La caída del rey

Cuando le mentiste a tu mano al retroceder la pieza, te echaste a un lado del camino y los lados iguales del cuadrado eran tu guarida, el saber del todo. Sin embargo ella -que por la ingenuidad frente al juego se movió por la infinitud espacial del cuadrado mayor, el tablero- conoció esa veta pura que solo puede mirar quien lo desea.
Y aunque a casi nada de traicionarla, ganaste la partida, ella se quedó con el amor y vos con la duda acerca de qué hubiera sido si no te hubieras empecinado en relacionarte moviendo marionetas.
El hilo delgado de la batalla perdida, se quiebra cuando es aliciente para la próxima victoria. Porque del fracaso aprenden los hombres. Porque por haber jugado hace mucho tiempo se deja de ser un niño en lo esencial de la evolución. Y sé es niño en lo que puede llevar el cuerpo siempre, aún en el acto. Para avanzar.
Cuando le mentiste a tu mano al retroceder la pieza, se te achicó el corazón porque te engañaste a vos mismo. A ella se le hizo grande porque te quiso sin saber que jugabas. Infiel es aquél que se traiciona.

Gisela Mancuso
Si quieren conocer más de lo que hago pueden encontrar textos míos en algún buscador.

 

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