La historia del chico al que no le digo cosas bonitas

La próxima historia seguramente coincida con muchas de las que han surgido de esta página. Esta en cambio comenzó en un blog diario. Al principio él no quiso revelar su identidad, pero sorprendentemente acabó cediendo y hasta el momento todo esto ha desembocado al msn… quizás algún día podamos seguir intercambiando palabras sin hacer uso de las yemas de los dedos.



Érase una vez, un chico que se paseaba por este mundillo del fotolog, al principio tímidamente, pasando casi inadvertido, hasta que el resto se fue dando cuenta de que guardaba mucho más de lo que de primeras aparentaba.

Ajena a él, apenas hacía caso de sus pasos, cada vez más notables por estos alrededores. Él sí que se pasaba por aquí y supo ver lo que ni yo misma veía, dejando huellas que no entendía pero que cada vez llamaban más mi atención.

Mis palabras, al principio de agradecimiento, pasaron a ser críticas, espero constructivas, opiniones inseguras e intercambios de pensamientos.

Cada día llamaba más la atención, se hacía más notar, todos hablaban de su presencia, anónima en aquel momento. Yo también estaba cada vez más interesada e intrigada por saber que cara representaba aquellas palabras, por averiguar la cantidad de cosas que me pudiera aportar, por meterme y enredarme en ese terreno desconocido, por descubrir el límite de todo aquello…

Se quiso dar a conocer en otro mundo algo más real, no todo lo que quisiéramos, pero mucho más satisfactorio. Apunté su dirección y continuamente pasaba para ver si se encontraba ahí, pero nunca tenía la suerte de coincidir con él, hasta que un día, uno en el que no piensas que tan grata sorpresa pueda alegrarte, apareció.

Al principio quiso mantener distancias cercanas, hablando de sentimientos pero callando de identidad… la desconfianza humana hizo que poco durara aquello de mostrar media cara oscura y provocó que el camino en el que tanto había costado coincidir, volviera dejar de existir.



Recapacitó, reflexionó, retomó... solo el chico al que no le digo cosas bonitas sabe porque decidió romper el pacto que tenía hecho consigo mismo para no descubrir la apariencia que guardaban aquellos pensamientos.

Desde ese momento el camino se remodeló, volvió a ser lo que era, sus ilusiones, preguntas y curiosidades volvieron a aparecer con mucha más ganas.

Sabiendo que teníamos que volver a pasarnos por allí, volvimos a coincidir convencidos de que ese segundo intento podría disipar las incógnitas que habían estado ahí desde un primer momento y que habían vuelto con más fuerza aún.



Poco a poco fui descubriendo que el chico al que no le digo cosas bonitas tenía guardadas muchas más sorpresas de las que en un principio esperaba, empezó a ser una alegría diaria, visitas ojala eternas de apenas 5 minutos, dosis de enseñanza de una escuela existente pero no inventada, enciclopedia divertida escrita en un idioma que a veces me cuesta de entender… y yo con un millón de respuestas que aún me quedan por saber…



Y fin… porque en el momento que acabé este texto el chico al que no le digo cosas bonitas dejó de serlo y no lo volvió a ser nuuuuuuuunca más.




Dedicado a Óscar López, que fue apodado “el chico al que no le digo cosas bonitas” porque mi carácter no me permitía ser cariñosa con él.

Espero que os guste.

Elena Ramírez Villa

 

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