Caminando en Los Altos de la Cascada

Esta mañana salí en busca de otra historia, la de otra persona  que haya recibido el libro de un ser amado en el pasado y que quede plasmado dentro de la portadilla, acabo de googlear que así se llama la primer hoja luego de la tapa, con una dedicatoria que me inspire a inventarla. Llegue a la plaza cuando ya estaba abierto el centro de reciclado, saludé a los chicos que allí trabajan, que buena onda que le ponen. Mientras miraba las portadillas  de los libros llegaba gente contenta de estar haciendo algo por el planeta, traían botellas, telgopores, piezas de computadoras y cuanta cosa iban eligiendo para hacer el viaje hasta el centro de reciclado en vez de tirarlo en la bolsa común de basura .

 

La primer dedicatoria que encontré fue en un libro de Derecho, un libro que había visto en casa cuando mi esposa estudiaba, en la portadilla decía algo así como “Mónica, gracias por prestarme este libro, me ayudó mucho todas tus notas . Aprobé !! Marta “  o algo similar, no tomé nota en ese momento de la dedicatoria. Pero allí estaba, no tenía fechas , pero por lo gastado del libros, sus páginas escritas, subrayadas, marcadas, comentadas y hasta despegadas por partes contaba la historia de muchas horas de estudio , quizás no solo de Mónica y Marta, quizás ese mismo libro había servido a varios otros estudiantes de Derecho, hoy abogados o jardineros o profesores de yoga. Es sabido que es una de las carreras con más recibidos que luego de unos años de profesión encuentran una pasión mayor en otras actividades menos litigantes.

 

Seguí revisando y encontré otro libro de una abuela a su nieto, era un libro de formato chico, muy buena edición, con dibujos y poco texto escrito en cursivas. La dedicatoria, hacía referencia a que le regalaba este libro con sus 10 años para poder expresarle todo lo que sentía por ese nieto y que cuando lo lea a los 20 ella seguirá estando allí. El libro estaba escrito con lindos sentimientos relatando las diferentes situaciones que un chico de 10 años o menos puede entender . Que podrás estar en mi casa, que estaré para escucharte, que mostraré tus fotos a mis amigas, y otras cosas que una abuela disfruta con un nieto. Me lo leí todo con el recuerdo de la bobe de mis hijos en cada página, una bobe que no pudo disfrutar más allá de los 7 años de mi hijo mayor. Me leí todas las páginas en un ratito, casi con la atención de cómo terminaría y si haría referencia a que en algún momento no estaría allí la abuela para acompañarlo, pero no, el autor había decidido que no era necesario terminar con la muerte de la abuela. Ya la realidad sería suficiente para mostrar que indefectiblemente y que Dios no permita que sea diferente, la abuela se iría primero que el nieto. Ya habían pasado 15 años de aquella dedicatoria, el nieto tendría 25 ahora, la abuela ojalá esté allí para ver cómo él se recibió de eso que a los 10 años soñó.

 

Lo otro que encontré fueron como 10 libros que tenían el sello de la misma librería, una librería en la calle La Pampa, no debía quedar muy lejos supuse, y todos abajo del sello tenían un nombre escrito en imprenta. Todos decían DOLORES . Solo eso .  Sin dedicatoria. Todos los había comprado Dolores o alguien que vive en la misma casa,  todos fueron  comprados en la misma librería, todos llegaron al mismo hogar y todos terminar juntos en la misma caja de reciclaje. Todos eran libros de novelas de diferentes géneros, predominando el histórico sobre edad media o anteriores. Seguramente Dolores prestó esos libros a amigas y fue allí que escribió Dolores, con pulso tembloroso sobre la portadilla, para que ninguna amiga se haga la distraída y no se lo devuelva con la excusa de no saber quien se lo había prestado. Quién era Dolores? . Habrá guardado todos aquellos que si tenían dedicatoria y descartado todos los que ella había comprado ? Cuando vemos otros de los textos con dedicatoria fantaseamos que tirar el libro con la dedicatoria es como hacer evidente que esa relación que motivó la dedicatoria terminó. Con lo cual también puedo fantasear que en este caso Dolores se guardó todos los libros que con amor su pareja le fue regalando durante la vida . Y casi que puedo ver una biblioteca casi vacía, con las fotos de los nietos en los agujeros que dejaron los libros reciclados y solo con los libros elegidos para retener porque en el estaban las palabras que en cada navidad su amado le había dedicado .

 

 

Luego de recorrer todas las portadillas y sin encontrar una historia de amor, volví a pasar la vista ahora si por las tapas. Fue allí que vi “La viuda de los Jueves” un libro de Claudia Piñeiro, una autora que había salido un reportaje en la revista Viva hace un par de semanas. Creo que la nota decía que era contadora, tiene 56 años y siempre le había gustado escribir. Había participado de uno de los concursos literarios de Clarin con su obra y había ganado. Dejó la profesión de contadora, debe ser la segunda carrera que la gente elige terminar luego de la de abogacía, cuando puede dedicarse a otra cosa. Y ahora es autora. Lo tomé con cariño y sintiendo los sueños de Claudia. Sueños de una persona que pudo comenzar a hacer lo que más le apasionaba y vivir de eso. Con la materialización de los sueños en mis manos comencé mi caminata matinal. Con la certeza de los ojos que me miran pensando en este loco que camina leyendo y con la demencia de querer hacer dos cosas al mismo tiempo para aprovechar el domingo, dí varias vueltas a la plaza leyendo. Gracias a Claudia, rápidamente volé de la Plaza Arenales a Los Altos de la Cascada, un barrio privado en donde todas las casas tienen al menos un Jazmín de Leche, el aire se siente pesado y dulzón. Y allí yo estaba cruzándome con otros habitantes de ese barrio que despreocupados de la seguridad salen a hacer ejercicios en ese lugar separado del mundo, sin saber que a la mañana siguiente se encontraría con un hecho que cambiaría para siempre ese mundo perfecto.

 

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