el vagabundo y su perro


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Publicado por
@RICHI56

18/05/2011#N36322

0 Actividad semanal
828 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

 

Uno de esos amores perros, que se dan en la vida...
  
No era un perro hermoso físicamente; màs bien era un perro callejero, pulgoso y hasta un poco feo.
Recuerdo esa cara larga y triste, con unos pocos dientes en su vieja boca, su poco pelaje amarillo y negro, simulaba a un tigrillo en extinción.  Siempre me llamaron la atención, esos grandes ojos profundos color miel, como si quisieran decirme algo.
Rafael, el borrachito más famoso del pueblo, lo recogió en la calle una noche de frío invierno y lo llevó a su descuidado rancho; y jamás se separó de él.  Parecía que se había establecido entre hombre y perro un vínculo de eterna amistad y gratitud con la promesa: 'Hasta que la muerte nos separe'.
Aquel noble perro, acompañaba a Rafael cada paso que daba, era su perro guardián... Era su perro amigo y fiel, con quien compartía la pobreza y la abundancia.
Rafa, como le llamaban cariñosamente sus amigos de parranda,era un hombre 'pobre, pero trabajador', según se describía él; pero a veces alegaba filosóficamente: 'Que el trabajo era su peor enemigo y que Dios lo dejó como castigo'.
Permanecía semanas completas, en la acera de aquella famosa cantina del pueblo, ingiriendo licor sin parar 'Fondeado en su vicio', en aquellas iterminables 'Zumbas', que concluían con aquel 'Delirum Tremens', visitando frecuentemente el Hospital...
El hombre siempre se encontraba con su perro esperándole y meneando la cola; no dormía ese perro, siempre pendiente de él, no comía...  Estaba ahí no importándole el frío, o el hambre, sin reclamar nada a cambio.  Le esperaba dispuesto a acompañarle no importa dónde fuera.  Dicen que jamás hubo un gesto de reclamo, de desprecio, de protesta, de parte de aquel perro. Lamía las heridas de su amo con compasión, mientras esperaba muchas veces la hora de aquella lejana comida, que no parecía llegar.
Cierto día Rafael enfermó, aquel animalito lo cuidó, permaneció fiel a su lado; si salía a la calle era para sus necesidades fisiológicas o para cazar conejos, aves, liebres, los cuales llevaba a las vecinas, cargándolos en su hocico, para que los cocinaran para su amo, tratando de explicar la situación con ladridos desesperados.
Un trágico día de tantos, Rafael en sus grandes tomadas y crudas, bebió aquel alcohol etílico, que lo llevó hasta el Hospital.  Caruso, aquel perro viejo, recorrió cientos de kilómetros, tras la ambulancia que conducía a Rafael.  Llegó cansado con la lengua fuera, las pezuñas en el suelo y la cola entre las patas.
Esperó día y noche mientras Rafa se recuperara.  Pero Rafael agonizaba desesperadamente.  Caruso arañaba las paredes frías, tratando de alcanzar la ventana del cuarto que era testigo del sufrimiento de su amo.
Mas una noche fría y oscura, sin luna, la muerte rondaba el lugar, Caruso empezó a aullar desesperadamente, pero Rafael no ganó la batalla, su hígado y su estómago no resistieron la cruel intoxicación.
En el entierro de Rafa y entre la multitud, caminaba Caruso tras su amo, los sentimientos parecían aflorar en su triste mirada de animal.  Aquel noble perro, había enflaquecido tanto, tanto, que sus patas se cruzaban débilmente, su piel se pegaba a sus huesos, dándole un aspecto esquelético lamentable.
Llegó el cortejo fúnebre, hasta el descuidado cementerio local, la lluvia empezó a caer, eran las tres de la tarde.  Los sepultureros apurados introdujeron el sencillo ataúd de madera en la fosa de seis pies de profundidad.  La tierra húmeda y piedras cayeron precipitadamente sobre el cajón, haciendo un ruido ensordecedor.
Todos se fueron...  Sólo quedó ahí Caruso, acompañando a su amo; con los ojos húmedos y tristes, echado sobre la tumba.  No importaba la lluvia, la soledad, la oscuridad de la noche.
Se le oyó aullar de dolor durante toda la noche y las noches que siguieron.
Un día lo encontraron sin vida, semienterrado en el mismo lugar donde yacía su amo.  No se separó de aquel lugar.  El encargado del Cementerio lo sepultó en la misma fosa de Rafael.
He aquí amigos, una historia real de uno de esos amores perros que se dan en la vida...

 

Comentarios

Aún no hay comentarios. Iniciá una conversación acerca de este tema.