EL LARGO CAMINO DE LA MADRUGADA Parte 2

Escrito por
@HERAKLESNOVA

30/09/2004#N4547

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Parte 2 de 2

...La suave brisa detuvo la tenue inmovilidad del cortinado.
Extendiendo mi brazo apago la luz y corrí en un giro su cuerpo embellecido por la noche. Allí estaba respirando afanosamente, sin pedir ayuda para desvestirse.

Estábamos solo ella y yo iluminados solamente por el fuego de la chimenea y el resplandor del alumbrado rebasando la tela del cortinado. Su silueta se recortaba entre ese brillo y mis deseos.
Estiro suavemente mis manos buscándola y alcanzo a sentir la humedad de sus labios. Improviso tomarla por los pechos y su respiración ardiente invade los poros de mi virilidad. Entonces, sin proponérmelo, su mano alcanza mi cara mientras, al choque de las caderas se anuncia lo bien dispuesto de mi ser en perfecta armonía con su espacio hembra.

Envidia debe sentir la llama cuando mi boca en tu oreja y la tuya ahogada en mi cuello forman la sombra grotesca en la pared. Sigue la sombra dibujando mi mano subiendo por los contornos de tu cuerpo, mujer sin nombre, reclamando tocar la húmeda y eléctrica piel escondida en el sótano ancestral de tu cárcel temblando, con el temblor que ahora percibo bajo mis dedos como una caliente arena fina por la que pasara un río subterráneo. Palabras martirizadas al vacío, sexos destrozados, ruinas nupciales, recortes de parejas muertas que nunca van a sentir lo que por primera vez estás sintiendo ahora, este miedo dulce de ir cayendo hacia el centro de vos misma que hace rodar de un lado a otro en la oscuridad tu cuerpo absorbiendo como bendecida, el goce rojo que provocan mis caricias y el incesante roce de los genitales sobre tu monte, intentando en vano apresarlos entre tus piernas.


El fuego de la chimenea dibuja formas que combinan exactamente con el olor y tipo de tu cabello.
Ondas y estiramientos rebeldes, agresivos,... insolentes en continuo movimiento. Tu menear produce cosquillas y dolor; mojas mi piel con tu sacrificio salvaje. Te siento al borde del estremecimiento aunque mis músculos actúan sin coordinación.

Cuesta controlar o al menos regular el esfuerzo. El sudor invade a cada golpe de nuestros mundos y lo que incómodo fue al principio se torna lentamente en lenguaje común.
Estamos conectados en tiempo y forma. Reconozco esa respiración imprecisa y cortante al compás del movimiento. Prefieres no invertir el sentido de gravedad. Sé que te gusta y forzosamente cierro los ojos y coincido con los tuyos. Arrecia el accionar de la máquina. Esbozamos una sonrisa inocente y furtiva llena de placer y buscas incómodamente mis labios hasta que se produce el contacto.

Nuestros movimientos son como olas embravecidas que golpean la escollera mientras tomo con fuerza tu cintura, entrego el resto de mí al deseo más primitivo.

El temblor de tu cuerpo explota ante el estremecimiento. Somos bloques chocando casi brutalmente, aceleradamente, ¡... Ya no sé si es vida o pasión!. Respirar se torna imposible cuando se mezclan dolor, gozo, alegría y salvajismo. Entonces se produce el éxtasis.

Cuántos segundos pasan reteniendo y exhalando la última porción de vapor de los pulmones?. Intento algún movimiento vivo pero suavemente dentro de tu profundidad y percibo una sensual sonrisa junto a pequeñas lágrimas resbalando por las mejillas.
Recién descubrimos la agitación que provocó la explosión en nuestros pechos. Sobran las palabras. Te lo agradezco.

Las brazas de la fogata son testigos.



Quisiera poder tocarte sin verte.
Interminable sensación de vacío produce la cercanía del amanecer. Es pesada y densa la atmósfera circulante en la habitación de paredes grises.
Sobre la mesa pende un reloj que tantas alegrías traen de los recuerdos. Su lento e incesante sonido acerca perseverante la aniquilación de mi abstracción. El silencio reinante en la casa cede ante su movimiento artero y comienza a invadir sin consideración mi atención.
Odio ese sonido.

Quisiera no verte; acariciar tu piel quieta y dormida, satisfecha. Decirte lo vulnerable y prohibido de mis propias reglas.
Aunque entre palabras cargadas de emociones y esquivas de responsabilidades sé que no fueron aceptadas, reconozco una parte de ti que me quiere. No puedo pedir más.

A tientas llego al cortinado de bordado azul: en él transcurre la penumbra del alumbrado.
Duro es plantear la jornada para aquellos cuya paciencia sacia su sed tomando entre los dedos pequeños rayos de estrellas.

Quisiera no verte así, extendida entre las sábanas, escuchando el sonido del tiempo implacable sobre mí.
Mi mano acaricia tu cabello y resbalando los dedos sobre la mejilla, esbozas una sensible sonrisa. Seguramente estará acompañando tu sueño. Duele pensar si llegará el día que no me encuentres parado junto a la ventana.

El sonido del amanecer me recuerda lo tarde que es comenzar.

Jorge

 

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