Sigue tu camino de baldosas Amarillas

Cuesta exactamente el mismo tiempo - la misma pasión- dedicarse a lo que consideramos “bueno”; que a lo “malo”. A lo que nos hace ser felices o infelices. A aquello que -como consecuencia de lo que hacemos, pensamos, decimos y sentimos- se convierte en nuestro presente.

Utilizamos el mismo número de palabras para amar que para herir. Necesitamos la misma dosis de alquimia para valorar que para humillar. Para amar que para odiar.

Hay un universo de emociones ya cocinado en el alma -cuya receta no hay que inventar- porque cada recóndito lugar que alberga a nuestros pensamientos negativos, es curiosamente el mismo, que habita las ideas más hermosas y especiales de la mente.

Sigue en tu precioso y caótico paseo; el truco está en -de cada piedra amarilla con la que tropezar- no buscar la hiel que envenene tu razón de vivir. Descubrirás que te lleva el mismo esfuerzo, encontrar la miel de cada experiencia, que convierta la caída en -destartalada- lección.

Levanta la mirada y sonríe, que equivocarse no es fallar; es cambiar. Es crecer. Sigue tu camino de baldosas amarillas, te sorprenderá que por jodida que sea la tormenta, siempre la atraviesa un rayo de luz para dar calor a tus horas más estúpidas y tristes.

Sigue; no pierdas de vista tu propósito, que por arriesgado y difícil que parezca, lo que está anclado -entre la sombra y el alma- es posible hacerlo realidad.

Conseguirás encontrar armonía aún en el caótico mundo que nadie más - sino tú- entiende. Que equilibrio -para los demás será no perder los papeles- para ti, caminar sobre hilos que sostienen cielos amando océanos, a punto de reventar y enamorarse.

Pasará lo que tenga que pasar. Seguir siendo quien quieres ser, te costará personas, relaciones, historias, cosas.

Sigue tu camino de baldosas amarillas.

Aunque las tengas que pintar tú.

(Rosa Vidal Ross)

 

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