HOY HE VUELTO A PENSAR EN TI - (Asi_soy)


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Escrito por
@ASI_SOY

29/08/2005#N6510

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Hoy he vuelto a pensar en ti. Después de tanto tiempo te sigo sintiendo unida a mí. Ni quiero ni puedo olvidar tu nombre. Déjame recordar cómo te conocí. Olvidé dónde coincidimos por primera vez, no había nada que me permitiera advertir tu presencia pero estabas allí.

No puedo apartarte de mí, una sensación de tristeza se apodera de mi mente y vienes tú a liberarme, estás tan pegada a mí que tengo miedo a no saber continuar sin ti.

Entre los dos todo es tan natural que no necesito ver tu rostro, siento que si lo hago resbalarás entre mis dedos y te convertirás en ese ser escurridizo que siempre me he negado a aceptar. Tu presencia ha cambiado mi vida, junto a ti he conocido el juego del amor, los dos juntos lo recreábamos en toda su extensión.

Ahora recuerdo que te descubrí una clara noche de luna llena y redonda, no me explico cómo pudo suceder pero caí en tu trampa, tejiste la tela de araña y me atrapaste en ella. Me llenaste con tu veneno y yo lo bebí dejándome, sin saber si bebiéndolo me alimentaría de ti.

Ya nada importa, estoy cansado, te busco y no te encuentro, después de ti no queda nada, sólo una sensación de vacío que me incita al olvido. Estoy condenado a vivir encadenado a tu recuerdo, no me digas nada si no quieres, pero no me dejes. No quiero estar solo. Te necesito junto a mí.

Siento que nunca llegué a ser el centro de tu vida, quizá en ti no existe ese lugar secreto que tanto busqué, ese pequeño botón que cuando lo aprietas lo convierte todo en éxtasis para después desfallecer. Amarte es prolongarte hasta tocar el universo más lejano que pueda existir.

Sentada a mi lado te vuelves dúctil y manejable, no sientes ningún miedo y me abres tu mente para que pueda entrar en ella a leer tus pensamientos.

Los días nublados una extraña sensación de melancolía se apoderaba de ti, cambiabas tu forma de ser y de sentir, porque todo lo que sentías no te gustaba. Llorabas escondida detrás de los rincones de tu oscura mente, te cubrías el rostro con las mascara de Watusi traída desde un lugar muy lejano.

Empecé a sentirte lejos, pero logré mantenerte a mi lado, llené las estanterías de objetos que nunca entendí pero por los que tú sentías predilección, marcos con las fotos de los viajes a lugares extraños y que sólo existieron para nosotros, lámparas de inverosímiles formas y diseños, incluso aquel mural con la figura de una mujer desnuda que siempre te embelesó.

Yo creí volverme loco, pasé las horas encerrado entre aquellas cuatro paredes, las mismas que en silencio habían presenciado nuestros juegos ocultos, me miraban con tristeza, querían mostrarme su compresión, tenía la sensación de que ellas eran las únicas que entendían la tremenda soledad que me invadía.

Y cuando estaba a punto de abandonar, allí apareciste tú, me estrechaste entre tus brazos, y me besaste como siempre lo hacías, dulce y suavemente, con cuidado de no hacerme daño. Yo creí morir.

Llegó el verano, el sol lo cubrió todo. Tu sonrisa tenía un brillo especial, durante el día te movías de un lado para otro con una envidiable libertad de la que yo también me quería apropiar para mí.

Yo estaba feliz de que hubieras permanecido junto a mí, me apoyé en tu regazo y caí preso de tus ojos, esos ojos centelleantes que se iluminaban con cada palabra que me susurrabas a los oídos, dulces palabras que no quería que se borraran nunca de mi mente.

Estar junto a ti para mí era como el delirio, un delirio que me envolvía hasta tal punto de confundir quién eras tú y quién era yo, porque estando junto a ti perdí toda noción de existir.

Descubrí que había abandonado mis asuntos, me había ido olvidando de mis viejos amigos, empecé a darme cuenta de que debería volver a recuperar mi vida anterior poco a poco, aunque con ello se me arrancara el alma, porque si algo había comprendido durante todo este tiempo es que si permanecía a tu lado perdería lo que quedaba de mi vida, te habías convertido en una obsesión que poco a poco me iba chupando y yo me sentía asfixiado.

Pero antes de marcharme quería permanecer junto a ti unos segundos más, unos minutos más, unas horas más, unos días más, por mí permanecería pegado a ti cada instante de mi vida, contigo me arrojaría a la inmensidad del profundo abismo en el que habías convertido mi ser.

Pero eso me asusta y por eso sé que debo marcharme antes de caer en la locura por no poder tenerte y no sentirme más cobarde por estar programando mi huida. Decidí salir con frecuencia, mis ausencias cada vez eran más prolongadas. Te volviste fría como un témpano, al tocarte transmitías frialdad. Te fuiste a tu rincón, dormir junto a ti era tiritar toda la noche, y sentir cómo se helaba mi sangre, mis pensamientos. Te volviste impenetrable y huidiza.

Por eso una gris mañana en la que la niebla envolvía la ciudad, en silencio y sin decir una palabra, salí de la casa con la firme idea de no regresar, durante mi huida quise olvidar, olvidé todo de ti, olvidé que tenía que vivir, olvidé sentir, olvide hablar, olvide pensar.

Olvidé que un día te conocí, olvide que formaste parte de mi vida, olvidé tu rostro, tu nombre, tu pelo, tu aspecto. Y ahora recuerdo, te recuerdo como algo que siempre fuiste, nada más que un producto perverso de mi memoria, una memoria traicionera que provocó en mí el recuerdo de haberte conocido .


 

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