Soñé que subía una montaña por una escalera de peldaños blancos, perfectos, sabiendo que en la cima encontraría a un hombre que poseía toda la sabiduría del universo y al que sólo podría hacerle una única pregunta.

La montaña era muy alta, por momentos me sentía sin aliento para seguir pero había una fuerza desconocida en mí que me llevaba más y más arriba.

Subí, subí hasta que llegué al final de la escalera.

En la cima, sentado sobre el suelo en posición de loto, hallé a un anciano vestido con una túnica naranja, estaba rapado y su piel parecía iridiscente, me miraba a los ojos y sonreía.

Yo pregunté “¿Cuál es el secreto de la felicidad?”

El respondió “Sigue el camino recto”

En ese instante me desperté.

Pasó el tiempo, yo había olvidado el sueño y la respuesta ambigua hasta que una tarde buscando al azar en el fichero de la biblioteca municipal de Morón encontré un libro llamado “Tao Te King, el libro del camino recto” escrito por Lao Tse, en él estaba mi respuesta.

"...No hay casualidad sino destino no se encuentra sino lo que se busca y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más oscuro y profundo de nuestro corazón..."

Ernesto Sábato. Sobre heroes y tumbas