DIOS TAMBIÉN APRENDE
Escrito por
@RUYVALENTE
La naturaleza es un holograma, formado sobre el entramado de huecos creados por los abstractos. La realidad material toma entonces alguna de las direcciones posibles que le marca ese panal de celdas, pues, a medida que se agregan abstractos y se fusionan sus inteligencias, preparan el camino para la aparición de estructuras cada vez más complejas. Las leyes de la naturaleza son la expresión del acuerdo de esas inteligencias en su avance por constituir una realidad que perdure. La permanencia es el centro teleológico que dirige la evolución de los universos. Los abstractos buscan salir de la indiferenciación a través de las proyecciones holográficas e individualizarse como entes autoconscientes dentro de una realidad objetiva. Su objetivo es existir como seres materiales eternos en un mundo igualmente material y eterno. Mientras se forma, el universo es mortal, es decir, pasa por un ciclo de expansión-evolución (nacimiento) y contracción-disipación (muerte), lo que echa por tierra la conjetura científica del universo aislado, ya que no lo puede ser desde que los abstractos emigran a otro universo durante el proceso disipatorio. Los abstractos son los verdaderos creadores de este sistema abierto que llamamos universo, son Dios, entendido éste como una multiplicidad de seres responsables del mundo sensible. Con todo, hay facetas de la creación que escapan al conocimiento o control de los creadores: Dios a veces ignora. Les es imposible contabilizar a los abstractos que pasan de este universo al Mundo Tercero en la etapa de disipación. Ello es porque el abstracto es en esencia un ente sin individualidad, una unidad emergida de una totalidad indiferenciada, no tiene nombre ni número para ubicarlo en el espacio y el tiempo. Dios tiene que aprender cómo materializarse; debe recorrer el largo sendero que lleva a la existencia.
Los abstractos pueden intervenir para cambiar el curso de los acontecimientos terrenos, pero en pocas ocasiones lo hacen porque ello implica abrir una multitud de encrucijadas de eventos con efectos colaterales adversos. Sucedió con las grandes religiones: las tres principales que hay en la tierra surgieron por sus intervenciones en un intento por acabar con la belicosidad humana. Las guerras retrasan grandemente la evolución psicosocial de los pueblos, pero las religiones también lo hacen. Buda, Cristo, Mahoma, son avatares, encarnaciones de la voluntad de Dios, es decir, puentes entre los abstractos y el mundo material. Se suscitó la aparición de estos personajes en la escena mundial con la intención de corregir el rumbo de los acontecimientos y conducir el planeta hacia una era de paz y progreso, pero el objetivo sólo se logró a medias.
Fragmento de la novela en preparación Mundo Tercero, Ruy Valente, enero de 2017.
Comentarios
13/02/2017
13/02/2017
Wao que nota entre metafisca espiritual evolucionista interdimensionalista ETerica !!!
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