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@KAPRIKORNIO

13/10/2003#N2793

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Encendió finalmente el cigarrillo que tuvo largamente entre sus dedos y miró a través de la ventana del cuarto más allá del horizonte; al despedir la bocanada de humo elevó su mirada y quedó extasiado al contemplar ese cielo preñado de estrellas. Entrecerró sus ojos e imaginó que ella, (¿cómo sería?), en algún lugar, estaría mirando al igual que él ese fantástico concierto de luciérnagas cósmicas. Y pensó, por un momento, en el encuentro. Volvió su cabeza con un dejo de melancolía. Su pequeño cuarto algo desordenado contaba, apenas, con una cama, un placard, un par de sillas, una diminuta mesa y una bibliotequita atestada de libros. Sin embargo ese, su pequeño cuarto, su mundo, albergaba universos de sueños, esperanzas y anhelos, al igual que los mundos internos de cada uno de los que caminamos este suelo.

Ella bebió un sorbo de café y fijó su mirada en la líquida y negra superficie. El blanco del pocillo, obviamente, contrastaba con su contenido y pensó que así serían el resto de sus días: en blanco y negro y, ya casi resignada, se juró olvidar, desde mañana, sus universos de sueños, esperanzas y anhelos con sus infinitas gamas de colores, a menos que...

El se recostó sobre su cama y pensó en leer algo antes de decidirse si dormir o salir a caminar. Se mentía a sí mismo, sabía que saldría a caminar porque guardaba la esperanza de encontrarla a la vuelta de una esquina. Tomó un libro cualquiera y abrió al azar, (aunque el azar no exista) y leyó: ...“la espera en la pura espera, es una esperanza vana”...
-Quien quiera ver, vea- se dijo, y salió a accionar su esperanza.

Ella, frente al espejo, se miró largamente, acarició su cabello mientras pensaba que aún era fácil su sonrisa, tersa su piel y aceptable su figura y se permitió soñar, por esa noche, con lo que prometió olvidar desde mañana, y salió a caminar. Tal vez...
Y sucedió, ¿qué esperabas?, a la vuelta de una esquina, como en los sueños de él. Por casualidad, (aunque la casualidad no exista).
El, camisa blanca, pantalón negro. En blanco y negro, como en el mañana de ella. Llamó su atención, claro, ¡la de ella!.
Se encontraron sus miradas, sus sonrisas, casi desesperadas.
Hablaron de todo y de nada, y mientras lo hacían, allá arriba, brillaron más fuertes que el resto, dos estrellas. Por supuesto que no lo notaron, si solo tenían ojos para ellos.
Lo demás... bueno, imagínatelo.

Hace bastante tiempo que jugueteo con mi teclado y no consigo nada. La noche se va acabando y pronto será mañana. En mi pequeño cuarto solo se oye, por breves momentos, el tecleo, y por más tiempo, el silencio de la soledad que me acompaña.
Necesito garabatear algo porque preciso accionar mi esperanza de encontrarte a la “vuelta de alguna esquina” cuando me leas, y quizás, vaya uno a saber, en este mismo momento estés tú en algún lugar dando forma a los duendes desbocados de la idea y del pensamiento. Quizás estés buscando una boca para alimentar un alma, mi alma, a través de la poesía, de algún cuento, relato, historia o un “hola, ¿cómo va tu vida?”, nada más y nada menos que eso. Quiero que sepas que desde siempre te estoy esperando y quiero creer que tú me estás esperando, porque eres, (y también quiero ser) como agua al sediento, como pan al hambriento, sustento para el alma, porque si no, ¿qué sentido tiene que esté aquí sentado intentando desde hace largo tiempo con mi teclado... sin conseguir nada?

kaprikornio

 

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