No es pudor lo que advierte aquel que se sonroja cuando el juego está a su favor, es simplemente temor a tener que llorar cuando el viento esté en su contra.
ANTERIORES
El menosprecio por sí mismo no es tanto una forma de abandono como un suicidio espiritual.
La individualidad del hombre lo hace crearse su propio Dios, así ese Dios sea el mismo Dios de los demás.
La perfección que busca el hombre para sí mismo, al no lograrla, termina por convertirla en exigencia hacia los otros.
Deberíamos temblar de miedo cuando descubrimos que todavía no sabemos lo que valemos.
Es tal la soberbia del hombre, que ni siquiera su impotencia frente a la muerte le baja la cabeza y lo enconcha en la resignación.
Nacemos señalados, es cierto. Pero cuántas posibilidades no tenemos de cambiarle la orientación a esa señal.
¿ No será que nos compadecemos de nosotros mismos demasiado ?
Hay mayor carga de violencia en los hombres sociales que en los hombres solitarios.
¡ Los perfeccionistas ! Mientras se las arreglan bien con las cosas, se estrellan contra los hombres.
El hombre no nace condenado. El hombre parece más bien vivir con afán de condena.