REFLEXION

Hace un tiempo supe de un ex-soldado llamado Roland que había estado en la guerra de Kosovo.

Una de sus frases es:

"La guerra te enseña lo que es realmente importante."


Y tres de las "habilidades" que le había enseñado la vida militar (y de las cuales todos podemos aprender) eran las siguientes:

1. Mantener la calma en cualquier situación.
2. No darle mucha importancia a las cosas pequeñas
3. Apreciar lo que es importante en la vida

Contaba que en su entrenamiento básico, todo el tiempo le gritaban y sus oficiales le exigían lo imposible: Levantarse, bañarse y rasurarse, desayunar, limpiar el lugar, hacer la "cama" y lustrar sus botas... ¡en solo 10 minutos!

Después de un tiempo se dio cuenta que en realidad los oficiales no esperaban que hicieran esas actividades en ese tiempo, pero sí querían probar si podían mantener la calma.

O la vez que lo tuvieron bajo la lluvia haciendo trincheras durante tres días y luego le dieron a responder un examen escrito a las 3 de la mañana sobre tácticas militares.

Después estuvo en la guerra y un soldado apareció aterrorizado, corriendo y gritándole a él y a su amigo, un veterano, "¡hay dos tanques!".

A lo que el veterano respondió: "¿Y qué?"

Eso impresionó a Roland, y desde eso momento comenzó a mantener la calma en cualquier situación.



¿Qué podemos aprender de esto?

Todos tenemos preocupaciones, pero con frecuencia perdemos la perspectiva.

Hasta las cosas más pequeñas pueden robarnos de nuestra calma.

Roland se dio cuenta de esto y menciona que cuando eso sucede, recuerda a todas las personas que conoció en la guerra y que perdieron todo lo que tenían y amaban.

Y se da cuenta que sus problemas son menores de lo que realmente parecían, y más fáciles de resolver o, al menos, más fáciles de lidiar.

 

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