Los votantes porteños no quieren a nadie
Publicado por
@SIMPLEMENTEMUJER16
Los votantes porteños no quieren a nadie
Vivimos un tiempo de votantes desangelados.
De votantes desconfiados y distantes de aquellas adhesiones emocionales de los votantes antiguos y apasionados.
Ya casi no hay votantes atávicos o naturales a una concepción o ideología. La era de las mutaciones no rige solo para las caras.
Y esta ciudad de Buenos Aires es modelo de esa corriente. Por eso los candidatos a gobernarla se mueven en un vaivén de caprichos y de vacilaciones.
Se apuran o se retardan; se lanzan a toda velocidad o acechan, esperan o se esconden hasta ver qué pasa.
Igual que nosotros: los votantes.
Los porteños son más inestables que el tiempo en Mar del Plata y que su lealtad a una dieta.
Pensar que esta sociedad consagró a De la Rúa, a María Julia Alsogaray y a Erman González, y también los desvaneció.
De aquí nació la Alianza y aquí se la enterró.
Cavallo era un ídolo hasta que lo expulsó la veleta.
Hasta Luis Zamora llegó a tener su hora de gloria y hoy es una nostalgia de esfumación y de olvido.
Blumberg es una creación urbana entre realista y ficcional.
Si las provincias consagran curas, aquí para no ser menos empezamos a consagrar rabinos.
En cambio los líderes piqueteros no cuajan: su look conurbano nos resulta inapropiado.
Somos así, qué le vas a hacer.
Entusiasmo del compromiso ético, pero no tanto, che. Libertad sexual, pero los travestis que se vayan a otra parte.
La reina del Plata, pero en La Recoleta y la Parroquia del Socorro.
Esta ciudad, que vendría a presumir de ser la ciudad luz de la Argentina (aunque cada tanto se apaga como todas), tiene hoy un surtido de candidatos: sean ansiosos, inciertos, panzistas, emboscados, gatafloristas o escurridizos.
O tan lábiles que permiten que los votantes sean comodines.
Mi compadre Adolfo Castelo había creado esta frase: “para un vacilante no hay peor cosa que el surtido”.
Como aquí hay votantes que están acostumbrados a no perder tiempo, van a tirar los dados.
Me permito crear yo una frase. “En política los porteños no queremos a nadie. Ninguno pida amor. Ya es bastante que lo votemos”.
Carta abierta de Orlando Barone
Leída en Radio Continental el 20 / 02 / 2007
Vivimos un tiempo de votantes desangelados.
De votantes desconfiados y distantes de aquellas adhesiones emocionales de los votantes antiguos y apasionados.
Ya casi no hay votantes atávicos o naturales a una concepción o ideología. La era de las mutaciones no rige solo para las caras.
Y esta ciudad de Buenos Aires es modelo de esa corriente. Por eso los candidatos a gobernarla se mueven en un vaivén de caprichos y de vacilaciones.
Se apuran o se retardan; se lanzan a toda velocidad o acechan, esperan o se esconden hasta ver qué pasa.
Igual que nosotros: los votantes.
Los porteños son más inestables que el tiempo en Mar del Plata y que su lealtad a una dieta.
Pensar que esta sociedad consagró a De la Rúa, a María Julia Alsogaray y a Erman González, y también los desvaneció.
De aquí nació la Alianza y aquí se la enterró.
Cavallo era un ídolo hasta que lo expulsó la veleta.
Hasta Luis Zamora llegó a tener su hora de gloria y hoy es una nostalgia de esfumación y de olvido.
Blumberg es una creación urbana entre realista y ficcional.
Si las provincias consagran curas, aquí para no ser menos empezamos a consagrar rabinos.
En cambio los líderes piqueteros no cuajan: su look conurbano nos resulta inapropiado.
Somos así, qué le vas a hacer.
Entusiasmo del compromiso ético, pero no tanto, che. Libertad sexual, pero los travestis que se vayan a otra parte.
La reina del Plata, pero en La Recoleta y la Parroquia del Socorro.
Esta ciudad, que vendría a presumir de ser la ciudad luz de la Argentina (aunque cada tanto se apaga como todas), tiene hoy un surtido de candidatos: sean ansiosos, inciertos, panzistas, emboscados, gatafloristas o escurridizos.
O tan lábiles que permiten que los votantes sean comodines.
Mi compadre Adolfo Castelo había creado esta frase: “para un vacilante no hay peor cosa que el surtido”.
Como aquí hay votantes que están acostumbrados a no perder tiempo, van a tirar los dados.
Me permito crear yo una frase. “En política los porteños no queremos a nadie. Ninguno pida amor. Ya es bastante que lo votemos”.
Carta abierta de Orlando Barone
Leída en Radio Continental el 20 / 02 / 2007
Comentarios
@MABE
02/03/2007
“En política los porteños no queremos a nadie. Ninguno pida amor. Ya es bastante que lo votemos”. (O. Barone)
No deja de ser un buen reúmen.
(de cualquier manera, y con los años,a esta cosa de amar políticos no le encuentro el sentido).
Gracias, Lidia, por compartir esta nota
Besooos
Mabel
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