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Escrito por
@SERGIO

24/09/2017#N64373

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El viento estrellaba la nevisca en los pocos centímetros de cara que quedaba al descubierto entre el gorro,  la bufanda y las antiparras amarillas de esquí. El medio de elevación se movía lento con el típico arrullo de los rodillos dejando pasar el tenso alambre del que cuelgan miles de kilos de sillas y esquiadores a unos diez metros de altura. Los abrigados guantes  sostiene los bastones presionandolos contra la falda que aparecía debajo de la campera mientras el amateur esquiador se queda inmóvil solo esperando que siga avanzando la silla para llegar a la cima y volver a practicar lo que recientemente había aprendido .

 

La belleza de ese centro de esquí, de unas 600 hectáreas esquiables, está dada porque hay pistas en grandes laderas pero también está lleno de senderos esquiables que descienden a la base atravesando bosques de árboles con nieve blanca cual hojas de invierno. Es así que también las aerosillas vuelven a subir a los esquiadores sobrevolando los bosques, cruzando arroyos, senderos, zonas de pistas en donde uno pasa sobre la cabeza de los otros esquiadores entreteniéndose mirando las destrezas de los expertos y los aprendices. También sobrevuela hermosas postales en donde la nieve no fue pisada por nadie, zonas fuera de las pistas en donde se mezcla piedras, arbustos, pronunciadas pendientes, en general zonas que no se conectan fácilmente con otras pistas.  

 

El celular comienza a vibrar en el bolsillo interior de la campera del esquiador adormecido en la aerosilla. Seguro sería alguno de los amigos con los que vino a esquiar y que circunstancialmente se habían separado. Las manos envueltas en los guantes no permiten ni abrir el cierre de la misma, con pereza se resiste a sacarse el guante para abrir el cierre y atender el teléfono. Dejarlo que se apague y volver a llamar más tarde puede implicar que sigan desencontrados. No teniendo mucho más para hacer en ese momento, con cuidado agarra con la mano derecha que sostiene los bastones uno de los dedos del guante de la mano izquierda y desliza la misma hacia afuera, siente inmediatamente el frío que parecía mucho menor estando dentro de los guantes. Abre el cierre y vuelve a sentir el calorcito en la mano dentro del bolsillo en donde el celular sigue sonando junto a un paquete de Malboros.  Logra sacarlo del bolsillo sin antes tener que pegar un pequeño tirón para destrabarlo del forro. En ese preciso momento que pega el tirón en la campera genera un desplazamiento de la misma que mueve los bastones apoyados contra la falda. La mano derecha reacciona rápidamente sosteniendo los desequilibrados bastones pero deja de presionar contra ese dedo del guante izquierdo el cual queda suelto y comienza una lenta caída hacia la blanca nieve diez metros más abajo. La caída es en cámara lenta. El esquiador llega a coordinar una puteada en el estupor y al ver el guante termina posado en la nieve no pisada. Comienza a mirar alrededor para ver dónde está, qué referencias hay cerca. La mano está fría sin el guante. La vuelve a poner en el bolsillo el celular deja de vibrar. Si bien no está en una pista, no parece estar muy lejos de una en donde ve una pareja de esquiadores. La pendiente de la ladera en donde cayó no parece muy diferente a la que estuvo practicando.

 

El guante se lo había regalado su esposa previo al viaje, para que no tenga frío y había cubierto holgadamente las expectativas, era nuevo, bueno y costoso.

 

Fue prestando atención a carteles, refugios y pistas que le permitan encontrar el camino para llegar al punto más cercano de pista para luego esquiar hasta el guante y recuperarlo.

 

Llegando a la cima saca la mano del bolsillo y vuelve a sentir el viento más helado aún como reforzando lo bueno que es aquel guante. Se apronta a comenzar el descenso encarando hacia el primer punto que tenía en mente, un refugio en el cual había tomado un chocolate exquisito el día anterior. Llegado al punto del refugió tiene que tomar por una de las pistas que se abre hacia la izquierda, es una pista roja que no había tomado en los días anteriores. Por el momento se había sentido cómodo en las pistas celestes.

 

Comienza a descender la pista roja con cuidado, haciendo cuña, controlando la velocidad, pero uno de los tramos está congelado, patina el esquí y pierde el control. La mano descubierta es la que más siente el contacto con la nieve, inclusive más que la cadera que se raya contra el hielo. Luego de unos minutos de esfuerzo para ponerse de pie en una pendiente importante, lo cual no es lo mismo que en el llano,  sigue bajando con más cuidado y algo de temor.

 

Visto desde este ángulo le parece que se equivocó de camino, hasta que encuentra otra referencia que le permite llegar al punto en donde tiene que salirse de la pista para llegar al guante. Con los pies en el suelo, la pendiente de la ladera fuera de pista es más amedrentadora que lo que se veía desde la aerosilla. Está seguro de  ver el guante allá abajo riéndose de él. La nieve no pisada parece más fácil de bajar, por lo menos debe ser más fácil que el hielo de la pista que acabo de hacer -  se dice para convencerse.

 

La primer pregunta fue si no tendría que olvidarlo y bajar a la base a comprar guantes nuevos . El pensamiento de que perdería toda la tarde lo animó a continuar con el plan de recuperar el guante perdido.  Quizas deberia sacarme los esquís y bajar caminado - se pregunta. Pero rápidamente se responde que va a tardar mucho mas en bajar y luego subir y que ya está perdiendo mucho del preciado y costoso tiempo de los pases en el cerro. También se le cruza por la cabeza si no debería avisarle a los amigos donde está, se cagarían de risa para siempre. Encara la pendiente para bajar, los esquís se alinean con la pendiente y comienza a tomar velocidad. No tarda mucho en notar que la nieve no pisada es profunda, lo cual significa que la técnica que aprendió para girar o controlar la velocidad no funciona. El instinto y la velocidad lo llevan a tirarse mejor que seguir acelerando. Pero la velocidad ya es suficiente para que el aterrizaje sea descontrolado. De alguna forma queda con el cuerpo más abajo que las piernas y la nieve entra por abajo de la campera. Los esquís quedan uno puesto y el otro se suelta alejándose unos metros más abajo. La mano la comienza a sentir entumecida ya que esta vez quedó completamente enterrada en la nieve. El esquí aún enganchado en el pie le dificulta mucho la tarea de componerse y llevar la cabeza arriba del cuerpo generando una agitación inesperada, se acuerda de las veces que se dijo de dejar el cigarrillo. Compuesto siente el frío ya que medio cuerpo lo tiene enterrado en la nieve profunda. Siente el pantalón que está mojado y frío. Trata de ver a qué distancia del guante está y no logra verlo. Si en cambio ve a unos metros más abajo el esquí. Ese tiene que ser el primer objetivo si el guante era caro el esquí es mucho más costoso. Asume que conviene sacarse el otro esquí para poder moverse mejor. Pero lo embarga la duda de cómo llevarlo de la mejor forma. Se lo saca y empieza a desplazarse casi sentado hacia el otro esquí. Con ambos esquís juntos, los cuales son más pesados de lo que uno piensa si no tuvo la experiencia de cargarlos,  y en la nieve profunda se ve mucho mas inmovilizado. Sigue sin ver el guante. ¿Me habré equivocado de ladera? - Se pregunta enojado.

 

Mira para abajo y el bosque que se veía como una postal ahora se ve amenazante. Sabe que luego del bosque, en algún lugar debe haber un camino que pueda seguir esquiando. Solo tiene que seguir bajando en culopatin despacio y va a llegar a una pista. Pero los esquís no lo dejan avanzar, la mano helada ya duele y no le sirve para ayudar con los esquís. Solo puede cargarlos con la mano que tiene el guante. ¿Y si los tiro para abajo y los sigo? - se preguntó. Sería una buena forma de bajar más rápido. Ya no se plantea el conseguir el guante, casi convencido que se equivocó de ladera. Solo esta  pensando como volver a una pista. Antes de seguir para abajo mira la pista de donde salió. Está a muchos metros para arriba, con la agitación y cansancio que tiene no ve que sea posible subir.

 

Los esquís tienen una traba para que en el caso que se salgan del pié, lo cual es lo esperado en el caso de una caída no poner en riesgo los tobillos o rodillas, saca unas patitas que funcionan como frenos e impiden que el esquí se deslice hacia abajo. Con cierto esfuerzo saca los frenos, están previstos para que se salgan con el enganche de la bota, pero con la mano son duros. Primero uno y luego el otro, los pone paralelos a la pendiente y los suelta hacia donde él va a bajar. Los esquís agarran velocidad y rápidamente se alejan metiéndose en el bosque y perdiéndose de vista. Muy lejos no pueden estar - Se dice con esperanza sin dejar de ver hacia abajo y pensar en lo pelotudo que se empieza a sentir por haberlos largado.

 

Comienza a bajar sintiendo más aún el frío en la mano, la cola, la espalda, las botas que si bien son impermeables no están previstas para estar sumergidas en la nieve. En esa posición comienza a pensar que podría necesitar ayuda de un tercero, mira  hacia arriba en busca de la aerosilla desde donde estúpidamente dejó caer el guante y no la encuentra . Se da cuenta que no hay una aerosilla sobre su cabeza. Lo cual significa que no puede haber sido ese el punto en donde quedó el guante. Eso lo desmotiva más aún. El recordar que tuvo que atender el teléfono le despierta la idea de usar el teléfono para llamar al centro de esquí y contar de su situación, primero tendría que googlear el teléfono, ¿habrá señal de internet?. Mandarían un equipo de rescate. Sería un papelón. ni siquiera está seguro de cómo decirles dónde está. Desde ese punto no ve ninguna referencia, solo árboles y blanco. Rescate fuera de pista tiene costo, vió en algún lado un cartel que lo decía. Por otro lado si lo iban a rescatar no se preocuparían por los esquís.El seguro del esquí cubría rotura pero no pérdida. No, tengo que seguir bajando para llegar a los esquies, llegar al camino y no contarle a nadie lo que pasó - se dice con voz firme.

 

Sigue bajando y llega a los primeros árboles. Dado que debe haber uno o dos metros de nieve lo que asoma son las copas, las cuales están llenas de ramas que tiene que comenzar a desplazar para poder adentrarse en el bosque pendiente abajo. Escucha el primer quejido de la campera, esa campera hermosa no está prevista para andar entre copa de árboles, entre ramas secas. Es allí que escucha el segundo quejido, ya se está imaginando que la campera se está enganchando con cada centímetro que avanza, el pantalón de tela náutica también se queja.

 

La puteada mas grande dedicada a la campera y el pantalón le sale como un grito y no queda suavizada por creer ver uno de los esquís a unos seis metros de distancia. También nota que los árboles casi no le dejan ver el cielo. Lo cual pasa a ser una nueva preocupación ya que en caso de pedir ayuda ni desde el aire lo van a ver.

 

Sigue bajando ya completamente resignado a que el pantalón y la campera se rasguñaron y rajaron con las ramas.

 

Agarrándose del esquí recuperado presta atención al silencio. Por más que no lo veía, hace unos momentos  escuchaba el rechinar de las rueditas de uno de los medios de elevación . Pero ya no lo escucha. Eso no es bueno - Se dice - ¿que hora será? . Con la mano entumecida saca el celular para notar que la nieve derretida en su campera logró el efecto que menos esperaba, que el celular esté mojado, en consecuencia apagado. No solo no puede ver la hora, no puede llamar. Un frío diferente le recorre las venas y empieza a sudar de la desesperación. Está en medio del bosque en uno de los cerros más grandes el país, no se lo ve desde el aire, los medios de elevación no se escuchan, la mano entumecida, el cuerpo mojado, la tarde cayendo rápidamente y sin celular . La temperatura por la noche debe ser muy muy baja - pensó - No puedo quedarme acá. Tengo que seguir. y tengo que hacerlo más rápido. Comienza a bajar entre los árboles a mayor velocidad hasta que el bosque finaliza. Pero en lugar de finalizar en uno de los caminos que había esquiado el día anterior, finaliza en un barranco de varios metros en cuyo fondo seguramente está el otro esquí .

 

Los ojos se le llenan de lágrimas, llora y se insulta. Por un guante de mierda y la puta que los parió. Pero no puede quedarse quieto tiene que empezar a ir para el lateral para encontrar la forma de seguir bajando. Abajo está la base, abajo hay chocolate y asistencia. El barranco tiene formas extrañas y se encuentra con una bajada de pocos metros, trata de calcular que serán unos cinco metros y la pendiente no es tan abrupta. Si baja por allí podrá remontar hasta llegar al otro puto esquí. Que culpa tiene el esquí el peloturdo soy yo - se dice recontra enojado- . Sostiene el esquí  recuperado con la mano enguantada y la otra entumecida la mete en la nieve  queriendo inútilmente agarrarse de la nieve para ayudar a los pies a controlar la velocidad y se deja caer. Nuevamente la velocidad que agarra la bajada es mayor a la esperada. En algún momento va a frenar - se convence. Es allí que siente el golpe y el dolor agudo en la pierna derecha. Abajo de la nieve hay piedras. Con la cara contra la nieve, congelada , medio enterrado y ahora con una pata entre esguinzada y quebrada siente el escalofrío previo a perder el conocimiento. Las pulsaciones van a mil está agitado. Siente miedo, puede ser este el final. Final estúpido y se queda allí tendido unos minutos dejando que la nieve le siga entrando en la ropa. El dolor es insoportable, logra girarse para mirar el cielo cada vez más oscuro. Quiere cortarse la pata para no sentir el dolor.

 

Piensa en la esposa y los hijos que aún no tuvieron, piensa en su ciudad de residencia tan cálida y lejana de esta nieve blanca y congelante. Recuerda esa novela del avión que tiene un accidente y cuando los investigadores hacen su trabajo encuentran que fue una secuencia de errores, que un error llevó a otro para tratar de solucionarlo y a otro … tal cual le fue pasando a él. Desde atender el teléfono, no contarle a los amigos, meterse en una pendiente que no estaba en su nivel, salir de la pista a una nieve que no conocía y toda la maldita secuencia posterior. Todo por un guante del orto.

Trata de recordar si tiene el seguro de vida al día, los beneficiarios son sus padres, ¿aún no lo había cambiado para su esposa ?. El dolor y la bronca no lo dejaba recordar. Se imagina la plana del diario “Esquiador pelotudo aparece congelado “

 

Le parece escuchar un ladrido. Lobos . ¿Hay lobos acá en medio de un centro de esquí? - se pregunta . Pero luego escucha  voces . Finalmente escucha un helicóptero y un equipo de rescate. ¿Cuanto me va a costar esto? la pregunta le parece irónica y le genera una carcajada que le consume la última energía que tiene.

 

El resto lo hace el equipo de rescate hasta despertar en el hospital.


 

 

Comentarios

@LUCIA21

24/09/2017



Genial, Sergio! Gracias por publicar esta historia que acertadamente llamás "amenazante". 

Me sentí identificada. He vivido varios años en Ushuaia, y cada vez que esquié, siempre tuve esa sensación agobiante, que jugaba a hacer equilibrio con la adrenalina de la aventura blanca.

Seguí escribiendo! Lográs empatía!

   
@SERGIO

24/09/2017



Gracias Lu, Hay una historia atras de la historia , en verdad hay dos, una como fue que se me ocurrió y otra la que fui sintiendo al momento que la escribia. 

Mientras escribia pennsaba, que hago con este tipo. Se la sigo complicando, lo hago que se salve, lo dejo que se congele y se muera en forma tonta .. 

Creo que alguna vez lo escribí es como si sos el Dios de los personajes, un Dios que decide lo que a cada uno le pasa .

 

Besos 

 

En unos dias publico otra.

 

   
@LUCIA21

25/09/2017



Las dos historias, especialmente esta "historia atrás de la historia" que mencionás ahora, da para un guión de película!!!   
@SERGIO

26/09/2017



De hecho empece a escribir como una historia larga de un tipo que encuentra un cuaderno en donde lo que escribe se hace realidad . Otro día te comparto algunos capitulos. Y realmente lo saque de alli. de pensar que pasa si lo que uno escribe pasa a la realidad. 

 

El otro texto que tiene algo de eso, es el que escribí de vidas complementarias.  #N61201 

 

 

La otra historia destras del guante, es que desde una aerosilla vi a un novato fuera de pista yendo a buscar un guante y cayendose por haberse metido en un lugar que no debia meterse. Espero que no haya seguido este derrotero, pero me inspiró.

Besos 

   
@LUCIA21

27/09/2017



Releí esa fabulosa experiencia tuya anterior!! Cuántas historias entramadas!

Vida y arte, arte y vida! 

A seguir!