UN PÁRRAFO DEL TEXTO DE RODOLFO BRACELI


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Publicado por
@CECILYA

20/12/2019#N71225

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de Corrientes y Esmeralda y allí...

Todo llega. Ya estoy en esta esquina sembrada de humanos que van y vienen, urgidos; es como si todos estuviesen llegando tarde al sitio al que van.

Empiezo una silenciosa cuenta regresiva: en segundos voy a dar un abrazo sin aviso, sin mirar a quién, un abrazo al primero o a la primera que se me cruce. Cierro los ojos, no contaré hasta diez, contaré hasta trece... uno... dos... tres... El corazón, más que latir, me da puñetazos... seis? siete? Qué lenta es la eternidad? nueve? diez? once? Estoy con los ojos cerrados, los abro... doce... trece... Ya suelto mi abrazo y mi abrazo llega a destino desconocido... Ahora abraza mi abrazo ¡así!, ¡¡así!!, a una mujer de unos cincuenta años... Ella salta con un alarido... Madremía, sólo la estoy abrazando... Tratando de calmarla le digo felicespascuas... feliznavidad... shalom... buonnatale... felizañonuevo... felizfindesemana... Mi abrazo termina trizado, partido, desparramado sobre las baldosas... Carterazos, patadas en mis costillas, sangre en mi nariz... Respiro el olor fresco de la sangre y ese olor me lleva a la niñez... Un agente de policía y dos, tres tipos, me inmovilizan boca abajo... Por suerte las baldosas conservan el olor de la lluvia de esta mañana... Escucho lejanas sirenas... se acercan. ¿Qué mundo hicimos que por dar un simple abrazo sin mirar a quién uno se juega la vida, la libertad?

Mis pensamientos son abollados por insultos que brotan desde una increíble cantidad de gente que en segundos se ha ­reunido en círculo. De todo me dicen. Pero no se vaya a creer, no hay unanimidad; hay como dos bandos; los insultos están divididos: unos putean a mi madre y otros a mi padre. Otros, más dulces, más específicos, me dicen "atorrante", "drogadicto", "violador"... El sonido de las sirenas ya es cercano... alcanzo a ver, porque es bajita, el rostro de una nena de unos cuatro años... Me mira bien, una lágrima le está bajando por la mitad de un pómulo... "No te asustés, nena, no llorés, sólo estamos jugando..."

Una ambulancia y dos patrulleros y otro patrullero más... Me suben a la ambulancia... "Cálmese", me dice una doctora. "No teman, está tranquilo, es inofensivo", le avisa la voz del viejo Ciruela, que ha conseguido subir a la ambulancia para acompañarme. El policía le pregunta si es familiar del detenido. Ciruela le responde: "Más que familiar, su álter ego soy".

Masculla un rato la palabra "alterego... alterego...", el oficial. Se saca la gorra y me interroga con voz de interrogatorio:

-¿A qué se dedica?

-A teclear.

-¿Pianista?

-No, escribo y cosas así.

-¿Qué ingirió esta mañana?

-Cafecito.

-¿Y qué más?

-Cuatro vasos de agua en ayunas.

-Sujeto masculino, dígame de una vez: ¿qué tomó?

-Eso tomé. Ah, y un pomelo partido en cuatro.

-¿Puede reconocer lo que hizo?

-Sí, puedo.

-A ver, ¿qué hizo?

-Di un abrazo de repente.

-¿Por qué motivo?

-Sin motivo. Porque sí.

-¿Sabe lo que le espera?

-No sé... Antes de seguir, oficial, una cosa quiero decirle.

-Lo escucho.

-Usted esta mañana desayunó con medialunas.

-¿Y cómo lo sabe?

-Porque en el bigote tiene la cascarita de una.

-Carajo, cómo se dio cuenta.

-Y..., porque lo estoy mirando.

-¿Puedo decirle algo más?

-¡Otra cascarita!

-No, ya no tiene nada. Quería preguntarle si me deja darle un abrazo.

-Un... ¿abrazo...?, ¿Usted a mí?

-Sí, a usted. Un abrazo. Y a la doctora. Y al enfermero.

Ninguno de los tres me responde, no les sale la sílaba del sí, pero se la veo en la mirada. Lo abrazo al policía, lo abrazo al enfermero, ¡a la doctora la abrazo! Ninguno de los tres ofrece la menor resistencia. Tenían sed y no lo sabían.

Y aquí estamos, abrazados. El chofer de la ambulancia ha notado algo extraño, y nos mira por el espejito. Frena en seco. Se baja, abre las puertas traseras y sube de un salto: "¡No sean egoístas y conviden!". Y sin más se zambulle.

El abrazo se nos prolonga, otra vez gente de género masculino y de género femenino, amontonada.

Nos miran desde el estupor.

Una señora muy aseñorada lidera y exclama: "¡Esto es el colmo de la degeneración!"

Un señor muy aseñorado, tal vez el esposo, grita al borde del alarido: "¡Esto es el fin del mundo!"

El viejo Ciruela lo corrige: "El principio del mundo es".

Por Rodolfo Braceli
 

 

Comentarios

@ANGELI190

21/12/2019

Hermoso.  

ARG

ARG

MUJER de 53 en Villa Pueyrredon

Optimista, divertida, independiente. Me importan los afectos y las relaciones si

¿CONOCERLA?

NO

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ARG

ARG

HOMBRE de 49 en Tres de Febrero

Hola, espero que estés bien ! Disfruto multiplicando la visión que tenemos en

¿CONOCERLO?

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