegado y el espíritu puede volver a aquellos territorios donde prevalece la buena suerte.

La sal poseía también un poder simbólico: procedía de la madre tierra y del mar, y derramarla era un sacrilegio. En la Antigüedad se usaba como moneda de cambio y servía para conservar y condimentar los alimentos. Quizás estas supersticiones buscaban también "atemorizar" a aquellos que manipulaban el preciado y blanco mineral.

"Cada vez que derramo sal, yo tiro una pizca para los dos lados. Es algo que en casa se sabe y se practica. Por las dudas", dice Claudia Alvarez, un ama de casa de 35 años, tres hijos.

Otro hecho muy temido, y que suscita una creencia muy extendida, es la rotura de un espejo, que supone siete años de desgracias (¡siete!). Entre las explicaciones más antiguas, está la que dice que en la antigua Grecia se practicaba la craptomancia, el arte de la adivinación por medio de un espejo, y que si éste se rompía significaba la muerte. Pero también tiene una justificación vinculada con el aspecto económico. Como los primeros espejos fabricados en Venecia, Italia, tenían un baño de plata, eran una mercancía muy cara. Para cuidarlos, las damas adineradas les decían a sus criadas que si rompía un espejo les caerían encima siete años de mala suerte. Terror de por medio, el mito, como muchos otros, pasó de generación en generación.

"Hay estructuras psicológicas más rígidas » que tienen que ver con la neurosis. Una cosa es contarlo como un chiste, y otra pensar rompí un espejo, me va a ir mal, me va a ir mal, hasta que termina yéndome mal. Esto tiene que mucho que ver con la inseguridad: hay personas que lo viven con angustia. Cuando este tipo de cosas empiezan a molestar, la consulta es la mejor prevención", explica Gabriela Renault, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad del Salvador.

Otra de las supersticiones más populares es la que indica que pasar por debajo de una escalera es sinónimo de mala suerte. El origen está relacionado con la figura triangular que se forma cuando se la apoya contra la pared, que se ha identificado con la Santísima Trinidad. Irrumpir en medio de ese trío sagrado sería de mal augurio.

Otra creencia popular, de la Europa del siglo XVII, la asociaba a la mala suerte porque los criminales condenados a la horca eran obligados a pasar por debajo de una escalera antes de ser ajusticiados por sus verdugos.

"Yo no creo en esas estupideces, pero respeto las creencias ajenas. En la despedida de soltero de mi mejor amigo, que es muy supersticioso, lo dejamos desnudo y atado debajo de una escalera. ¡Se quería morir!", comenta Sebastián Zurita, de 30 años, analista de sistemas. Y aclara que menos por estar desnudo que por el lugar donde lo dejaron.



Esenciales

Para Goethe, la superstición formaba parte de la naturaleza y la esencia del hombre. De hecho, muchos personajes de la historia fueron tildados de supersticiosos. Por ejemplo, Napoleón les temía a los gatos negros.

Se tejen infinidad de versiones sobre el origen de esta superstición. Adorado hasta el punto de ser considerado una divinidad en el tiempo de los egipcios, la mala suerte para los gatos llegó con la Iglesia del siglo XIII, que los consideró símbolo del diablo y cuerpo metafórico de las brujas, por lo que eran quemados. De allí que comenzaran a ser considerados de muy mal augurio si se cruzaban en el camino de un cristiano.

También existen íconos de la cultura contemporánea apegados a ciertas supersticiones. Borges, es sabido, creía en las propiedades benéficas del número tres y sus múltiplos. Cuando viajaba en avión, temeroso en el momento del despegue o del aterrizaje, para conjurar la mala suerte daba tres golpes con los nudillos en el brazo del asiento.

"En las cábalas se les otorga a objetos o rituales cierto poder de acompañamiento positivo. Es parte del folklore. Pensamos: porque llevo o realicé mi cábala me va a ir mejor; entonces, me quedo tranquilo. Lo ideal sería estar libre de todas estas cosas, pero ¿quién no necesita un objeto o una situación de rito o creencia? ", dice Renault.

En el terreno de las cábalas, a cada cual la suya. "Uso una bombacha roja cuando voy a rendir un examen difícil. Me lo aconsejó una amiga. Sé que es una pavada, pero al menos no me pongo tan nerviosa como cuando no la usaba", cuenta en voz baja Lorena Ramírez, de 22 años, estudiante de tercer año de abogacía. En su muñeca, disimulada detrás de la malla del reloj, luce una cinta roja. "Es para la envidia", aclara.

El diseñador Christian Dior no tomaba un lápiz sin consultar las cartas... ni tocar madera. Supersticioso hasta la médula, no salía de casa sin sus cuatro amuletos: "Llevo colgados dos corazones y una estrella, y siempre guardo un trozo de madera en uno de mis bolsillos, por las dudas". Como bien lo sabía Dior, la costumbre dice que el clásico "toco madera" es signo de buena suerte, ya que ésta atrapa la maldad y la hace caer a tierra.

Muchos siglos antes del cristianismo, los pueblos célticos de Europa rendían culto a los árboles, por considerarlos templos de la santidad y principal manifestación de los dioses en la Tierra. Además, se dice que las supersticiones con respecto a la madera nacen, también, del hecho de que fue el material con el que se hizo la cruz de Jesús.

Otra de las creencias más arraigadas alrededor del mundo es la que rodea al siempre evitado número 13. La elección del número no es caprichosa, y su origen tiene varias explicaciones en la historia. La más conocida de ellas se remonta a la época de Cristo y la Ultima Cena, en la que había, precisamente, trece comensales.

En nuestro país es muy temido el martes 13. Esto se relaciona con la mitología griega, en la que el dios de la guerra era Marte. Además, es el día regido por el planeta rojo, que significa la destrucción. A partir de estas historias se creó el famoso dicho: Martes 13, no te cases ni te embarques. Es más, casi se ha llegado a demonizar este número: hay muchos hoteles internacionales que omiten el piso decimotercero y saltan directamente, desatendiendo toda matemática, del 12 al 14.

Tocarse un testículo –o un pecho en las mujeres– para alejar la mala suerte, quizá sea una costumbre que deriva de una de las supuestas formas de curar el "mal de ojo". En la Antigüedad, para prevenir el mal se acostumbraba llevar consigo figuras que simbolizaran los órganos genitales porque, si el mal de ojo destruía, se suponía que la sexualidad era la fuerza protectora, por ser dadora de la vida. En la actualidad se cree que tocándose esas partes del cuerpo la mala suerte, la "yeta", la "mala onda", se aleja.



Mufas y otras yerbas

A Carlos Di Sarli se lo llamó El señor del tango. Sin embargo, en el ambiente tanguero se lo conoce como El innombrable, ya que cargaba una tan difundida como incomprensible fama de "yeta".

"Cuando ponen Di Sarli, algunos viejos milongueros se tocan el testículo izquierdo; las minas se tocan una teta y no bailan, pero son los menos. Yo bailo igual; es un rumor que no tiene sentido; tal vez se corrió la bolilla por la envidia que le tenían, porque Di Sarli tenía una orquesta que fue incomparable", dice, whisky en mano, Eduardo Aiello, de 54 años, en una milonga céntrica.

En cambio, al maestro Osvaldo Pugliese se lo considera de buena suerte. Se lo llama San Pugliese y hasta circula su estampita con una oración "antimufa".

En el mundo del espectáculo, desear suerte a viva voz, paradójicamente, trae mala suerte. En su lugar, aconsejan recurrir al más elegante y conocido merde!, que también tiene su explicación histórica.

La costumbre se remonta a épocas en las que el caballo era el medio de locomoción por excelencia. En aquellos días, ver acumulado el excremento en la puerta de un teatro era sinónimo de que la sala estaba colmada, justamente, con los propietarios de esos animales.

Hoy, hasta se agradece efusivamente la costumbre, y no se considera a nadie un maleducado si, al desear buena suerte, lo que se escucha es la exclamación: "¡Mucha merde!".



Creer o reventar.

Por Gustavo Barco



Canciones

"Toco madera, no vuelvo junto a ti por más que quiera. Porque el quererte, te juro que me ha dado mala suerte", canta Raphael en el estribillo de la canción Toco madera.

"Nena, no te peines en la cama, que los viajantes se van a atrasar", dice una de las estrofas del hit de Los Enanitos Verdes Lamento boliviano, en alusión a esa creencia del altiplano.

Como se ve, muchas supersticiones están tan enraizadas en la sociedad que terminan incorporándose a distintas manifestaciones de la cultura popular.



Picazones

Cuando a alguien le pican las orejas, afloran las connotaciones supersticiosas de diferente significado, tanto positivo como negativo. Se cree que cuando la picazón es en la oreja derecha es porque están diciendo cosas agradables de la persona en cuestión, pero si el escozor se siente en la izquierda, es señal de que están hablando mal.

Para evitarlo, dicen los supersticiosos, un método consiste en hacer varias cruces con saliva en el borde de la oreja.

De algunas supersticiones se conoce el origen, pero de otras no: por caso, la que dice que la novia, el día de su boda, debe llevar "algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul". Lo prestado representa el presente; lo viejo, el pasado; lo nuevo, el futuro, y lo azul simboliza la pureza.



Cabuleros

No es casual ver a directores técnicos de fútbol con el mismo saco partido tras partido, mientras tengan una racha ganadora. El ambiente futbolístico es de los más "cabuleros". Una muestra es la cara de preocupación del técnico de River, Reinaldo Merlo, con el ya movimiento clásico de los "cuernitos" hacia abajo ante algún peligroso ataque de un equipo contrario. Conocedores del perfil supersticioso de su ex técnico, cuando Estudiantes jugó contra River, en La Plata, el 25 de septiembre pasado, los hinchas "pincharratas" recibieron a Merlo con una lluvia de flores, claveles y rosas amarillas, como conjuro "mufa". Esa tarde, River perdió contra Estudiantes por 1 a 0 ante la alegría de los miles de simpatizantes "pinchas", que agradecían la efectividad del conjuro.



 

 

   
@QUIQUERAF

21/08/2008

¿ES VERDAD QUE LOS ORIENTALES NO LE PONEN NUMEROS A LAS CASA PARA QUE LA MUERTE NO LOS ENCUENTRE? O AL MENOS LE HACEN DIFICULTOSA LA BÚSQUEDA.

 
@AGUSTIN

21/08/2008



No en todos, ocurre más en los del Cercano Oriente, según recuerdo. En algunos asisten a los velatorios con máscaras para que la muerte no los pueda identificar, por las dudas... Otros tienen las costumbre de disfrazarse de mujeres en los casamientos para que los demonios no se lleven el espíritu de la novia.

Agustín:)  
@QUIQUERAF

21/08/2008

juassssssssssssss   y si el novio se confunde????????????????????????????

 

ARG

ARG

MUJER de 54 en Monte Grande

Me gusta ir al teatro, al cine, recitales, resto, y más aún viajar.

¿CONOCERLA?

NO

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ARG

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HOMBRE de 54 en Boedo

54

CABA, Boedo

Abogado, no carancho. Tranqui. Vida sana, lo que no excluye placeres mundanos.

¿CONOCERLO?

NO

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