Netiquette

La era de la informática nos ha llevado a tener que ampliar los códigos de convivencia a cuanto ingenio electrónico tenemos en nuestro poder.

 Primero empezó  con el furor de  los celulares; al principio eran una especie de ladrillo que se usaba tímidamente porque, por razones obvias, no se podían disimular debajo de una mesa, pero actualmente, al caber en la palma de una mano y tener múltiples funciones, lo hemos incorporado a nuestra vida diaria como despertador, máquina de fotos, video, calculadora, y además teléfono.

El pequeño artefacto logró imponerse exitosamente en la vida diaria, pero lamentablemente el uso pasó a ser un abuso casi invasivo a tal punto que por desconocimiento, distracción o falta de educación los escuchamos frecuentemente en el cine, en una comida formal, en un acto solemne y hasta en misa.

Lo mismo sucede en la red; llámese Internet, correo electrónico, msn, blogs y todo lo que incluya a la comunicación en red. El término “online” pasó a ser tan usado como la palabra “delivery”, ambos términos de la nueva era que tienen como denominador común la vida rápida, práctica, simplificada y sencilla. No obstante, ninguno de estos adjetivos exime a la  comunicación virtual de determinados códigos sociales, por la sencilla razón de que por más tecnificado que esté el sistema, detrás de cada pantalla hay un ser humano que debe ser respetado, de la misma manera que lo hacemos sentados a una mesa, caminando por la vía pública o conduciendo un automóvil. 

El conjunto de reglas que establecen los códigos de comunicación por la red, se conocen con el nombre de “netiquette”  o etiqueta en la red y no está demás estar informados para no pasar por descortés, maleducado o sencillamente desactualizado. 

Comenzando por el correo electrónico, que es la forma de comunicación más utilizada en la red, hay algunas reglas que son básicas como, por ejemplo, mandar mensajes concretos, breves, sin falta de ortografías y siempre con un asunto claro y de fácil interpretación. Además los textos deben tener un encabezado, un cuerpo y un saludo final con firma. Cuando envíe un mensaje a varias personas, aunque entre ellas se conozcan, lo correcto es poner CCO (copia de carbón oculta), en el que todos los destinatarios son invisibles entre si. Caso contrario se coloca CC (copia carbón). 

La tipografía debe ser clara y con letra legible. Conviene evitar el uso de mayúsculas permanente porque es visualmente agresivo y puede interpretarse como un grito. Si envía un archivo pesado avise previamente al destinatario y jamás modifique un mensaje que está reenviando. El uso de espacios interlineales para dividir párrafos hace que la lectura del mail sea más fácil y dinámica.

Sea claro en su redacción porque el receptor tiene que poder entender lo que usted está  escribiendo. Antes de presionar el botón “enviar” lea nuevamente lo que escribió y asegúrese de que el destinatario que eligió es el correcto.

En cuanto a las respuestas conviene responder dentro de las 48 hs de recibido el mensaje. Procure hacerlo sólo al remitente y no a todo el grupo de personas incluidas y tómese la molestia de modificar el asunto si fuera necesario.
En cuanto a las invitaciones formales, no es adecuado hacerlas por mail, aunque es el medio ideal para anticipar una reunión de estas características o menos formales, como para que los invitados reserven la fecha mientras esperan la tarjeta impresa.

Por otra parte corremos con la desventaja de que el mail no es un medio del todo “seguro”. Hay correos que se pierden en el camino o usuarios que no controlan su casilla asiduamente, por lo tanto cuando elija este medio para realizar invitaciones informales, conviene adelantarlas con un llamado telefónico previo.

No hay como recibir una linda tarjeta de invitación, pero convengamos que los tiempos han cambiado y en determinadas ocasiones una invitación informal animada sobre una pantalla puede ser diferente y divertida. 

Virtuales o sobre papel, las invitaciones deben responderse siempre por sí o por no de acuerdo a la sugerencia de la tarjeta. Si debajo del R.S.V.P. aparece un teléfono y una dirección de correo electrónico, significa que puede confirmar por cualquiera de los dos medios.

Es innegable que la era online nos ha simplificado sobremanera y sería difícil pensar en nuestras vidas actuales sin esta maravillosa tecnología que nos acompaña de diferentes modos, pero no podemos negar que a su vez se convirtió en un arma de doble filo para las relaciones interpersonales, ya que muchas veces resulta más fácil expresarse a través de un monitor y un teclado que con el propio interlocutor enfrente. Por un lado se alienta la libertad de expresarse y de manifestarse que es un derecho que por suerte tenemos todos en este país pero por el otro, hay quienes derraman penas, frustraciones o lo convierten en el medio perfecto para agredir, insultar o difamar. Lo que dice la etiqueta es que jamás debe confrontar por mail o contestar si es agredido. 

Hay quienes se amparan en el anonimato que el sistema concede para expresarse o comportarse de una manera poco educada. Los buenos modales no son reglas que sólo deban ponerse en práctica cuando uno está identificado. Comportarse de manera incorrecta aprovechando que a uno “no lo conocen” denota una pésima educación.

Es importante saber que cualquier mensaje enviado por un conocido o un anónimo, no es ni más ni menos que el fiel reflejo del usuario, es decir que su imagen personal se refleja a través de aquello que transmite. El resto queda sujeto a la conciencia de quien lo envía. 

La era informática se instaló  para quedarse y debemos aprender a convivir pacíficamente con ella. Más que una serie de reglas, lo que se necesita para la etiqueta virtual es respeto, sentido común y aplicar en este caso una de las máximas de Confusio, a través de las cuales sentó las bases del ceremonial y la convivencia pasiva.

Una de ellas sintetiza: “No le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti, ni te hagas a ti lo que no le harías a los demás”.