"el viento, un viejo remendado y yo"

“El viento, un viejo remendado, y yo.”

-¿SABES?. Cuando amanece, la luz nos trae la tranquilidad que hoy nos falta, toda una ironía, un grotesco casi.
Porque éramos partidarios de la noche, de sus misterios y magias, de sus lunas plenas y no tanto, de sus significados ocultos y muchas veces indescifrables. Por que con nosotros fue así de amistosa, siempre.
Y llegamos a reverenciarla aún más, porque muchas de ellas las pasábamos con ella, nuestro amor.
Pero hoy debemos dar la espalda a esa dulce y hermosa noche.
Porque nuestro amor ya no está en nuestra vida.
Porque ahora, cuando nos levantamos insomnes y vacíos lo hacemos pisando pedazos de corazón.
Porque es a la luz, que juntamos lo que quedó y tratamos de componerlo como podemos y no sabemos.
Porque es a la luz que se disipan las sombras de ese amor que nos ronda como un fantasma, y al que nos resistimos a echar todavía, y creemos que eres tú el que terminará de desalojar la bruma que quedó.
Por eso cuando abrimos las ventanas y llegas tú viento amigo, permitimos que entres.
Porque con el viejo remendado te decimos de nuestras penas, como en confesión, de lo mucho que sufrimos, de las ausencias que nos atormentan, y de los fantasmas que nos acosan, y te rogamos que te los lleves para siempre.
Y lo hacemos porque sabemos que eres discreto y que jamás dirás nuestros sentimientos más ocultos, y que llevarás lejos nuestras cuitas y las depositarás donde a nadie puedan dañar.
Debido a ello es que mantenemos ese diálogo en respetuoso silencio, en comunión.
Porque además a nuestra manera, te damos otras cosas para que te lleves
Un poco de nuestras esperanzas e ilusiones, aquellas que tuvimos una vez Para que acompañen a nuestros miedos, los del remendado, y los míos, y no se vayan solos.
Porque sabemos que puedes, también te pedimos que te lleves los últimos rastros de perfume y lo poco que queda del antiguo calor que todavía se resiste a partir.
Te damos nuestra cara para que soples dentro de los oídos y te lleves los sonidos de su voz, su risa y sus excusas, que aún están. Para que golpees en nuestros ojos y borres las hoy pocas y ya esfuminadas imágenes que aún tenemos de lo que fué.
Que te lleves nuestras palabras de amor dichas a una pared, y nuestros actos de entrega volcados y perdidos en una inmensurable y camuflada grieta de puro hielo.
Que nos refresques el cuerpo, satinado aún por el esfuerzo de haber tratado inadvertida y confiadamente de enseñar lo bueno y lo noble, a la insensibilidad y al egoísmo.
Porque tal vez, por haber escuchado y aprendido de tantas cosas como estas tantas veces, siempre te pediremos que agites con tu fuerza su despiadado y duro interior, para que entienda y sepa, que la verdad será siempre solo una. El amor y el corazón.
Para que le digas también, para la próxima, que “amar, es dar hasta que duele”.
Para que le cuentes además quién, dijo esas palabras que no son nuestras y que una gran mujer nos hizo conocer.
Por eso, nuestro nuevo y confidente conocido, siempre serás bienvenido. Alcánzanos todos y cada uno de los días, un soplo de fresca brisa que nos libere; ....a mi viejo, entrañable, ineficazmente parchado y querido amigo, mi corazón. Y a mí, su orgulloso portador.

Gracias nuevo amigo, algún día, cuya llegada no está muy lejos, con seguridad te devolveremos el favor.

JCM_950.-

 

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