Viejo Café Francés

Escrito por
@KAPRIKORNIO

22/10/2003#N2825

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Viejo Café Francés, mi refugio en noches desoladas.
Un hola casi reflejo al mozo de turno. Mesas de madera lustrada y manteles blancos, sillas de pana algo gastadas e infinitas historias guardadas entre estas paredes cubiertas de espejos; luz tenue, confidente, música suave, susurrante... La misma mesa junto a la ventana.
Un café bien cargado, cuaderno y pluma..., y los fantasmas que rondan sobre mi cabeza entremezclados con el humo del cigarrillo.
“Yo sé que hoy tampoco vendrás, ¡hace tanto que lo sé! y sin embargo te espero”.
Siempre vuelvo a mi refugio en noches solitarias con la esperanza intacta..., pero ya no hay cucharitas mágicas que al tintineo contra el pocillo te hagan aparecer por esa puerta con tu inmensa sonrisa blanca y tus magníficos ojos verde mar. Tan luego sentada frente a mí, tu mirada, esa mirada tan especial que aún, después de tanto tiempo, no puedo definir con palabras, invitándome a descubrir nuevos mundos..., mundos color Esperanza. Es inútil y sin embargo no puedo dejar de mirar hacia la puerta, de levantar mi mirada y encontrarme con el espejo que me devuelve una imagen fría y desgastada... y el péndulo del gran reloj afirmando en su negación que el tiempo me arrastra hacia el olvido, hacia la nada.
Afuera las primeras gotas comienzan a caer mansamente al tiempo que la prisa de los transeúntes crece.
¡Ah!, noche hermana, apiádate de este pobre tonto que aún vive de su recuerdo. Lluvia de primavera, ahoga mi pena por un instante.
La gente que busca refugio, rompe el hechizo del trazo. Los duendes que mueven mi mano se esconden en la pluma y el gran fantasma del “Jamás la Olvides” coloca sobre la mesa, de la mano de un niño, un pimpollo de rosa blanca. ¿Acaso no ve que estoy sólo, agonizante, intentando, sin conseguir nada?... Una moneda al niño-verdugo para evitar el dolor artero del corte. No hay caso, el hacha ya golpeó.
Imagen inmaculada. Así, tan igual al que te ofrecí aquella noche del reencuentro donde la alegría no era un sueño porque el amor reinaba. Hoy su visión me destroza. Quien ha amado sabrá lo que digo: dolor que nace en el centro del pecho, que comienza muy dulce y lento y luego desgarra amargamente la fibra más íntima del corazón, hasta llegar al alma. Ese dolor es el que siento.
No sirve de la pluma, su tinta, viejo fantasma, si has de golpear tan duro cárgala con sangre y lágrimas que yo buscaré como bálsamo, el recuerdo más hermoso: de sus manos, las caricias; de su boca, sus palabras y de sus labios los besos que quedaron grabados a fuego más allá de mi alma...
La lluvia se hace diluvio y el café se enfrió en la taza; el pimpollo reposa junto al cenicero cargado de colillas y la primera hoja de mi cuaderno resume todo, lo que sentí y aún siento en noches como estas, en días como aquellos: “Yo sé que hoy tampoco vendrás, ¡hace tanto que lo sé! y sin embargo te espero”...
Cuando se cierren las compuertas del cielo guardaré cuaderno y pluma y saldré esquivando charcos, me iré con mis fantasmas y mis recuerdos, hasta la próxima noche desolada, aunque sepa que ya nunca más vendrás por aquí, que no compartirás café y charlas y ese amor tan puro como esta rosa blanca, ¿y sabes por qué?. Simple: porque yo aún te amo. Porque aún me dueles en el alma.

kaprikornio

 

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