Contradicciones

Me siento en contradicción. No una contradicción respecto de mis convicciones… ¿o si? Trataré de explicarme.  Si no llevo mal la cuenta fui más de cinco veces delegado del diario Crónica, donde trabajé en mi profesión de periodista casi 34 años. Yo provenía de una militancia socialista en los 70, radical en los 80, independiente a partir del punto final y la obediencia debida, y luego volcado a la militancia gremial, formando parte de la dirección de mi gremio -la Utpba- hasta que me di cuenta de la esquizofrenia de un gremio que no defendía a los trabajadores. Y en 1996 me fui del mismo, donde era considerado un díscolo que pretendía que el trabajador fuera defendido de la ofensiva patronal.

Seguí con mi actividad sindical independiente, siempre tendiendo a la defensa de los derechos del trabajador, y pasé por muchas, inclusive de “trabajadores” que en medio de un duro conflicto venían llorando y suplicando que no los dejemos afuera… y quedaron adentro. Pero al siguiente conflicto se vendieron a los patrones y digitaron quienes quedaban y quienes no trabajando. Obvio, tiempo después, los patovicas de la empresa a uno de ellos, el más llorón, que había llegado a director periodístico, lo sacaron de la solapa sin dejarlo pisar el hall de entrada a la redacción por orden superior al detectar que les era infiel… Sin palabras.

Pero volvamos al día de hoy. Estamos ya en el siglo XXI, o 21 mejor, para no dejarlo en los arcaicos números romanos.

Luego de ser despedido junto a 40 valientes trabajadores tan díscolos como yo, comencé, a mi edad (la de la tercera juventud), el derrotero de todo despedido enviando casi un centenar de currículums en la esperanza de continuar en mi amada profesión… pero fue inútil. Los empresarios privilegian la juventud manejable sobre la experiencia que puede ponerle un tipo de mi edad y trayectoria sobre su insaciable voracidad capitalista.

En ese contexto, casi sin opciones me predispuse a trabajar de remisero (no se me iban a caer los anillos por un trabajo tan digno como cualquier otro). Muchas cosas habían cambiado en mi vida: Por fin había logrado acceder a mi vivienda propia luego de una lucha de más de diez años; por fin había vuelto a tener un auto propio después de más de 10 años, y con la indemnización había embellecido a mi gusto mi departamento nuevo, estrenado por mi.

Finalmente y gracias a la intermediación de una vecina y amiga conocí un nuevo sistema de trabajo, independiente, donde la capacitación (esa que nunca me dio la empresa para la que trabajé, y encima en forma continua y gratuita). Es el sistema de marketing de redes. Y con él todo un nuevo mundo se abrió ante mí. ¿Qué tiene riesgos? ¡Claro que sí! Pero vale el disfrute… Me di cuenta que la educación actual que se brinda en las escuelas está destinada a personas del siglo anterior. Que te educan para que tengas un más o menos buen entrenamiento de unos doce a diecisiete años para que obtengas un título y así poder enfrentar la vida, y al final de ese camino llegar a una jubilación, sin haber obtenido ganancias económicas en el medio. Es lo más parecido a las corridas de un hamster en la rueda, siempre en el mismo lugar… En resumen que sigas siendo pobre. Que están bien las profesiones, pero no son suficientes. Que un profesor de química rara vez es un investigador de cómo interactúan los componentes químicos o trabaja en la industria química, sino que repite lo que la teoría le indica, o que un historiador solo se dedica a dar clases de lo que aprendió y no a investigar si lo por él aprendido tiene fundamentos valederos o si hay algo que modifique esos estamentos. Que los mayores estamos educados para tener una profesión u oficio con “salida laboral” cambiando nuestro tiempo por dinero, y olvidando que es aquello que nos haría felices. Claro, la seguridad de un sueldo fijo… que se diluye con la inflación y los impuestos y que nos quita ese tiempo para estar con nuestros afectos… que nos quita de la mente nuestros sueños y nos somete a lo que otros (nuestros patrones) necesitan, ser cada vez más ricos, a expensa nuestra (para algo somos sus empleados, ¿o no?) cada vez más pobres. Y así seríamos felices y exitosos…

Hoy no hay una educación prevista para los seres del futuro. ¿Futuro con educación de un siglo atrás? ¿Y los gremios que insisten en la protección del trabajador, sin capacitarlos para los cambios que esta era de la información, del conocimiento, traen consigo?… pretenden que nos quedemos un siglo atrás, para ellos es más fácil, más

Son tiempos de cambios. No solo el mío personal, que es lo que estoy aprendiendo. Creo que son tiempos de replanteos de toda la sociedad. Obvio que me cuesta. Pero mi pensamiento me lleva más allá. Me lleva al conjunto de la sociedad. Seguro que el conocimiento de un médico podrá ser indispensable, al igual que el de un contador o un abogado. Pero esta sociedad cambia día tras día y cada vez con mayor velocidad.

Un conocido nos comentó en un auditorio que existe un sistema informático al que le decís verbalmente que es lo que necesitás y te crea la aplicación capaz de resolverlo…

No es casual que las nenas y nenes no jueguen tanto a las muñecas o los autitos como con las computadoras. Tal vez, dentro de poco y ante un problema de salud nos atienda y diagnostique un robot…

Son los tiempos que corren… y si no nos adaptamos, nos capacitamos, investigamos… simplemente quedamos fuera del sistema… ¿se entiende?

Ojalá de para el debate…

 

Rubén Villalta

 

 

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