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@DANTEX

04/01/2020#N71346

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"MATA HARI

"¿Una ramera?, ¡Sí!, pero una traidora, ¡Jamás!"

Dijo Margaretha Gertruida Zelle en su juicio, pero nadie le creyó. Poco tiempo después estaba parada frente al pelotón de fusilamiento.
La mujer más atractiva y deseada de Europa se vistió y maquilló para el último acto de su vida. No permitió que le taparan los ojos y miró sin rencor a los oficiales que terminarían con su vida.

Margaretha, más conocida como la Mata Hari, fue la Marilyn Monroe de su época. Era hermosa, mentirosa, compulsiva y amoral, pero no fue una espía y padeció una sífilis contraída de su marido, no de promiscuidad.
Tras el análisis de documentos desclasificados y otros papeles, sus nuevos biógrafos aseguran que Mata Hari…era inocente.

“¿Nadie reclama el cadaver?, preguntó el soldado en la fría madrugada del 15 de octubre de 1917. No hubo respuesta. La mujer que yacía boca abajo sobre el pasto del bosque de Vincennes ni siquiera había necesitado el tiro de gracia para terminar de morir. A los pocos días, el cuerpo fue seccionado por estudiantes de medicina y lo que quedó fue tirado en una fosa común.

El primer acontecimiento capital de la vida de Margarete Gertrud Zelle - nacida en Holanda el 6 de agosto de 1876 - ocurrió en la adolescencia,cuando leyó el aviso de un capitán del ejército que buscaba novia. Margarete le envió unas líneas como excusa para mandarle una foto. Rudolph Mac Leod - un hombre burdo, diabético, reumático, calvo y sin patrimonio - quedó tan cautivado por esa belleza que le propuso matrimonio. La pareja viajó a las Indias Orientales, donde Margarete tuvo dos hijos de destino aciago: Norman y Jeanne. Al primero, cuando tenía dos años, lo envenenó una sirvienta, en venganza por una bofetada que recibió de su patrona. La segunda, paradójicamente, fue fusilada por espía décadas más tarde, cuando servía a los Estados Unidos en los prolegómenos de la guerra de Corea.

Cansada de los golpes de su marido, la señora de Mac Leod se embarcó sola hacia Francia. En plena Belle Epoque trabajó como modelo, hasta que un buen día se le ocurrió presentarse en sociedad escondida trás la máscara de una bailarina oriental: Mata Hari (en malayo "Ojo de la mañana"). La artista deslumbró al tout Paris con sus strip tease - fue la primera en realizar uno sobre el escenario - y con sus extravagancias. Aprovechando su fama y sus encantos, se dedicó a coleccionar amantes: funcionarios, militares, banqueros y aristócratas.

El único hombre que Mata Hari amó realmente fue el oficial ruso Vadim de Masslov, por quien cometió el peor error de su vida: su encuentro con Pierre Ledoux, jefe de la inteligencia francesa. Fue quien le ofreció servir como espía al servicio del país galo, lo que marcó el principio del fin. A partir de entonces la historia europea se confunde con su leyenda personal. En Inglaterra la consideraron una espía germana; en Alemania, una agente anglo-francesa. Y en realidad fue las dos cosas y ninguna: Margarete nunca fue más que una aprendiz de James Bond. Atrapada entre dos fuegos, un día triste fue acusada de traición al gobierno francés.

Confinada en una celda, el juicio se llevó a cabo a puertas cerradas. En las primeras horas del 15 de octubre de 1917, Mata Hari llevó a cabo unas pocas actividades: se trenzó el pelo negro; se puso unas medias oscuras; se calzó unas zapatillas de tacones altos; y cubrió su kimono con una gran capa de terciopelo. Luego le escribió una carta, firmada con su nombre real, a su hija: "...dentro de dos horas habré muerto sin tener la oportunidad de volver a verte. Eras una niña cuando te dejé (...) eras todo lo que yo tenía, pero no te cuidé (...) La vida ha sido más fuerte que yo...".

En los segundos previos a caer fusilada en el bosque de Vincennes, se negó dignamente a que le ataran las manos y le vendaran los ojos. A las 5.47 sonaron los disparos. El pelotón estaba integrado por tiradores expertos, de los que no fallan. Excluyendo el de salva, de rigor, de los once tiros sólo tres impactaron en el cuerpo de Margarete”

 

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