Cuántos ideales no comienzan en la cabeza, se hinchan en el pecho y perecen en el estómago.
ANTERIORES
No es que el sufrimiento esté siempre ahí, lo que ocurre es que la naturaleza del hombre tiende a buscarlo.
Vivimos entre los recuerdos y el destino. A los primeros los manipulamos y del segundo somos tristes esclavos.
En nada aparece con mayor fuerza el inmenso valor de la resignación como en nuestro envejecimiento.
Cuán inexpertos llegan a ser aquellos que toman a la vida como una experiencia.
Por ir detrás de la vida es que vivimos deprisa.
Soñar es ensanchar la vida y multiplicarle sus posibilidades.
La muerte de los que amamos nos acerca más a la vida.
El tiempo no cura, pero...calma.
Lo malo de lo bueno es su fin.
A menudo, cuando nos ofrecen un futuro promisorio, simplemente nos están exigiendo un presente resignado.