Una decisión complicada - 2a entrega


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Escrito por
@JORGE-EMILEO

13/10/2017#N64567

0 Actividad semanal
660 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Capítulo 2 - Comienzan las dificultades


- “Yo no sé qué opinan ustedes, pero para mí que a Juan se le reviró el balero con la guita que sacó a la Lotería. No hace más que hablar de cambiar el curso de la humanidad, de modificar algún aspecto que ayude a salvar al planeta. Me tiene podrido, cada semana viene con una nueva idea para preguntarme que opino.”

- “Si, a mí también. Y no es una conversación en general como cualquiera puede plantear, no es una charla sobre ecología, sobre economía o sobre la condición humana. Se pone obsesivo con los detalles, con las consecuencias de cada variante. Te repito, para mí se le reviró el mate.”

- “Convengamos que Juan siempre fue un bicho raro. Buen tipo, pero un bicho raro. Cualquiera de nosotros con esa guita estaría viajando en cruceros por el mundo o rascándose el higo mientras disfruta de lo que nunca tuvo. Este loco sigue como si no hubiera ganado nada. Treinta palos y lo único que hizo fue asegurarse la misma vida de mierda que hasta ahora, pero sin sobresaltos. Ni siquiera les cambió la casa a los viejos. Realmente un bicho raro”

Esta charla sobre Juan empezó a ser frecuente. Nadie entendía el porqué de su actitud. No podían comprender su apatía ante la fortuna que ganó. Es más, Juan se fue encontrando con la dificultad inmensa de consultar a quienes creía confiables sin decirles para qué fin era la consulta. Y eso lo fue haciendo más pesado e intratable para todos sus conocidos.

Con una sorpresa ya a medias, al despertarse a la mañana siguiente de su encuentro con Arak, encontró sobre la mesa un billete de Lotería. Sin dudarlo, fue a la Casa de Beneficencia y Casinos con su documento a cobrar el premio y ahí le dijeron que era de treinta millones. Los empleados del lugar comentaron que nunca habían visto un ganador de un pozo de los grandes con menos alegría al cobrar una cifra de esa magnitud.

Cerró su oficina de reparación de computadoras, canceló el alquiler, dio de baja el teléfono y mandó todas las pertenencias de la oficina a un guardamuebles. Con la metódica concepción de quien encara una tarea, convirtió el dinero en dólares, encargó a una inmobiliaria de primer nivel la compra de quince propiedades y ordenó alquilarlas, con lo cual tenía una renta mensual que superaba todas sus necesidades. Le sobró dinero, el cual dejó en parte en una caja de seguridad y en parte en una cuenta para disponer del mismo fácilmente, pensando usarlo para pagar investigadores o algún otro gasto relacionado con su misión.

Nadie de sus conocidos pudo entender su proceder, por qué no disfrutar del dinero, porqué su falta de deseo hacia las cosas materiales. Su puntillosa obsesión por los detalles de cada cambio que se pudiera efectuar en el mundo, en el hombre, en la naturaleza.

A los tres meses de empezar la tarea que Arak le encomendó, decidió mudarse a algún lugar donde no lo conocieran para trabajar tranquilo sin tener que estar dando todo el tiempo explicaciones. Sólo llevó consigo su sillón.

Eligió la ciudad que supuso le iba a dar más facilidades de consulta de estadísticas, de bibliotecas y de especialistas en su mismo idioma. No se preocupó por ningún otro detalle. Ya a esta altura había aceptado la realidad que esta misión y sobre todo el secreto que implicaba lo separaba de todas sus relaciones.

Otro capítulo de dificultades fue encontrar que cada respuesta aparentemente sensata y sencilla al problema a poco de esbozarla y desarrollarla chocaba con un tope insalvable.

Pensó primero el impedir que nadie en la humanidad pudiera mentir. Pensó que así los políticos, los periodistas, los medios de comunicación, no podrían engañar más y la humanidad se enteraría de los reales fines con los cuales empezaban una guerra o para que querían el poder o quien era quien en realidad. Así los mejores hombres terminarían gobernando y el mundo sería un mejor lugar.

Pero después se dio cuenta que la mentira era una parte insalvable de la naturaleza humana. Era mentira desde los Reyes Magos hasta cualquier película, pasando por los libros y la mayor parte de los sueños. Los cuentos, la fantasía, hasta el encanto de una ilusión. La mentira estaba en infinidad de “te quiero” o “no es nada” o “ya va a pasar” o “nos hablamos” o “vamos que podemos” o tantas otras frases tan útiles en ciertos momentos.

¿No se preocupaba la humanidad por su arreglo personal, vistiéndose con aquello que disimulara sus defectos? ¿No se maquillaban las mujeres para ocultar lo que consideraban que no las favorecía? ¿No intentaban los hombres parecer más de lo que eran? Y eso ¿no era una mentira?

Quien compraba un auto ¿sólo compraba un medio de transporte o también compraba un ornamento que lo vistiera de otra manera ante la sociedad, muchas veces para mentir algo que no era?

La mentira muchas veces era dicha pensada como una verdad. El sacerdote, el clérigo, el chamán que llamaba a creer en Dios mientras negociaba con el poder y vivía en el pecado ¿mentía al mencionar a Dios o creía realmente en él más allá que no siguiera sus preceptos al pie de la letra?

¿Cuántas eran las personas, desde las más sencillas que fueran absolutamente coherentes con lo que expresaban como parámetros de vida? ¿Cuántos pregonaban la solidaridad y el respeto que ellos después no profesaban?

No conocía una relación de pareja donde la mentira no fuera parte sustancial de difícil tarea de convivir a lo largo de miles y miles de horas. Mentiras pequeñas e incluso bien intencionadas, pero mentiras al fin. “No te preocupes, vamos a salir de esta”. “Pero hijo, yo lo hago pensando en vos”. “Mi amor, jamás pensaría en nadie que no fueras vos”. ¿Te molesta que cambie de canal? No, para nada. ¿Te gusta el guiso que cociné? Esta riquísimo………………

Y los políticos, aún los progresistas, ¿creían todo lo que decían o eran conscientes que todo lo que pregonaban era una mentira? ¿O no sería más razonable creer que respondían a los intereses de sus sectores y creían lo grueso de sus afirmaciones aun cuando usaran bastante la mentira como un maquillaje para tapar, como en el arreglo femenino, aquello que no les favorecía?

¿Cómo separar la mentira dañina de la mentira sin maldad? ¿Cómo saber cuál era la verdad y cuál era la mentira? ¿Había una verdad confiable a partir de la cual podría establecerse cuál era la mentira?

Un proceso parecido de insalvables dificultades le fue apareciendo ante el estudio detallado de cada parte de la naturaleza humana. Eso lo decidió a buscar la respuesta en el cambio de otros aspectos que no fueran las características del hombre.

Le pasó con la envidia o el egoísmo, que también descubrió que no era posible determinar cuando eran parte de un sano y normal sentimiento que ayudaba al progreso, incentivaba la sana competencia para mejorar, permitía, por ejemplo, el deporte y cuando se transformaba en dañina. Y cuando esto ocurría, no lo era para todos. Además, si las eliminaba ¿seguiría el hombre avanzando como lo había hecho hasta ahora?

Creyó que sería más fácil con la ira y la crueldad, pero ¿cómo eliminar estas dejando la envida, el egoísmo y la mentira como parte de la realidad humana? La ira y la crueldad no eran gratuitas o porque sí. Además siempre se encontraba con la dificultad de la vara de medida.

Para muchos niños era cruel la actitud de los padres al cortarle los juegos para obligarlos a estudiar. O era cruel el castigo de encerrar a una persona en una cárcel por un delito. O era cruel que una hermosa mujer ardorosamente amada le dijera a su amante que no quería saber nada más con él.

La ira que despierta la injusticia ¿era incorrecta? ¿Había que anularla? ¿Era mejor quitar la ira o el enojo por el despecho de un ser amado? La furia, la bronca por haber fallado en un intento ¿no eran útiles?

Además, entendió que el hombre estaba formado por la evolución de la sociedad. Que era lo que era porque así respondía a las necesidades del complejo sistema que había ido creando desde que salió de las ramas de los árboles para caminar en dos patas.

Y que para que cambie, tenía que cambiar la realidad que lo rodeaba. Tenía que evolucionar más de lo que hasta ahora había evolucionado. Que todo estaba relacionado y que no era posible cambiar una parte pequeña sin tocar todo el sistema de delicados equilibrios que era la vida de la humanidad

Fue por eso que después de meses de esfuerzos, cerró ese capítulo y comenzó a buscar la respuesta en el cambio de algún aspecto de los procesos físicos o de los avances tecnológicos, o de la misma naturaleza.

Pero su esperanza duró poco. Se dio cuenta que cada pequeña parte de lo que tocaba traía consecuencias imprevisibles y que no mejoraban en última instancia la vía de desarrollo de la humanidad.

Pensó en eliminar las armas, impedir que la humanidad siguiera en esa espiral de violencia suicida.

Pero ¿cuánto tardaría la humanidad en buscarle sustituto? ¿Un hacha tan necesaria para los trabajos, no se transformaría rápidamente en un arma? La dinamita o los explosivos para minería o perforaciones ¿también tendrían que ser eliminados? ¿No se trabaría el desarrollo, no existiría la inmediata amenaza del hambre o de la falta de recursos para dar respuesta a las necesidades del hombre?


Capítulo 3 - Cuando ya no hay respuestas


No había trascurrido aún cinco meses desde la visita de Arak cuando Juan ya había asumido su fracaso. Cansado de golpearse una y otra vez contra la pared, hastiado de seguir caminos que indefectiblemente llevaban a una vía muerta, había decidido no buscar más.

Todas las consultas que hizo sentado en el sillón habían sido meticulosamente respondidas. Pero, tal como Arak había aclarado, las respuestas solo eran instrumentos para poder sacar conclusiones de una u otra opción planteada. Le fueron entregadas estadísticas, datos, cifras, detalles de cada aspecto o acción realizada por el hombre. Todo conocimiento posible de la humanidad lo tenía a su alcance. Pero nada de eso le daba una respuesta.

Sencillamente se sentó en su sillón y esperó. Se sentía mortalmente cansado. Sobre todo porque el siempre pensó que no había nada que no tuviera solución. Podía ser difícil o absurda, pero todo problema real siempre tenía una forma de salida. Ahora no la encontraba.

Y el hecho de cargar solo en sus espaldas el peso de este fracaso lo hacía más insoportable. No podía compartir sus especulaciones, sus hipótesis ni sus frustraciones con nadie.

Se pasó días enteros tomando mate, caminando perdido por las calles, esperando el momento de decirle a Arak que no encontraba salida.

¿No era posible mejorar la sociedad? ¿No se podía cambiar algo que le diera al hombre una esperanza de una vida más justa y equilibrada? Tenía en sus manos un poder con el cual ni siquiera se había atrevido a soñar y no sabía como usarlo.

Sólo faltaba una semana para el día que Arak iba a volver para buscar la respuesta cuando hubo un pequeño suceso que lo conmocionó. Una circunstancia trivial. Algo de todos los días que pasa delante de nuestros ojos y que no mensuramos como importante.

Lleno de entusiasmo se volcó a pensar en lo que esa visión le había dejado entrever. Analizo el tema desde todos los ángulos. Se sentó en el sillón para pedirle a Arak cientos y miles de datos, de estadísticas y de conocimientos.

Y la noche previa a la llegada de Arak, se permitió invitarse a si mismo a un restaurante de primer nivel, pedir un vino de alta gama y saborear una cena con el apetito y el deseo que no había sentido en estos meses. Después se fue a dormir plácidamente, esperando confiado la llegada del día donde tenía que plantear su opción.

.

 

Comentarios

Aún no hay comentarios. Iniciá una conversación acerca de este tema.